— ¿Quién? — preguntó al asomarse por la mirilla y no lograr ver más que colores y más colores tapando la vista.
— Tía soy yo — contestó Manu emocionado sosteniendo algunos globos junto a su primo Joss.
— ¡Ay mi vida! dame un momento — le pidió mientras quitaba los seguros de la puerta y se disponía abrir para encontrarse con su sobrino, pero no solo se encontró con él al abrir la puerta sino también con Joss, Manuelito, Lucerito y suponía que Manuel, porque los globos no le dejaban ver la cara, pero ¿quién más sino era él?
— ¡Sorpresa! — gritaron los tres niños al unísono lanzándose a sus brazos con todo y globos de por medio, llenándola de besos y abrazos.
— Sopesa — gritó Lucerito segundos más tarde repitiendo la acción de su hermano y de quienes conocía como sus primos, haciéndolos reír a todos aunque principalmente a los adultos — papá ¡sopesa! — repitió mientras veía a su hermano entrar a la casa luego de liberar a la mujer que hasta hace unas noches desconocía.
— Si... sorpresa mi amor — le contestó Manuel sin embargo a quien observaba era a Mayte y por eso el rubor que adquirieron repentinamente sus mejillas — hola.
— Hola — contestó ella mientras tomaba a la pequeña en sus brazos que queriendo repetir las acciones de los otros niños le había extendido los brazos para abrazarla, labor que fue de gran ayuda para Manuel que no solo había estado con la niña en sus brazos sino también con un pastel en la mano que tenía libre — pasa — lo invitó haciéndose a un lado y liberando a la beba que rápidamente corrió a reunirse con los otros niños — ¿y esto? — interrogó en cuanto estuvieron adentro y sin compañía.
— Es una fiesta de pijamas — contestó señalando a los niños, que casualmente al igual que ella estaban empijamados.
— Así no se dice, se dice pijamada tío — lo corrigió Manu mientras desorganizaba la mesita de centro para "organizar" todo lo que habían hecho comprar a Manuel durante la tarde, quien con los ojos llenos de esperanza observaba en silencio a Mayte, en espera de una negativa de su parte.
— ¿Y tú pijama? — interrogó bajando la voz porque claramente los niños seguían escuchándolos. La pregunta lo tomó por sorpresa y ante la expresión de su rostro ella no pudo evitar sonreír logrando una reacción semejante en él.
— Yo... bueno — mencionó aclarándose la garganta — está en el bolso de la beba, no quería arriesgarme a ponérmela sin antes tener conocimiento de que podía quedarme sin irrumpir tu tranquilidad — le explicó y ella asintió algo complacida con su respuesta.
— Entendido.
— Feliz cumpleaños — mencionó segundos antes de abrazarla — deseo sinceramente poder festejar a tu lado todos los años que vengan por delante — susurró en su oído sin dejar de estrecharla entre sus brazos, mientras los pequeños ahora si totalmente ajenos a ellos organizaban, bueno más bien desorganizaban la sala.
— Gracias — contestó al separarse instantes después con una bonita sonrisa pintada en su rostro y sin dejar de observarse mutuamente.
— Papá ayúdanos — gritó Manuelito captando la atención de los dos adultos.
— Voy... tengo que ir porque no nos van dejar — aseguró.
— Si anda ¿necesitan ayuda? — interrogó acercándose los pocos pasos que él había retrocedido para marcharse.
— No, no — tomando su mano entre las suyas — tú te vas a quedar aquí sentada, esperando que acabemos — le informó mientras la dirigía a una de las sillas de comedor — no tardo, bueno no tardamos — aclaró alejándose de ella y yendo con sus cómplices — manos a la obra pues — entre bromas y risas los observó por algunos minutos adaptar su sala para la "fiesta de pijama". Rápidamente habían empezado a desempacar globos, dulces, pastel, comida, regalos e incluso colchones inflables donde fácilmente cabrían los niños, pero ¿y ellos? Se preguntó y al momento coincidió con la mirada de Manuel que desde donde se encontraba la observaba con una sonrisa pintada en su rostro que ella inevitablemente correspondió.