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Minho hyung... — musitó Jisung, con la voz extrañamente temblorosa —. Usted...no tiene que hacer eso, ¿está seguro?

—M-me estoy ofreciendo, así que tómalo o déjalo. — Tan lindo, intentando verse seguro de sí mismo. Jisung solo tenía unas enormes ganas de tirarlo a la cama y presionarlo contra ella.

—En ese caso, lo tomo — y sonrió un poco. Su cerebro se sentía desconectado por momentos. No podía evitar sentirse atraído por la apariencia dulce y avergonzada de Minho.

En su cabeza, sabía que no podía actuar con Minho como si él fuera cualquiera de las chicas con las que se acostaba normalmente, probablemente porque evidentemente, Minho no lo era. Minho era su hermanastro y amigo y aquel encuentro era solo una manera de...ayudarlo a experimentar. Así que Minho no era una de las chicas con las que Jisung se acostaba, pero en su cabeza algo le nublaba la razón diciéndole que era más lindo que todas ellas.

Se acercó a su cuello pálido, colocando sus manos delicadamente en sus caderas desnudas, y tomó una bocanada larga del aroma de su piel, comenzando a dejar besos húmedos por toda la suave superficie, sintiendo fuego dentro de su pecho cuando Minho soltaba pequeños siseos y jadeos, probablemente aún sensible de su anterior orgasmo. Jisung tomó con mucha más confianza sus piernas suaves y desnudas, y las acarició con las palmas ásperas de sus manos.

—Ah...¿su-supongo que esto ayuda? — preguntó Minho nerviosamente, Jisung asintió, sin poder prestarle la atención que su palabra merecía, debido a la gran parte de su conciencia que se había llevado el hecho de que estuviera rellenando sus sentidos con la esencia de lo que Minho era. Él subió sus manos a sus pezones solo para escucharlo gemir, y parecía fuera de razón. Minho no sabía cómo se supone que debía de reaccionar a ello —. Mierda, Sung, ¿no se supone que yo te ayudaría esta vez?

Jisung respiró, y asintiendo se separó con la cara roja y el semblante distante. Se acostó en la cama tranquilamente y comenzó a desabrochar su pantalón de chandal. A Minho se le cortó la respiración. No sabía qué, había algo nuevamente tabú en aquello. Ya no era Jisung haciéndole un favor, era el factor de Minho devolviéndoselo el que ponía las cosas extrañas. Sus piernas temblaban mientras esperaba que su hermanastro se acomodase.

Tiró directamente de sus pantalones y boxers y los retiró, luego dirigió sus ojos hacia él
—: Venga aquí, hyung — Minho obedeció. Caminó algunos pasos hasta acercarse a él. Jisung tomó su mano —. Sobre una de mis piernas — Minho asintió, con su suave piel sonrojada. Se sentó sobre una de las piernas de su hermanastro y esperó instrucciones. Él solo esperó instrucciones y eso calentó el pene de Jisung de una manera en la que nada nunca lo habría hecho. Ubicó lentamente la mano de Minho sobre la punta erecta de su pene, como si le enseñara algo a un niño pequeño, y soltó un jadeo cuando Minho agarró la extensión de su pene con timidez, casi sin poder mirarlo, mordiendo su labio inferior, y comenzó a moverlo lentamente de arriba a abajo. Era insano que nisiquiera fuera el toque torpe e inexperto el que llamó a las gotas de pre-semen a salir emocionadas de su miembro, sino el tacto de las suaves manos de Minho, la mirada tímida y hambrienta de sus lindos ojos, fijos ahora en los abdominales y brazos que se daban a relucir a través de la camisa sin mangas, y ese lindo labio inferior que solo quería morder. ¿Qué mierda le estaba pasando a su mente? Se preguntaba.

Minho continuó con aquel toque, subiendo su manito de arriba a abajo y de abajo hacia arriba. Sus piernas estaban tensas el rededor de una de las suyas, su pecho subía y bajaba sin uniformidad, y sus ojos de vez en vez se desvíaban a los suyos y Jisung le brindaba una sonrisa que no sabía de dónde derivarse. Las nalgas de Minho chocaban eventualente contra su muslo, cuando emocionado por el acto que concebía daba pequeños saltitos desnudo. El suave roce de aquella deslumbrante piel contra la suya era como si le dieran el olor de un delicioso postre, y el olor tan solo, sin probada alguna. En un impulso, no pudo evitar elevar la rodilla para sentir más estrechamente el tacto de la suave piel de esta área, y Minho jadeó. El toque lo volvió loco, su ritmo comenzó a ser demasiado lento.

—Más rápido, hyung...

—Ah- claro — susurró nerviosamente, apoyándose de su otra mano para rodear la base del glande, con la otra comenzó a subir y bajar con un ritmo más rápido, dando pequeños saltitos sobre la pierna de Jisung debido a los nervios.

Entonces, Jisung hizo algo loco. Tomó a Minho del brazo y lo tumbó sobre la cama de espaldas, y se coló entre sus piernas como se cuela un perro hambriento en un restaurante. Se encontró con su rostro abrumado frente a frente, donde sentía contra la suya su recta nariz y su caliente aliento se mezclaba con el suyo. Su codos se apoyaron nuevamente a ambos lados de su cabeza, y él susurró
—: Continúa — con una voz tan grave como Minho no lo había recordado hablar en su vida. Jisung ni siquiera se molestó en usar el honorífico y eso hizo a Minho temblar cuando un extraño sentimiento de inferioridad y sumisión le sacudió el cuerpo de arriba a abajo. Él no se dió un tiempo para confundirse, porque había dejado de pensar quizá en el momento en que Jisung lo había volteado sobre la cama y se había colocado sobre él.

Dirigió su torpe mano nuevamente hacia el pene de su hermanastro, masturbando con la poca técnica que había adquirido hasta el momento. Jisung levantó su camisa de pijama para comenzar a acariciar sus pezones, y las caderas de Minho se elevaron inoncientmente buscando contacto, y entonces, sus glandes se tocaron. Fue una corriente demasiado inesperada para su pobre corazón, profirió un débil gemido contra el rostro de su hermanastro. Jisung siguió maltratando su pezón como si nada, mientras prácticamente embestía la mano de Minho guíando sus movimientos. Él tenía la cara roja, y no podía evitar sentirse sobreestimulado por la vista de en frente suyo. Aquellos músculos tensos y apenas sudados, y el semblante duro de Jisung cuya mandíbula se curvaba hacía el lado y presionaba duramente los dientes como si algo le costara, y su ceño se fruncía levemente. De vez en cuando, sus embestidas tocaban su sensible y animado pene, y Minho no podía evitar jadear, mientras los toques en sus pezones lo dejaban cada vez más sensible.

Jisung alzó su cuerpo, reposando su mano en el respaldo de la cama para comenzar a masturbarse por sí solo. Minho tuvo una vista panorámica de los músculos de sus brazos, su cintura delgada, su atractiva pelvis y su pene, venoso y parcialmente morado. Minho acercó una mano a su propio y nuevamente duro pene, masturbándose silenciosamente, mientras su cuello se curvaba inevitablemente. Jisung movió la mano que masturbaba su propio glande a un ritmo frenético, observando aquella encantadora expresión de Minho. Los ojos volteados hacia arriba, el cuello arqueado, los labios semi-abiertos, los cachetes sonrojados. Era exactamente eso a lo que se refería: todo lo que su cuerpo exudaba era sumisión y deseo de cosas más grandes y más fuertes de las que pudiera soportar.

Cuando Jisung finalmente se corrió, fue un orgasmo casi accidental. De repente, había semen sobre los ligeros abdominales de Minho, sus pezones, y algunas gotas que se deslizaban por su barbilla. Para entoces, Minho quizá había tenido su segundo orgasmo en la noche y su semen salpicó la pelvis de Jisung y se deslizó por sus piernas. En el rostro un hilo de saliva le corría por la comisura de la boca, su pecho subía y bajaba con fiereza, y en el abdomen brillaban además de sus rojos pezones el semen blanco hasta sus muslos. Más hermoso que cualquier famoso retrato, aquel rostro rectilíneo deformado.

Finalmente, Jisung se disculpó
—: ¡Oh dios, lo siento! — y Minho no sabía cómo sentirse. Extasiado, si le era permitido.


Gatito ✨ HanknowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora