Capitulo 25

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Había parado en una tienda de esas que estaba abierta las

veinticuatro horas para comprar unas cervezas. Su madre,

muy sabia ella, decía siempre que era de muy mala

educación presentarse de improviso en casa de alguien y

encima hacerlo con las manos vacías. Bueno, sus manos ya

no lo estaban... Escuchó pasos ligeros que se acercaban a la

puerta. ¿Lo habría despertado? Joder, ¿y si estaba

acompañado? No pensó en esa posibilidad cuando salió de

casa toda ufana, en realidad no había pensado en nada, de lo

contrario en ese preciso instante estaría metida en su cama y

no ahí esperando a que el rubiales apareciera de un momento

a otro. ¿Qué iba a decirle cuando por fin lo viera? ¡Mierda!

Otra cosa más que había pasado por alto. Entonces se le

ocurrió hacer algo para quitar hierro al asunto de presentarse

allí sin ser invitada y tal. Sacó un pañuelo blanco de papel

del bolso y de repente la puerta se abrió. Tragó saliva.

¿Cómo podía ser que ese hombre estuviera tan sexi con un

puto pantalón de pijama? La miraba entre sorprendido y

extrañado.—Vengo en son de paz—dijo agitando el pañuelo frente a

sus narices—, y he traído bebida—mostró la caja de

cervezas—. He ido a casa y he comprobado que tu hermana

dormía como un bendito bebé. Y no sé por qué estoy aquí,

bueno, la verdad es que sí lo sé, quiero decir que... ¿Puedo

pasar? O no, creo que lo mejor será que me marche. No

quiero molestar... no... —Oliver tiró de uno de sus brazos y

la metió en el interior de la casa—. No deberías dejarme

hablar, ahora mismo el filtro cerebro boca está desconectado

o fuera de cobertura y no sé ni lo que digo. Lo siento, estoy

un poco nerviosa...—Oliver la atrajo hacia él y posó sus

labios sobre los de ella.

Un beso que a ella le supo más dulce que la misma

miel. Un beso cargado de ternura. De sentimiento. Abrió

ligeramente la boca para que sus lenguas se reconocieran.

Joder, en la vida la habían besado así...

—Yo también estoy nervioso, mira—llevó su mano

al pecho, donde el corazón latía desenfrenado—. ¿Lo

sientes?—Asintió—. Sólo tú, con tu presencia consigues

esto—. La besó de nuevo. ¡Ay señor! Lo que estaba

sucediendo no se le había pasado por la cabeza ni de coña.

Ella sólo quería hablar... Pero desde luego aquello era

muchísimo mejor que las palabras. Se podía llegar a decir

tantas cosas con los besos...—. ¿Mejor?

Bienvenida al club,relajate y disfruta.(Lust #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora