Corrió por el pasillo y giró a la derecha, en dirección a los
aseos. El único lugar seguro donde podía esconderse de las
miradas indiscretas. Cerró la puerta tras ella, se apoyó en la
pared y dejó que las lágrimas se deslizaran silenciosas por
sus mejillas. Estaba en esa situación por su culpa. ¿Por qué
no tuvo los ovarios suficientes para decirle la verdad? ¿Por
qué había sido tan cobarde? ¿Por qué había esperado tanto
tiempo para ser sincera? Por miedo, sí, únicamente por eso.
Le daba pánico que él, al saber lo que había sucedido con
Marco, la culpara a ella por permitir que su relación hubiera
llegado hasta ese punto. Que la culpara por dejar que
alguien, en este caso un hombre, la ninguneara, la vapuleara,
la anulara... Que la culpara por haber sido la típica ciega
que no quiere ver, porque lo cierto era que, por creerse
enamorada de aquel cabrón, cerró los ojos voluntariamente
al horror que tuvo frente a sus narices. ¡Estúpida, estúpida,
estúpida! Sollozó con rabia. Quería gritar para deshacer esa
presión del pecho que no la dejaba respirar. Gritar, gritar y
gritar. Escondió la cara cuando la puerta se abrió de repente.
Que alguien la viera en ese estado era bochornoso.—¡Por el amor de Dios, Sheila! ¿Por qué estás así?
¿Qué ha pasado ahí fuera?—Dairene se acercó a ella,
cautelosa. Jamás había visto a su amiga tan angustiada—. Te
vi salir despavorida del salón y me asusté. Por favor,
cálmate.
—No puedo... no puedo hacerlo. Yo... no sé...—el
llanto salió desgarrador de su garganta.
—Me estás asustando, cielo. Te lo ruego, cálmate y
cuéntame, sea lo que sea podremos solucionarlo—dejó la
cartera que llevaba en las manos sobre el mármol, junto al
lavabo y la abrazó.
—Él... yo... Diossss, me estoy ahogando, no
puedo... no puedo respirar.
—A ver, mírame. ¡Mírame, Sheila! Eso es—dijo
cuando sus ojos se clavaron en los de ella—. Respira
conmigo. Bien, más hondo... la sensación de ahogo no es
real, es tu mente—acarició su espalda suavemente para
calmarla—. Lo estás haciendo muy bien. Inspira y espira...
—Estoy enamorada de tu hermano, Dairene. Le
quiero. No quise que esto pasara... yo no...—balbuceó
contra su pecho—. Intenté evitarlo por todos los medios.
Sólo jugar, sin sentimientos, pero él es tan dulce, tan
cariñoso, tan... tan todo. ¿Cómo no enamorarse de un
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Bienvenida al club,relajate y disfruta.(Lust #2)
RomanceSheila, una asturiana de armas tomar que abandona su tierra natal dispuesta a buscarse la vida, y de paso, recuperar el control de ésta, llega a Nueva York arrasándolo todo a su paso con su fuerte personalidad. Dos titanes que están destinados a enc...