Capítulo 10

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El día siguiente ya había llegado, todos estábamos fatal, unos con resaca, otros con miedo al castigo y otros mal por si se enteran sus padres.

Por lo demás la rutina fue la misma, solo que esta vez en vez de ponernos uniforme nos pusimos ropa normal, ya que hoy era viernes.

Estaba dirigiéndome hacia el aula, como siempre llegando tarde.

-¡Adri!-Una voz me llamó la atención.

-¿Pablo?, vamos a llegar tarde vamos.

-No espera, tengo que decirte algo.

-No, primero a clase, me lo dices luego.-Le agarré el brazo y los dos nos dirigimos hacia el aula.

Todas las clases pasaron como siempre, con normalidad, unas más aburridas que otras pero torerables. Ya era última hora, todos estabamos esperando la llegada del profesor, pero en su lugar entró Dunoff, el cual se veía furioso.

-No quise que terminará el día de hoy sin que quede debidamente aclarado el lamentable suceso en el que me vi involucrado. Uno o algunos de ustedes sabotearon la reunión que tenía con la comisión para lo que venía después. Quiero que sepan que el o los responsables de este lamentable suceso serán castigados como corresponde, ¡Serán expulsados de la institución! Las puertas de mi despacho estarán abiertas para cualquier información que permita aclarar el acontecimiento. Nadie va a poder salir hasta que todo esto se aclare, hasta que yo no tenga el o los nombres de los responsables, se quedan sin su fin de semana libre.

Dunoff se retiro dejándonos solos, todos comenzaron a murmurar con quienes tenían al lado, supongo que del castigo.

-Bueno esperen.-Marizza se subió encima de la silla llamando la atención de todos.-Pilar, ¿no podes decirle a tu papá que afloje?

-No, ya ni me habla.

-Bueno entonces solo queda una solución.-Pablo comenzó a hablar.-Mandar al frente al culpable.

Al escuchar eso, Mía salto.-Pero todos somos culpables.

-No, la culpable es Marizza, a ella se le ocurrió la idea.

-¿Ahora eres un soplón o qué?-Manuel defendió a Marizza.

-No, sólo que no quiero arruinar mi fin de semana por denfender a Marizza.

Me lo imaginaba, y pensar que había cambiado...En fin, todos los hombres son iguales.

Todos comenzamos a discutir, algunos estaban de acuerdo de que todos eramos tan culpables como Marizza al ser parte de esa idea, pero otros estaban del lado de Pablo y se empeñaban en mandar al frente a Marizza.

-Bueno chicos, ya me cansé de tanto egoísmo. Voy a entregar al culpable.

-¿Dónde vas?-Pregunté.

-Al despacho de Dunoff.

Manuel, Luján, Luna y yo la seguimos, todos eramos culpables, no íbamos a tirar la piedra y esconder el brazo.

-Dunoff, yo también soy culpable.-Hablo primero Manuel.

-Sí, yo también.-Añadi yo, y segundos después Lujan y Luna también.

-Si piensan que me voy a quedar atrás están muy equivocados.-Mía entro al despacho.-Dunoff, yo también soy responsable.

-¿Cómo?-Al parecer el señor Colucci había escuchado toda la conversación.

El director terminó echandonos a todos de su despacho para que el pueda pensar, por ahora ninguno de nosotros estábamos castigados, pero sabíamos perfectamente que eso no iba a durar mucho. Sobretodo Marizza, ya que Sonia también estaba hablando con ella y con Dunoff.

Los chicos y yo nos fuimos a la cafetería y nos sentamos en una mesa al lado de Feli, Mía, Vico, Pablo, Tomás y Guido.

-Escuchen esto.-Él rubio llamó la atención de todo el bar.-Una nueva pareja se ha formado en el instituto, pero no saben algo, ella tiene novio. ¿A qué no saben quién lleva los cuernos más grandes del Élite Way School?

-Pablo.-Tomás habló nervioso, como si supiera algo.-No leas esas bobadas.

-Déjame, quiero ver quien es el tarado.

Pablo continuo con su lectura, cada vez la cosa se ponía más tensa, cuando de repente Pablo tiro el diario y dirigió su mirada a su mejor amigo, quién estaba más que nervioso.

-Tomás, ¡¿Te estás trazando a Vico?!

-No te enganches con esto Pablo, son puras mentiras.

-¡No me mientas, acá dice que Mía y Vico hablaron de esto ayer en el baño!, ¿es verdad?

-No... no Pablito como vas a creer eso.-Vico se veía realmente nerviosa, escondía algo.

-Ah, eso era lo que no quería decirme ayer.-Felicitas, como siempre arruinó todo.

Pablo no necesito más tiempo para saber que le estaban mintiendo en la cara, así que se fue rápidamente de la cafetería, dejándonos a todos con un profundo silencio.

Yo lo me levante de la mesa, ya había terminado de comer así que seguí al rubio.

-Pablo...-Lo vi sentado en un banco de fuera.

-Déjame solo.

-No, no te voy a dejar solo.-El se dio la vuelta y me miró con esos ojos azules preciosos.

-Soy un estúpido.

-No, el estúpido aquí no eres tú. Tú no tienes la culpa, se suponía que yo le gustaba a Tomás y que Vico era tu novia. Ellos sí tienen la culpa.-Me acerqué a él y le di un abrazo, el cuál me gustaría que no hubiese terminado, pero desgraciadamente Pablo se separó.

-Gracias... Gracias por bancarme tanto.

-No tienes que agradecerme nada, lo hago por ti.

-¿Por mi?, ¿te importo?

-Claro que me importas.-Pude ver una sonrisa en su cara.-Por cierto, ¿que me querías decir por la mañana?

Antes de que pudiera contestar, Luján me agarró del brazo llevándome rápidamente dentro del instituto.

-¿Pero qué pasa?

-Vamos a tener que hacer las pruebas de baile, no pueden haber dos equipos.

-Vale, ¿y?

-Te necesitamos, con Marizza vamos a hacer una coreografía.

Las dos nos fuimos juntas al gimnasio, o el aula de baile, donde nos pusimos a trabajar junto a las demás la coreografía.

Pero yo solo podía pensar en Pablo, sí, Pablo Bustamante.

Desde que lo vi por primera vez me hizo sentir algo que jamás había sentido, esos ojos azules me revuelven todo por dentro, pesar de que sea un poco idiota. No sé qué es esto que estoy sintiendo, pero tengo miedo que lo que sienta es amor. ¿Por qué?, pues porque nunca he amado a nadie.

¿Esto es amor?

¿Esto es amor?

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DESTINO || Pablo Bustamante. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora