Hola otra vez por aquí, después de tanto tiempo. Solo paso, además de para dejarles el capítulo, a decirles que espero que se encuentren bien y que siga alguien con vida del otro lado de la pantalla dispuesto a continuar sumergiéndose en la historia.
También paso a decirles que al terminar de escribir este capítulo en particular he quedado con la sensación de que nos acercamos al final de la novela; nunca supe cuándo la acabaría, ni siquiera si lograría desarrollarla como quería, pero ahora parece encaminarse por si sola al final, supongo que entonces es así como debe ser. De igual forma no descarto por completo la posibilidad de escribir otra historia, pueda que la misma pero en un espacio de tiempo diferente. Quiero que sepan que siempre estoy leyendo sus mensajes, sugerencias y comentarios sobre lo qué esperan que suceda o cómo esperan que se desarrolle la historia. Siempre los leo, aunque parece que no (sobre todo cuando me piden que atualice). Así que no duden que estaré leyendo cualquier sugerencia/reclamo/idea que tengan para hacer.
Disfruten mucho la lectura de este nuevo capítulo de la historia y vívanla tanto como yo cuando la escribo. 💗
Aquel día no hubo más que discutir, porque si de por sí ya resultaba difícil hacer cambiar de parecer a Mayte, con Doña Mimi la dificultad se multiplicaba diez veces más. No había mujer más terca y predispuesta que ella, y era esa la razón principal de sus conflictos con Mayte, quien para su pesar había heredado su predisposición y determinación cuando se le metía algo en la cabeza. Sin embargo, no era aquello lo único que compartían y lo (re) descubrieron durante los días siguientes, en medio de sus reuniones durante la tarde para rezar rosario, las inacabables pláticas en el jardín a la hora de la merienda, sus juntadas para tejer, e incluso durante aquellos momentos del día en los que se evitaban para estar solas... o en compañía de alguien más.
— Fíjate que justo eso platicaba con Isa el otro día. Porque lo que no queremos es que se perciba como un regreso si al fin y al cabo no será más que una gran celebración.
— Pero no sé, quizá no deberían descartar la posibilidad de que se trate de un regreso. La gente sigue muy pendiente de ustedes... — le aseguró Elena, que como admiradora de su carrera podía dar fe — ¿o ya no les gustaría volver a los escenarios?
— No. No sé, es que supongo que ya no se trata solo de eso... — le confesó a su enfermera y fiel compañera de paseos vespertinos. Y de repente se vio considerando que aquella descabellada idea de Isabel y Fernanda de hace años de dejar los escenario, hoy no lo era tanto — es también cuestión de prioridades. Y supongo que en este momento no contemplo que subirme a un escenario sea una de ellas.
— Tiene sentido... pero recuerde que elegir ser una cosa no tiene por qué privarnos de ser muchas otras más.
— No, no tendría. — concordó la rubia, aunque en ese momento se sentía que era un poco así.
— A ratos parecerá que es así, pero procure recordarse siempre que no lo es. — repitió Elena mientras Mayte se encargaba de crear aquella nueva nota mental, esperando que su muy mala memoria de embarazada le permitiera recordarlo cuando fuera necesario — Es cuestión de encontrar un equilibrio, pero de que se puede, se puede.
— ¿Cuántos miedos y culpas te ha ahorrado tu profesión? — preguntó repentinamente luego de un rato en silencio disfrutando del aire fresco de aquella tarde de septiembre — Me imagino que ha sido de mucha ayuda el conocimiento extra.
— Tener algún conocimiento extra me ha servido como indicador de qué cosas hacer ante determinadas situaciones. Pero el miedo y las culpas no se van, son constantes y además proporcionales a las edades de los niños. Crecen junto a ellos — reconoció para su pesar.