Capitulo 30

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Corrió por el pasillo y giró a la derecha, en dirección a los

aseos. El único lugar seguro donde podía esconderse de las

miradas indiscretas. Cerró la puerta tras ella, se apoyó en la

pared y dejó que las lágrimas se deslizaran silenciosas por

sus mejillas. Estaba en esa situación por su culpa. ¿Por qué

no tuvo los ovarios suficientes para decirle la verdad? ¿Por

qué había sido tan cobarde? ¿Por qué había esperado tanto

tiempo para ser sincera? Por miedo, sí, únicamente por eso.

Le daba pánico que él, al saber lo que había sucedido con

Marco, la culpara a ella por permitir que su relación hubiera

llegado hasta ese punto. Que la culpara por dejar que

alguien, en este caso un hombre, la ninguneara, la vapuleara,

la anulara... Que la culpara por haber sido la típica ciega

que no quiere ver, porque lo cierto era que, por creerse

enamorada de aquel cabrón, cerró los ojos voluntariamente

al horror que tuvo frente a sus narices. ¡Estúpida, estúpida,

estúpida! Sollozó con rabia. Quería gritar para deshacer esa

presión del pecho que no la dejaba respirar. Gritar, gritar y

gritar. Escondió la cara cuando la puerta se abrió de repente.

Que alguien la viera en ese estado era bochornoso.—¡Por el amor de Dios, Sheila! ¿Por qué estás así?

¿Qué ha pasado ahí fuera?—Dairene se acercó a ella,

cautelosa. Jamás había visto a su amiga tan angustiada—. Te

vi salir despavorida del salón y me asusté. Por favor,

cálmate.

—No puedo... no puedo hacerlo. Yo... no sé...—el

llanto salió desgarrador de su garganta.

—Me estás asustando, cielo. Te lo ruego, cálmate y

cuéntame, sea lo que sea podremos solucionarlo—dejó la

cartera que llevaba en las manos sobre el mármol, junto al

lavabo y la abrazó.

—Él... yo... Diossss, me estoy ahogando, no

puedo... no puedo respirar.

—A ver, mírame. ¡Mírame, Sheila! Eso es—dijo

cuando sus ojos se clavaron en los de ella—. Respira

conmigo. Bien, más hondo... la sensación de ahogo no es

real, es tu mente—acarició su espalda suavemente para

calmarla—. Lo estás haciendo muy bien. Inspira y espira...

—Estoy enamorada de tu hermano, Dairene. Le

quiero. No quise que esto pasara... yo no...—balbuceó

contra su pecho—. Intenté evitarlo por todos los medios.

Sólo jugar, sin sentimientos, pero él es tan dulce, tan

cariñoso, tan... tan todo. ¿Cómo no enamorarse de un

Bienvenida al club,relajate y disfruta.(Lust #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora