Capítulo 18

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A la mañana siguiente me desperté con más energía, ya me habían quitado la incómoda venda de la mano, al parecer la herida había cicatrizado bastante rápido.

Luján y yo estábamos en la habitación poniéndonos el uniforme. Al parecer Luna y Marizza no nos despertaron cuando sonó su alarma y directamente se fueron a desayunar.

-Dale Adriana, vamos a llegar tarde.-Me intento meter prisa Luján.

-Corrección, ya estamos tarde.-Agarre el reloj de la mesa de noche de Luna, mostrándole la hora.-Ya vamos quince minutos tarde.

-Nos van a matar Adriana, Blas nos va a matar y se lo va a decir al chancho.

Al ver la frustración de mi amiga me acerque a ella, para después acariciarle los hombros.

-Tranquila, ya no podemos ir a clase pues estamos bastante tardes y de seguro ya no nos dejarán entrar. Pero podemos decirle a Blas que nos sentó mal la cena de ayer y ya está.

-Sí, tenés razón. Ahora cámbiate.-Me ordenó separandose de mi, pues seguía en ropa interior.

Me cambié y me puse la ropa de deporte ya que a segunda hora teníamos clase de baile.

-Oye Luján.-Llamé su atención.-¿Y si vamos calentando? así ya nos preparamos para la clase de baile.

Ella asintió y las dos nos dirigimos al gimnasio, una vez allí comenzamos a calentar. Luján me enseño a hacer unos ejercicios, por primera vez en mi vida, sentía que estaba haciendo ejercicio en condiciones.

Al terminar de calentar, las dos nos paramos para tomar agua y mientras luján estaba con las pesas, yo bailaba. No era muy buena bailando y para estar en un un equipo de baile tenía que saber. Así que me puse un poco de música y comencé a moverme.

Al final acabe convenciendo a Luján para que bailara conmigo y las dos comenzamos a bailar. Hasta que de repente mi amiga vio el reflejo de alguien en el espejo, deteniendose.

-¡Oye!, ¿vos me estabas espiando?

Al parar la música y fijarme de quien se trataba pude ver a Pablo ruborizado, estaba avergonzado.

-¡Pero que decís nena, que te voy a estar espiando!-Se defendió.

-¿Entonces estabas espiando a mi amiga?

Pablo me miró, mientras se rasca a la nuca nervioso. Estaba claro que a la que estaba espiando era a mi. Por una parte sentía vergüenza, pues no estaba bailando muy en serio, y por otra estaba feliz. ¿Que hacía Pablo Bustamante espiandome?

-Bueno sí, la estaba espiando a ella. ¿Algún problema?

Pude sentir a las mariposas aleteando por mi estómago.

-Joder, que vergüenza.-Susurre por lo bajo, aunque no lo suficiente ya que los dos me escucharon.

Luján nos miró rápidamente a los dos con una sonrisa pícara.-Para...¿ustedes se gustan?

Antes de poder responder decir nada, el timbre sonó y todo tercer año entró al gimnasio junto a Lulú.

La clase de baile fue demasiado corta ya que Lulú nuevamente nos había abandonado para darles clase a los chicos. Parece que no se da cuenta de las verdaderas intenciones de los varones. Mientras las chicas ideamos un plan para que Lulú se entere de una vez por todas que nosotras somos las que desde siempre tuvimos clases de baile y que tenemos derecho a seguir teniendolas.

Después las demás clases fueron normales, como siempre. Ahora me encontraba con las chicas en la habitación, yo le estaba haciendo unas trenzas a Luján mientras las cuatro hablabamos de nuestras cosas.

-Bueno, cambiando de tema. A que no saben la última.-Dijo Luján.

-¿Qué?-Preguntamos las tres al unísono.

-Pablito y Adri, la nueva parejita del Elite Way School.

-¡Luján!-Grité molesta.

-¡No me digas que son novios!-Gritó Marizza emocionada.

-No, no somos novios.-Aclaré yo.-Yo no le gustó a Pablo.

-No digas tonterías, si supieras como te mira. Además, a vos te gusta Pablo, ¿o no?

-Sí Luna, sí me gusta. Y puede que a él yo también. Pero no se, tengo miedo.

-¿Miedo de qué?, se supone que el te beso y que dijo que estaba loco por vos.

-Ya, ¿pero vosotras creéis que debería lanzarme?

-Obvio.-Dijeron Marizza y Luján menos Luna que dijo lo contrario, todas las miradas se dirigieron a esta última.

-¿Digo yo que el chico se tendría que lanzar primero no?

-Ay Luna, ¡no seas anticuada!

-Adri ve y dile todo, verás que cae rendido a tus pies.

-¿Sabéis qué? Lo voy a hacer, ¡a la mierda todo!

-¡Esa es mi amiga!

Escuche gritar a Marizza, pues ya había salido de la habitación.
No sin antes pasar por su habitación, donde le pregunte a Guido si sabía dónde se encontraba.

-Está en la sala de estar.-Me aseguró.

Yo entusiasmada me dirigí a donde Guido me había indicado, tenía una sonrisa de oreja a oreja.

Venga Adriana, tú puedes.

Me armé de valor y abrí la puerta, al parecer estaba casi vacío. Solo había un par de chicos de cursos mayores.

Conforme iba buscando iba perdiendo las esperanzas de que Pablo estuviera allí. Hasta que llegue a la biblioteca.

Ojalá jamás haber llegado allí.

Pablo estaba sentado en la mesa, besándose apasionadamente con una chica de cuarto año. La chica posaba sus brazos en el cuello del rubio mientras este mantenía los suyos en su espalda baja.

Me sentía ridícula, era una estúpida. ¿Cómo podría pensar que le gustaba a Pablo? De seguro todo lo que pasó esa noche debajo de la lluvia no era más que una apuesta o simplemente quería aprovecharse de mí.

Me fui corriendo del lugar, no quería que nadie me viera y menos él, no quería que observará como lloraba por él. Me encerré en los baños y comencé a llorar en silencio, mientras en mi cabeza no paraba de retumbar la palabra "estúpida" que eso era lo que era.

Las lágrimas comenzaban a deslizarse con rapidez por mis mejillas y lentamente las mariposas de mi estómago morían.

Era la primera vez que me pasaba algo así, en España nunca había tenido un novio y nunca me había gustado alguien. Me pensaba que Pablo iba a ser mi gran primer amor, pero me equivocaba.

Marizza tenía razón, solo era un borracho, niño de papá y un mujeriego. Solo podía decir y pensar una cosa:

Vete al infierno Pablo Bustamante.

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DESTINO || Pablo Bustamante. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora