Capítulo 5

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Reunidas en la mesa de comedor el grupo de mujeres comentaba las posibles opciones de lugares en donde festejar la navidad, que parecía acercarse a pasos agigantados comentaba su madre, aunque a ella no le parecía así puesto que luego de haber dado los últimos conciertos a mediados de noviembre el tiempo había parecido detenerse para ella o quizá se debía al cambio de horario, se decía en las noches de insomnios interminables mientras miraba al techo en busca de respuestas de preguntas que ni siquiera se hacía. Se llevaba un bocado de comida a la boca cuando escuchó mencionar a una de sus hermanas que el mejor destino de ese año eran las tierras de su madre, puesto que sería bueno iniciar el año en donde estaban gran parte de sus raíces, a ella no le pareció mala idea aunque la sugerencia de Mimi de escaparse a la playa tampoco se veía nada mal, mientras Isabel como siempre defendía que ningún lugar era mejor para pasar esas festividades que su preciado rancho, por el camino que tomaba la conversación dedujo lo que pasaría, seguramente Mimi se iría a pasar el fin de año en la playa y a ese plan se sumaría su hermano Alfonso, mientras Agustín preferiría como siempre la compañía de su madre que seguramente decidiría pasar el año en sus tierras como lo había sugerido Gaby, Isabel y su tropa emprenderían camino al tan adorado rancho y ella se quedaría en casa, argumentando que comería con algunos amigos y despediría el año con algunos otros, al final lo diría para no tener el mismo argumento de otros años, que no tenía nada de malo pasar el fin de año sola pero bien sabía que de alguna manera aquello era una forma de protegerse ante la sensación de extravío y aunque no tenía nada que ver el trato que sus hermanos y familias de estos le daban preferiría ausentarse antes que arruinarles el rato en algún momento de quebrantad. Con los años pensaba que aprendería a controlar aquella sensación, sin embargo no dejaba de anhelar la existencia de un lugar establecido única y exclusivamente para ella, como el Isabel en el pecho de su esposo, el de su hermano Agustín en los brazos de su cuñada o el de su madre en el recuerdo del infinito amor a su padre, quería creer que algún día encontraría un lugar así o por el contrario dejaría de sentir que lo necesitaba.

— Mayte — la llamó Gaby interrumpiendo sus pensamientos y haciéndola regresar a la realidad — ¿estás bien hermana? Has estado muy callada, más de lo habitual — comentó haciendo que los ojos de las otras cuatro mujeres, que habían preferido callarse cualquier comentario hasta el momento, se posaran en la rubia.

— Es cierto hija ¿sucede algo?

— No, solo me estaba acordando de algo — contestó llevándose comida a la boca para evitar así que le preguntaran alguna otra cosa — ¿qué? — cuestionó al notar que no dejaban de verla.

— Carmen te preguntaba si querías un poco más — ella giró y observó que en efecto Carmen estaba junto a ella, al parecer desde hace tiempo ya.

— Oh... no, así está bien, gracias Carmencita— mencionó regalándole una sonrisa a la mujer que ayudaba en la casa de su madre desde hace ya bastante tiempo y que siempre se desvivía por atenderlas bien.

— ¿Segura que estás bien Chi? — interrogó Isabel con un deje de preocupación, lo llevaba en la sangre.

— Si, segura — contestó — ¿cuándo vuelve mi cuñado? — preguntó en una clara intención por cambiar el tema.

— Mañana en la tarde — le contestó su hermana mientras la veía jugar de nuevo con la comida, la rubia parecía ni siquiera darse cuenta de lo que hacía.

— Que bueno hija ¿y la pequeña Liz?

— Vendrá con él — respondió Isabel animada de tener de vuelta a su hijastra en casa — Joss se volverá loco cuando la vea — río.

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