«¿Dónde se habrá metido la asturiana?»—Se preguntó
Oliver. Llevaba un buen rato solo, esperándola apoyado en
la barra. Su hermana bailaba en la pista con Mustafá. Ella no
perdía el tiempo y hacía bien. Miró por enésima vez hacia la
puerta y entonces vio a la increíble mujer que se había
anclado en su mente con fuerza. Recorría con la mirada el
salón, buscándolos. Llevaba un vestido azul que le quedaba
como un guante. Tenía un cuerpo tan bonito... tan sensual...
No era muy alta, y tampoco era excesivamente delgada.
Tenía el tamaño y las medidas justas para él. Su melena
color chocolate, caía en cascada hasta los omóplatos. Suave.
Brillante. Sedoso. Y sus ojos... esos que en aquel mismo
instante lo observaban enmarcados por unas pestañas tupidas
y largas, eran de un azul tan intenso que lo deslumbraban.
Tragó saliva porque ella conseguía dejarlo a menudo con la
garganta seca, sobre todo si le sonreía. Sí, no tenía ninguna
duda de que podría reconocerla entre un millón de mujeres
sin problema. Cuando la tuvo casi a su lado, miró sus labios
pecaminosos. Dios, era preciosa. Realmente preciosa, y él
estaba a punto de compartir su día a día con ella durante un
mes. Podían pasar tantas cosas entre ellos en esos treinta
días...—¿Dónde estabas?—Preguntó cogiéndola por la
cintura. Ella dio un paso atrás.
—Que corra el aire, Hércules. ¿Pocahontas?
—Mi hermana está en la pista con Mustafá. Y
respecto a eso de que corra el aire, ni lo sueñes, Maléfica.
Hay demasiados ojos pendientes de nosotros.
—¿Has traído lo que te dije?—Fue directa al grano.
—Sí, está en mi despacho.
—Quiero verlo. Ahora.
—¿Ansiosa?
—No—mintió—. Me parece que este es un buen
momento para que me lo muestres, tu hermana está
entretenida y no tardará en volver una vez que nos vea
juntos, ya sabes cómo es... Pensará que se está perdiendo
algo y, no querrá dejarnos solos.
—Tienes razón, no había pensado en ella. Pero
tampoco me preocupa, probablemente dentro de un par de
horas esté con alguno de sus amigos. Y entonces, tendremos
todo el tiempo del mundo para nosotros sin que sospeche
nada.
—¿Sin que sospeche nada? Que poco conoces a tu
hermana si piensas eso. Ella tiene la mosca detrás de la
oreja desde hace días. No sé a ti, pero a mí me atosiga a
preguntas, parece un puto detective privado. Me pone de los
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Bienvenida al club,relajate y disfruta.(Lust #2)
RomanceSheila, una asturiana de armas tomar que abandona su tierra natal dispuesta a buscarse la vida, y de paso, recuperar el control de ésta, llega a Nueva York arrasándolo todo a su paso con su fuerte personalidad. Dos titanes que están destinados a enc...