Ricardo releyó el mensaje de Sheila unas cuantas veces antes
de dejar a Angeles reservando una habitación, para salir
escopetado escaleras arriba. ¿Qué habría pasado para que su
amigo necesitase su ayuda? Caminó por el pasillo de la
derecha con pasos ágiles y decididos. Estaba preocupado.
Conociendo a su amiga, podría haber líado cualquier cosa.
La puerta de la habitación de los espejos estaba abierta de
par en par. Se acercó con cautela, y en cuanto vio la escena
que tenía delante de sus ojos alucinó. Oliver estaba
completamente desnudo atado al poste de la cama con ¿unas
esposas? ¡La hostia! Su amigo despotricaba y daba tirones
fuertes y secos intentando soltarse. No pudo evitar echarse a
reír. No era para menos. Aquella escena era un poco
surrealista, por no decir bastante. Sus carcajadas
descontroladas no lo dejaban ni siquiera hablar. Intentó
controlarse, porque su amigo estaba realmente furioso, pero
era imposible. De lo único que fue capaz, de momento, fue
entrar en la habitación y cerrar la puerta para después
apoyarse en ella y llevar las manos a su estómago. Le dolía
de tanto reír.
—¡Deja de reírte, joder!—Espetó Oliver fuera de sí
—. ¡No tiene ni puta gracia!—Lo... lo siento, tío, pero es que...—Otro ataque de
risa impidió que continuara hablando.
—¿Piensas ayudarme, o sólo has venido a
descojonarte? Por cierto, ¿cómo sabías que estaba aquí...?
—Ella me envió un mensaje diciéndome que
necesitabas ayuda—se limpió la lágrimas a la manga de la
americana y por fin se movió para liberarlo.
Cogió la pequeña llave que estaba encima de la cama y,
primero abrió una esposa y luego la otra. Oliver se masajeó
las muñecas. Las tenía enrojecidas por culpa de los tirones.
—¿Vas a contarme qué es lo que ha pasado para que
terminaras así?—Ahogó una carcajada más.
—La muy bruja me envió una invitación para jugar
diciéndome que me esperaba aquí. Joder, perdí el culo
pensando que me esperaba una noche de sexo increíble... —
Le contó el resto de la historia mientras recogía su ropa y se
vestía—. Esa mujer está loca, Ricardo. ¿Y sabes lo peor de
todo?—Su amigo negó con la cabeza—. Pues que acabará
volviéndome loco a mí también. Pero esto no va a quedarse
así. Esa arpía va a enterarse de...
—Oye, amigo. Entiendo que estés cabreado y todo
eso, pero quizá deberías tranquilizarte y pensar fríamente
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Bienvenida al club,relajate y disfruta.(Lust #2)
RomanceSheila, una asturiana de armas tomar que abandona su tierra natal dispuesta a buscarse la vida, y de paso, recuperar el control de ésta, llega a Nueva York arrasándolo todo a su paso con su fuerte personalidad. Dos titanes que están destinados a enc...