Capítulo 46

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Hola! esta vez solo paso a dar las gracias por los bonitos mensajes, por votar y comentar la historia. Me hace mucha ilusión cada uno de sus mensajes y me divierto mucho leyendo cada una de sus reacciones a los diálogos y sucesos que van surgiendo a medida que se desarrolla la historia. Espero que sigan disfrutando de leerla y cruzo dedos para que las musas sigan rondandonos.

PD: Ojála que Acapulco siga regalandonos momentazos y que Vivianz_49  se digne a escribir. Amén.

— Se me había olvidado que era posible dormir tantas horas seguidas de manera ininterrumpida. — con mejor cara y con un evidente cambio de ánimo hizo Mayte su aparición en la terraza luego de una larga y reparadora siesta, que parecía haber acabado con su cansancio y con su malhumor, para fortuna de Manuel — Hola... — saludó con una sonrisa tímida pintada en los labios mientras avanzaba un par de pasos hacía él.

— Hola... ¿Puedo suponer que ya vuelvo a caerte bien o tengo que seguir en mi papel de menso? — interrogó encargándose de enfatizar en las ultimas palabras, mismas utilizadas por ella horas atrás en un momento de molestia. Y fue el recuerdo de aquello lo que se encargó de teñir de rojo su pecho y no precisamente los contados minutos que había estado expuesta al sol el día anterior — ¿debería tomar eso como un sí?

— Lo siento... — murmuró apenada clavando la vista en sus manos, que se encargaban de torturarse entre sí.

— ¿Y eso por qué? ¿qué hiciste?

— Ya Manuel, que me da vergüenza. — vacilante terminó de acercarse a la tumbona en donde él descansaba y, tras quitarle la copa de vino que bebía y dejarla a un lado, se sentó sobre sus piernas — Son las hormonas del embarazo — intentó justificarse poniendo cara de pena y disminuyendo considerablemente el tono de su voz.

— ¿Las hormonas del embarazo? — insistió en molestarla aun ante el riesgo de evocar a su malhumor — Yo que pensé que habíamos acordado que no le adjudicaríamos todos tus males al embarazo.

— ¡Gordo! — su queja fue seguida de una de sus características carcajadas y ella no pudo resistirse a unirse. En realidad, si recreaba en su cabeza los últimos sucesos, tenía que reconocer que hasta cierto punto le resultaban algo graciosos; reflexionó mientras era testigo del cese de su risa — Lo siento, quizá me pasé un pelín...

— ¿Un pelín? — intervino Manuel soltando una risita burlona que provocó que Mayte pusiera los ojos en blanco. Sin embargo siguió paseando sus manos por su rostro y recreándose en el leve crecimiento de su barba.

— Bueno, me pasé un buen, pero ¿podrías olvidar cualquier comentario ofensivo que pudo haber salido de mi boca en las últimas horas? Por favor.

— Puedo, sí. Sí puedo. — confirmó, y aprovechando su cercanía se aseguró de cubrir de besos parte de su hombro, siguiendo un recorrido lento y gustoso hasta su cuello — Pero no te recordaba tan celosa... — le susurró al oído y Mayte no tardó en esconderse entre su cuello, mostrándose avergonzada ante sus palabras — es que, de hecho, llegué a temer por mi integridad — un manotón en su pecho descubierto fue la respuesta ante sus burlas y el motivo de las siguientes risas.

— ¡No seas exagerado, Manuel!

— ¡¿Qué no sea exagerado?! — totalmente indignado la separó justo lo necesario de su cuerpo para obligarla a darle la cara — Sólo respóndeme si llegaste a considerar lanzarme tu bolsa — en un intento por mantenerse seria la observó morderse el labio inferior, pero poco tardó en que le ganara la risa y se delatara con una de sus carcajadas estruendosas — Es que eres terrible.

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