El jueves, Oliver estaba entusiasmado con la sorpresa que le
tenía preparada a la asturiana. Iba a invitarla a cenar, pero
no en un sitio cualquiera, no. La llevaría a su lugar favorito.
Un lugar al que él siempre iba cuando necesitaba estar solo,
pensar, o simplemente disfrutar de un poco de tranquilidad.
Y ese sitio, no estaba muy lejos de su casa, al contrario.
Se le había ocurrido la idea la tarde anterior cuando fue a
buscarla a su casa porque estaba de descanso, y dieron un
paseo por Central Park. Iban cogidos de la mano, como una
de tantas parejas que a esa hora se encontraban por allí,
hablando tranquilamente de lo que había acontecido en su
día. Riéndose a carcajadas cada vez que recordaban el
episodio vivido en casa de su hermana tres noches atrás
cuando les cortó el rollo en el salón. Desde aquella noche,
habían evitado cualquier tipo de acercamiento sexual. Por
alguna razón que ninguno de los dos explicó, lo habían
decidido así. Pero si todo iba bien, eso podía cambiar esa
misma noche.Total que, estando sentados en uno de los tantos bancos que
hay en el parque y rodeados de árboles, se les hizo de noche
sin apenas darse cuenta. Se habían quedado en silencio, pero
no un silencio incómodo, sino uno de esos en los que se
notaba a leguas que reinaba la comodidad entre ambos. Ella,
lentamente, levantó la mirada al cielo y dejó sus ojos allí,
mirando al infinito, sin ver nada porque la iluminación de la
ciudad y la espesura de los árboles lo impedían y habló:
—Desde que estoy aquí, no he vuelto a ver las
estrellas, ¿sabes? Mirar al cielo y buscar esos puntitos de
luz, resulta imposible. Ni siquiera la luna se deja ver... Echo
de menos estar en mi pueblo, asomarme a la ventana y
disfrutar de un cielo estrellado. Lo hacía casi todos los días
en verano, me daba mucha calma—suspiró.
—Estás en Nueva York, cielo. Aquí puedes ver las
cosas más extrañas en las calles, pero las estrellas... ni de
coña. Bueno, sí, puedes encontrarte de vez en cuando con
alguna de cine. Pero muy de vez en cuando.
—Las de cine no me hacen sentir bien, además
nunca me he encontrado con una... A veces pienso que son
leyendas urbanas, no existen.
—Yo puedo solucionar eso...
—¿Qué cosa?—intrigada lo miró.
—Lo del cielo estrellado.
—¿Y cómo vas a hacerlo? ¿Me vas a regalar un
viaje al espacio o algo así?—Se burló.—Muy graciosa. No, no tengo el suficiente dinero
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Bienvenida al club,relajate y disfruta.(Lust #2)
RomanceSheila, una asturiana de armas tomar que abandona su tierra natal dispuesta a buscarse la vida, y de paso, recuperar el control de ésta, llega a Nueva York arrasándolo todo a su paso con su fuerte personalidad. Dos titanes que están destinados a enc...