Desesperada, así se encontraba Sheila al ver que pasaban
los días y no había manera de contactar con el rubiales.
Necesitaba hablar con él de una maldita vez y decirle que
sentía de todo corazón haber sido una cobarde y por
consiguiente, haber echado a perder lo que parecía ser por
fin, una relación de verdad; porque lo cierto era que, tuvo
que pasar aquello para que ella se diera cuenta que
realmente amaba a ese cabezota de las narices. Sí, se
equivocó al guardar una información sobre su vida privada,
pero, ¿era necesario aquel trato por su parte? ¿Acaso se le
había olvidado a él lo que ella le perdonó? Joder, que trató
de engañarla con lo de la boda en Las vegas. Yno sólo eso, también falsificó una cláusula del divorcio
exprés para obligarla a vivir con él durante un mes. Cuando
supo lo de su disparatado plan se enfadó, evidentemente,
pero eran humanos, y los humanos por norma general se
equivocan, ¿no? ¿No tenía ella derecho a una segunda
oportunidad? Por supuesto que sí, al menos ella intentaría
que así fuera. Estaba harta de hablar con Dairene y que ésta
le dijera que su hermano no quería verla, que le diera
tiempo... Ya habían pasado cuatro días desde que él la
echara del club sin miramientos, ¿cuánto tiempo más
necesitaba? Porque si algo tenía claro, era que no iba a
esperar eternamente. La boda de sus amigos y el bautizo de
la hija de éstos, de la que por cierto el rubiales y ella eran
los padrinos, estaba cada vez más cerca. No era plan de
celebrar un día tan especial con resentimientos. Resopló.
Tenía que pensar en algo y rápido.
Oliver le colgó el teléfono a su hermana por tercera vez ese
día. Últimamente estaba de un pesadito que hasta le daban
ganas de mandarla a paseo. No dejaba de insistir para que
hablara con la asturiana, pero, joder, ¿no podía entender que
no quería hacerlo?
¿Que estaba tan dolido por su desconfianza que tenía miedo
a decirle algo de lo que luego se arrepintiera? Sabía que
tarde o temprano tendría que hablar con ella, sí, pero no
sería hasta que él estuviera preparado.Le repateaba el hígado que, precisamente ella,
después de haberle dicho aquella vez en su casa lo que
valoraba de una amistad, se hubiera callado algo tan
importante. Por eso estaba tan cabreado, porque fue ella
misma la que dijo que si él alguna vez fallaba en los tres
aspectos, sinceridad, lealtad y honestidad, adiós muy buenas.
¿No era eso lo que había dicho? Claro que sí. Entonces, ¿por
ESTÁS LEYENDO
Bienvenida al club,relajate y disfruta.(Lust #2)
RomanceSheila, una asturiana de armas tomar que abandona su tierra natal dispuesta a buscarse la vida, y de paso, recuperar el control de ésta, llega a Nueva York arrasándolo todo a su paso con su fuerte personalidad. Dos titanes que están destinados a enc...