Capítulo 34

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— Houston, tenemos problemas — con aquella frase sin pisca alguna de gracia, se topó Fernanda al descolgar el teléfono aquel lunes por la tarde mientras daba vueltas por la cocina, en busca de un último ingrediente para adicionar al estofado que preparaba.

— ¿Ale? — confundida se detuvo a mitad de la estancia a la espera de una respuesta que no llegó y mientras escuchaba el silencio al otro lado de la línea decidió ponerla en altavoz para continuar con sus labores, antes de que sus hijas y su esposo estuvieran de regreso a casa — ¿Alejandra, estás ahí?

— Si, perame tantito que voy saliendo de casa de Mayte y estoy llegando al coche.

— Ah no te preocupes, tomate tu tiempo... por cierto, ¿cómo está? — se interesó en saber, puesto que ya llevaba un par de días sin recibir sus llamadas en busca de claridad, ante cualquier curiosidad o duda que le surgiera en algún momento del día.

— ¿Mayte? Tiene el "síndrome Isabel", estuve toda la mañana con ella y no hizo más que llorar.

— Que penita, las hormonas no son de ayuda — aseguró la morena riendo un poco, sin imaginarse siquiera la complejidad de la situación. Mientras que del otro lado de la línea Alejandra soltaba un suspiro, porque si las hormonas no eran de ayuda, aquel corazón deshilachado con el que se había encontrado esa mañana, tampoco lo sería.

— Deja tú las hormonas, Isabel se enteró que vamos a ser tías y puso el grito en el cielo — soltó sin dar mucha vuelta. Y tras adueñarse de aquel título, que la castaña ese día en medio de su desconsuelo le había otorgado por primera vez, sin siquiera caer en cuenta, despertó en Fernanda la ilusión que hasta ese entonces procuraba mantener adormecida.

— Caray — murmuró y una risita nerviosa se le escapó de los labios — ¿ya es oficial?

— ¿Ah?

— Que va a tenerlo.

— Ah... sí, me lo confirmo hoy — expresó, más emocionada de lo que había esperado sonar, pero poco le importó — la verdad está muy decidida, a pesar de todo el embrollo en el que se encuentra.

— ¿Sucede algo más? — cuestionó Fernanda, sin entender el porqué de sus palabras — ¿acaso "él" no quiere? Porque si es así Mayte no tiene por qué preocuparse, no tiene a nosotras y...

— No, no, nada de eso; es solo que a Mayte no le está cayendo muy bien que digamos — comentó sin la mínima intención de profundizar sobre el tema. Finalmente, no era ella a quien le correspondía dar a conocer información acerca de aquella pareja, aunque siempre terminara en medio.

— Bueno ni cómo ayudar en eso, pero volviendo al tema, me decías que Isa no lo tomó bien.

— No, de hecho, lo tomó muy mal porque no está de acuerdo con Mayte que tenga a la criatura.

— ¿Qué? Pero ¿por qué?

— Según lo que me comentó May, Isabel está relacionando su perdida con la mala praxis de la operación y más que enojada porque se lo hubiera ocultado, se mostró aterrada ante la idea que pudiera pasarle algo.

— Bueno es mamá gallina y aunque esté un poco fuera de lugar esa asociación que hace, es apenas comprensible su temor — manifestó Fernanda poniéndose en sus zapatos y aunque pretendió no recordar aquellos momentos, le fue inevitable revivir la angustia latente de Isabel, e incluso propia, ante la idea de desprenderse de su otra mitad para siempre.

— Lo sé, pero no es momento, además no hay espacio para tantos miedos — mencionó Alejandra sacándola de sus pensamientos — por eso estaba pensando en que nos reunamos en tu casa el sábado.

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