Capitulo 13

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Ricardo releyó el mensaje de Sheila unas cuantas veces antes

de dejar a Angeles reservando una habitación, para salir

escopetado escaleras arriba. ¿Qué habría pasado para que su

amigo necesitase su ayuda? Caminó por el pasillo de la

derecha con pasos ágiles y decididos. Estaba preocupado.

Conociendo a su amiga, podría haber líado cualquier cosa.

La puerta de la habitación de los espejos estaba abierta de

par en par. Se acercó con cautela, y en cuanto vio la escena

que tenía delante de sus ojos alucinó. Oliver estaba

completamente desnudo atado al poste de la cama con ¿unas

esposas? ¡La hostia! Su amigo despotricaba y daba tirones

fuertes y secos intentando soltarse. No pudo evitar echarse a

reír. No era para menos. Aquella escena era un poco

surrealista, por no decir bastante. Sus carcajadas

descontroladas no lo dejaban ni siquiera hablar. Intentó

controlarse, porque su amigo estaba realmente furioso, pero

era imposible. De lo único que fue capaz, de momento, fue

entrar en la habitación y cerrar la puerta para después

apoyarse en ella y llevar las manos a su estómago. Le dolía

de tanto reír.

—¡Deja de reírte, joder!—Espetó Oliver fuera de sí

—. ¡No tiene ni puta gracia!—Lo... lo siento, tío, pero es que...—Otro ataque de

risa impidió que continuara hablando.

—¿Piensas ayudarme, o sólo has venido a

descojonarte? Por cierto, ¿cómo sabías que estaba aquí...?

—Ella me envió un mensaje diciéndome que

necesitabas ayuda—se limpió la lágrimas a la manga de la

americana y por fin se movió para liberarlo.

Cogió la pequeña llave que estaba encima de la cama y,

primero abrió una esposa y luego la otra. Oliver se masajeó

las muñecas. Las tenía enrojecidas por culpa de los tirones.

—¿Vas a contarme qué es lo que ha pasado para que

terminaras así?—Ahogó una carcajada más.

—La muy bruja me envió una invitación para jugar

diciéndome que me esperaba aquí. Joder, perdí el culo

pensando que me esperaba una noche de sexo increíble... —

Le contó el resto de la historia mientras recogía su ropa y se

vestía—. Esa mujer está loca, Ricardo. ¿Y sabes lo peor de

todo?—Su amigo negó con la cabeza—. Pues que acabará

volviéndome loco a mí también. Pero esto no va a quedarse

así. Esa arpía va a enterarse de...

—Oye, amigo. Entiendo que estés cabreado y todo

eso, pero quizá deberías tranquilizarte y pensar fríamente

Bienvenida al club,relajate y disfruta.(Lust #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora