Capítulo 8

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— Mayte por favor — alegó pasándose las manos por la crecida barba en un claro gesto de desesperación.

— ¿Por favor que Manuel? replicó frustrada.

— Me estas colmando la paciencia.

— Pero ¿qué? ¿Yo te estoy colmando la paciencia? — rió o por lo menos eso intentó hacer tú estás colmando la mía ¿quién te crees? ¿Como por que te metes en donde no te llaman? interrogó sin obtener respuestavamos, explícame desde cuando pasó a ser tu problema si hablo o no alguien porque por lo menos yo hasta ahora me vengo enterando que tengo que rendirte cuentas a ti.

— Tu no lo entiendes, esa ingenuidad tuya no te deja ver más allá de tus narices Santa Teresa ella abrió la boca indignada y agradeció mentalmente el estar a una distancia reservada.

— Manuel cállate ¿quieres? Sorprendentemente cada que abres la boca es para decir algo peor de lo ya dicho... ni si quiera entiendo que es lo que me sorprendemurmuró mientras se marchaba más que resignada con el final inesperado de lo que en un inicio parecía ser una buena noche.

— ¿A dónde crees que vas? alegó jalándola del brazo y acercándola a él tu y yo no hemos terminado de hablar.

— ¡Suéltame! — sus miradas se encontraron fijas por primera vez durante aquella discusión, los dos pares de ojos se habían tornado de un café oscuro que por primera vez conocían y estaban tan metidos en aquella guerra de miradas que ni siquiera notaron en que momento fue que dejaron de estar solos.

— ¿Manuel sucede algo? Me pareció oír que discutían la recién llegada no tuvo reparo en pasear la mirada de uno al otro, como lo había estado haciendo una buena parte de la noche, mirada que ambos prefirieron evadir.

— Nada Lucero, nos dejas solos un momento por favor.

— Pero me pareció escuchar que gritaban ¿sucede algo?

— Lucero por favor, ya te dije que nos dejes solos...

No pasa nada Lucero, discúlpame por favor — interrumpió aprovechando su presencia para liberarse del agarre de Manuel, estando su esposa ahí no podía evitar que se marchara o por lo menos eso pensaba fue un gusto verte — comentó mientras le regalaba a ella algo parecido a una sonrisa — permiso, se me hizo tarde y me están esperando — anunció antes de alejarse a pasos apresurados.

— ¿Me puedes explicar qué fue eso José Manuel? — interrogó Lucero en cuanto Mayte se perdió de su vista y notó en su esposo claras intenciones de marcharse.

— Ahora no Luceromientras se alejaba apresuraba el paso esperando encontrarla aún cerca y deseando no toparse en el camino a el causante de aquella discusión porque no tendría reparo en decirle unas cuantas verdades en la cara antes de que acabara la noche te dije que no hemos terminado de hablar expresó en cuanto la alcanzó frente a su auto lista para partir y no dudo siquiera un segundo en volverla a sujetarla del brazo para evitar que se marchara dejándolo allí con ese mal sabor de boca.

— Me sueltas ya o no voy a tener reparo alguno en hacer que me sueltes amenazó con su mirada vidriosa producto del enojo.

— Te suelto, pero de aquí no te vas hasta que hayamos hablado — aseguró aún colérico pero dispuesto a bajar la guardia con tal de acabar con el asunto de una buena vez.

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