Subió en el ascensor retorciéndose los dedos de las manos,
hecho que no pasó desapercibido para su amiga Dairene,
aunque ésta no dijo nada. El corazón le martilleaba en el
pecho. A sus pulmones les faltaba aire. ¿Qué leches le estaba
pasando? Inspiró varias veces intentando tranquilizarse, pero
en cuanto el ascensor se detuvo y las puertas se abrieron en
la planta donde vivían sus amigos, hasta se mareó. Angeles,
con una sonrisa radiante las esperaba apoyada en el quicio
de la puerta para darles la bienvenida. A ella apenas le salía
la voz, por eso simplemente la abrazó y le dio un beso en la
mejilla. La siguieron por el pasillo hasta el salón.
Rápidamente paseó la mirada por éste para tener localizado
al rubiales, y al no verlo empezó a respirar con un poco más
de normalidad. Felicitó efusivamente al cumpleañero.
Saludó a los padres de éste, que sólo los había visto un par
de veces y a continuación le presentaron al hermano pequeño
de Ricardo y a su novia. Muy guapa por cierto. En el salón,
habían dispuesto una especie de mini barra de bar para tener
a mano las bebidas para la cena, y en cuanto pudo se acercó
a ella para servirse una copa de moscato azul. Sí, azul. Ella
también se había sorprendido cantidad la primera vez que lo
vio. Nunca antes en su vida había bebido un vino que tuviera
ese color. Y desde el día en que lo probó le gustó tanto, queaparte de la cervecita, se convirtió en su bebida preferida.
Estaba dándole un sorbito, cuando notó una mano en su
cintura. Un escalofrío recorrió su cuerpo de pies a cabeza.
Sin lugar a dudas, sabía perfectamente a quien pertenecía
aquella mano.
—¿A mí no vas a saludarme, asturiana?—Le dijo
bien alto para que todos los allí presentes lo oyeran. Ella se
giró despacio y lo escrutó con la mirada.
—La verdad es que no te había visto...
—Pues ahora me tienes delante de tus ojos—el muy
capullo la estaba buscando, pero ella no iba a caer en su
jueguecito. ¡No, señor! Todos estaban pendientes de ellos y
no le daría ese gusto.
—Cierto—sus labios se curvaron en una sonrisa
muy, muy falsa—. Hola, rubiales—saludó con retintín. Luego
acercó la boca al oído de éste y, susurró—. Date por
saludado, campeón—. Entonces él soltó una carcajada y con
un leve movimiento de cabeza, depositó un tierno beso en la
comisura de su boca, descolocándola. ¿A qué coño estaba
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Bienvenida al club,relajate y disfruta.(Lust #2)
RomantizmSheila, una asturiana de armas tomar que abandona su tierra natal dispuesta a buscarse la vida, y de paso, recuperar el control de ésta, llega a Nueva York arrasándolo todo a su paso con su fuerte personalidad. Dos titanes que están destinados a enc...