— Espera — le pidió en cuanto la parte de atrás de su rodilla chocó con la orilla de la cama y fue consciente, bueno más consciente, de hacia donde sus traicioneros pasos la dirigían.
— Lo siento — susurró apenado, aun así no fue capaz de separarse un centímetro — es difícil estarse quieto — confesó, aunque ya sus manos que se movían con vida propia alrededor de la cintura femenina lo habían dejado al descubierto — sobre todo si te tengo así tan cerca.
— ¿Ah sí?
— Sí y con ese escote tan...
— ¿Tan? — cuestionó divertida observándolo con detalle.
— Tan provocativo — comentó haciéndola reír.
— Soy inocente de cualquier cosa que me acuses — aseguró seguido de un suspiro en cuanto él sin reparo volvió a acercarse a probar sus labios — debo apagar las luces de abajo... ¿te quedas? — interrumpió haciendo que se detuviera.
— ¿Es una invitación?
— Bueno, pueda que...
— ¿Acaso no me vas a dar un sí? — la interrumpió cruzándose de brazos.
— Si, pero voy a apagar las luces primero — mencionó saliendo de la habitación — ¡no tardo! — aseguró perdiéndose de su vista, dejándolo nuevamente solo, bajo la mirada de un atento Igor que se hallaba sentado en un estante y que al igual que muchos estaría fascinado por tener detalle de lo que acontecería entre aquellas cuatro paredes color crema.
— Bueno, necesitamos un poco de privacidad — comentó acercándose y dándole vuelta al peluche siendo sorprendido por ella que tal como lo mencionó no se tardó, fueron aproximadamente cinco minutos entre que bajó, apagó las luces y volvió a subir, el tiempo suficiente para que reconfirmara si era lo que quería en ese momento de su vida o por el contrario para que se arrepintiera, por eso cuando se giró para observarla su semblante se tornó serio.
— ¿Pasó algo? — interrogó ante su repentina seriedad mientras se acercaba, un poco más relajada que él.
— No lo sé la verdad, dime tú, ¿pasó algo? — interrogó vacilante — ¿debo irme o aún puedo quedarme?
— La cama es bastante amplia... — incluso lo era para los cinco, si le sumamos la culpabilidad de ella, el miedo de él y el Igor, otro Igor, uno que pretendía acompañarlos a dar vueltas sobre, la hasta ahora, arreglada cama — haría falta saber más bien si quieres quedarte — mencionó ella igual de vacilante jugando con el dije que colgaba del cuello de él.
— ¿Te queda alguna duda de eso? — interrogó tomándola de la cintura y haciéndola reír cuando de un tirón la atrajo a su cuerpo.
— Pues nunca está de más preguntar — aseguró jugando ahora con el cuello de su camisa mientras él lo hacía con su cabello que le impedía el contacto directo contra la blanca piel — ¿qué hacías con mi Igor? — curioseó.
— Pidiéndole un poco de privacidad, ya acabó el horario familiar y pasamos a clasificación "C".
— ¡Manuel! — lo regañó entre risas — mis vecinos son reservados así que te pido por favor discreción — manifestó en tono de broma.
— O sea que me reservo todos mis... — y bastó un leve sonido de su parte para que ella saltara a taparle la boca mientras se carcajeaba llena de vergüenza.
— Manuel no, que pena viejo — mencionó entre risas sin descubrirle la boca — ni se te ocurra volver a hacer eso, que vergüenza — expresó mientras lo veía reír al igual que ella.