Capítulo 13

608 52 22
                                    

Desde hace muchas lunas la sensación de desconsuelo no le arropaba el alma como esa noche hasta el punto de sentir que el dolor no solo le calaba el alma sino también los huesos, tenía la intención de permanecer despierta sin embargo sabía que no importaba cuantas horas permaneciera a la espera de que dicha sensación se esfumara de su cuerpo porque de sobra sabía que aquellos malestares solo el tiempo los enterraba, o por lo menos era el tiempo el único capaz de hacerle creer que todo pasaba, incluso el dolor. Traicionada, dolida y enojada consigo misma se fue a dormir esa noche, una vez más en su lucha contra aquel amor había salido perdedora, una vez más él ganaba, aunque por su parte él no podía sentirse más perdido en aquel momento de su vida, y así como hace años aquellos enfrentamientos la habían dejado con un compromiso quebrantado y un matrimonio igualmente roto, en esa ocasión solo ella resultaba rota ¿podría llamar ganancia al hecho de solo cargar con la culpa de un corazón roto en vez de dos?

— ¡Madrina! — el gritó de Joss la mañana siguiente desde la planta baja la sobresaltó y aunque en cualquier otra ocasión le habría robado la calma, la poca que había recolectado meditando, ese día le devolvió más bien el alma al cuerpo tanto entusiasmo de su sobrino.

— No grites mi amor — le escuchó a su hermana decir mientras ella apagaba la música que usualmente colocaba para meditar y se apresuraba en bajar antes que al niño se le ocurriera subir y se topara con algunos regalos que había comprado para esa navidad.

— ¿Pero que es esta invasión tan divina? — gritó sin notarlo, mientras rápidamente se acercaba a los dos niños que saltaron a sus brazos en cuanto la tuvieron al frente — ¿Cómo están mis amores? — les preguntó mientras los llenaba de besos bajo la mirada de su hermana Isabel.

Muy bien tía contestó uno de los niños mientras las dos hermanas se saludaban en un cálido abrazo.

¿Cómo estas gordita?

— Bien y tú, que ganas las tuyas de despedir el año — bromeó mientras se separaban y le echaba un vistazo a la desordenada casa — ¿rojo y plateado? — curioseó mientras veía las bolas de dichos colores que empezaban a adornar el árbol.

Me parecía que se veían bien mencionó queriendo convencerse de que su elección también se debía a ello ¿no te gusta?

— Si, se ve muy bien.

Tía vamos a una fiesta — las interrumpió Manu animado, dando brincos entre algunas cajas que el día anterior ella no había tenido la voluntad de recoger.

— ¿Ah sí? Como esta eso de que tiene una fiesta.

Parece que tú también tuviste una comentó Isabel desde la mesa de centro con la caratula del nuevo disco de Mijares en la mano y una copa a medio beber en la otra mientras la miraba con los ojos llenos de preguntas que claramente Mayte no pensaba contestar en ese momento.

¿Tuviste una fiesta tía? cuestionó Joss con su ceño fruncido, evidentemente disgustado — ¿por qué no nos invitaste?

— Es un decir mi amor, no tuve ninguna fiesta — aseguró abrazándolo y quitándole el enojo con un par de cosquillas — mejor cuéntenme quien cumple años haciendo caso omiso a la mirada acusadora de su hermana, tomó asiento con un niño a cada lado mientras Isabel incapaz de lidiar con el desorden empezaba a recoger las cosas que encontraba a su paso, entre ellas un sobre blanco que encontró tirado debajo de la mesita de centro, a Mayte se le había pasado por desapercibido, pero pertenecía a la misma bolsita del CD por el que el día anterior Manuel había rogado en la disquera pare llevárselo a ella.

CulpablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora