Capítulo 17

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Ya era de noche, las chicas y yo nos estábamos dirigiéndo al bar para cenar.

Estaba agotada, no había descansado en todo el día, pues tuve que limpiar el gimnasio y hacer todas las tareas.

-Buenas noches Cata.-Saludamos las tres al unísono al llegar.

-Buenas noches chicas, ¿que desean?

-Yo un vaso de agua nada más, no tengo mucha hambre.-Pedí.

Después de pedir nuestra comida, Cata nos la trajo rápidamente a la mesa y las tres comenzamos a cenar.

-Creo que le voy a escribir a mi tutor sobre Blas.

-¿Por?-Pregunté mirando a Luján, confundida.

-Es un idiota.-Dijo Marizza y se llevó una cucharada de comida a la boca.

-Pero si acaba de llegar.

-Eso es lo que me extraña, acaba de llegar y ya me quiere hacer la vida imposible.

-Bueno habla con él, y si no podemos hablar también con Dunoff.-Intentó ayudar Luna.

-Eso será imposible, a menos de que tengas un bonito apellido, Dunoff jamás te hará caso.-Hice una pequeña pausa para beber agua.-Mirame a mí, ni si quiera habló con Joaquín, simplemente me castigo.

-En eso Adri tiene razón.-Me apoyó Marizza.

Iba a dejar el vaso nuevamente en la mesa, pero al no fijarme bien lo tire al suelo haciendo que todos los ojos se posaran en mí.

-Perdón Cata, ahora mismo lo recojo.-Me levante de la silla y comencé a recoger los trozos del vaso.

-Tranquila, lo recojo yo, a ver si te vas a cortar...

Antes de terminar de hablar, como si de una predicción se tratará, mi mano comenzó a sangrar. Un vidrio me había cortado la palma de la mano en diagonal.

-¡Adriana!-Gritó Luna.

Las tres junto a Manuel, vinieron a ayudarme. Mientras Cata barría el resto de los cristales cuidadosamente.

Yo estaba paralizada, no podía dejar de observar mi mano sangrienta y como pequeñas gotas comenzaban a pintar el suelo de rojo.

Me estaba mareando. Todos a mi alrededor me llamaban por mi nombre, pero era incapaz de moverme y menos levantarme.

-Nico, ayúdame, tenemos que llevarla a enfermería.-Eso fue lo último que escuche, pues sentí como lentamente me dormía.

[...]

Al abrir los ojos, la luz de una lámpara lentamente me cegaba los ojos. Me los sobe con las manos para volver a abrirlos y esta vez ver todo más claro.

No tarde mucho en darme cuenta que estaba en la enfermería del colegio. Me quería levantar, no sabía que hora era pero quería regresar a mi habitación con las chicas. Pero unas manos no me lo permitieron.

-Tranquila, tienes que permanecer en reposo.-Me detuvo una enfermera, volviendo a ponerme delicadamente en la camilla.

Me quede pensando en que había pasado y al instante recordé todo lo que sucedió en el bar. Instantáneamente me mire la mano.

-Te la hemos vendado, por suerte el corte no ha sido muy profundo.-Volvió a hablar la enfermera.-Intenta no estirarla ni moverla mucho.

Yo asentí.-¿Qué hora es?

-Son las doce, en unos minutos te podrás ir nuevamente a tu habitación, pero antes tengo que hacerte unas preguntas.

-Si, vale.-Dije no muy convencida.

DESTINO || Pablo Bustamante. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora