Capítulo 36: Al fin juntos

11 2 36
                                    

Ya de vuelta frente a Yerichi, Zalamatrusta no desistió y concluyó con la absorción liberando el aparato del cuerpo del resucitado, cubierto por la sangre del mismo.

- Si me hubiese molestado en revisar mis heridas... - Se lamentó el resucitado, llevándose la mano a la herida para comprobar que estaba totalmente manchada de sangre y que era algo más grave de lo esperado, pues esta no cicatrizaba y si ya andaba escaso de fuerzas por la falta de energía mágica, la pérdida de sangre iba a ser su final.

- ¡Ahora, a por él! - Amortedla y Angostlino avanzaron a toda velocidad hacia el cuerpo de su adversario, rodeándole uno hasta alcanzar las espaldas y el otro yendo de frente. Desenvainaron sus espadas y apuntaron al cuello, logrando decapitarlo sin mayores dificultades.

Al ver aquella escena, el pájaro de ojos púrpura y plumas negras posado en el hombro de Yerichi se estremeció, comenzando a emitir gritos de pena e incluso llantos. Sin embargo, algo le silenció, al igual que al resto de los presentes. Del cuerpo de Zakutush emergió una esfera brillante. Su tamaño no era mayor al de una cánica, con la que compartía una caprichosa mezcla de colores. Además, emitía una luz delicada, incapaz de vencer a las penumbras, pero que aún así era acogedora para el que la necesitara. 

Se trataba, según Zalamatrusta, del alma de aquel que fue resucitado y que ahora retornaba a la estrella Peva. Era cierto que el poder ver el alma de un fallecido era altamente complicado, mas no imposible. Se suele dar sobre todo ante personas cuyo rastro de energía es extraordinario, con independencia del número de canalizadores que pudiera tener su cuerpo para poder aprovecharlo.

- ¡Hemos acabado con uno! - Exclamó Zalamatrusta. - ¡Estamos cada vez más cerca de la victoria! ¡Vayamos, hermanos y hermanas, a seguir luchando por nuestra tierra! - Pero el ánima no terminó de ascender, sino que permaneció en el aire, inmóvil. De sopetón, avanzó hasta el cuerpo de Yerichi y se introdujo en él a través de la nariz. El cuerpo del miembro de los Pactados de Sangre del I comenzó a sufrir convulsiones y a balbucear algunas palabras, aunque se trataban más bien de ruidos incomprensibles. Tras ello, la parte superior del cuerpo se dejó caer, como si se tratara de un muñeco que se ha quedado sin cuerda. Aunque no transcurrieron demasiados segundos para que regresara, junto a un alegre aleteo del pájaro.

- Jamás pensé que volvería. - Pronunció Yerichi, observando sus brazos. - Así sí da gusto volver a la vida, bajo tu cuerpo original. Esta sensación, la sangre corriendo por las arterias y venas, respirar hasta que tu pecho se expanda lo más que puede... Echaba de menos estar con vida.

- ¿A qué te refieres? - Preguntó Zalamatrusta, sin terminar de creer lo que acababa de suceder.

- Si no te importa, ponme al día de todo lo que ha ocurrido, por favor. - Le pidió Yerichi a su pájaro, que emitió un intenso sonido impropio de un animal de su especie y que recordaba a un alarido de alegría. Los ojos del pactado se rodearon de un haz de luz rojizo mientras su mirada se perdía en la nada por unos instantes. - Ya veo... - Murmulló. - Has hecho un buen trabajo. - Le felicitó a la vez que le acariciaba la cabeza. - Ha tenido que ser una larga espera, querido amigo. Tantos años velando en soledad por nuestra meta común. - El pájaro liberó unos sonidos suaves, aceptando las caricias de su dueño. Sin embargo, en cuanto observó que los escoltas de la reina volvían a la carga, alertó a su dueño. - No te preocupes por estas escorias. - Yerichi invocó a dos pájaros de ojos verdes que a continuación liberaron un poderoso hechizo de Castigo, que lograron evitar. - Me temo que hasta ahora ha habido una gran confusión. - Comenzó Yerichi, atrayendo la atención de todos. - Si me permiten hacer una presentación, yo soy Yerichi, miembro y líder de los Pactados de Sangre de Lord Ishamaek I, el Fundador. - El I, que hasta ahora había permanecido al margen de la escena sonrió.

Kasuta || La tierra jamás fundadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora