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El sonido del timbre del celular fue casi incómodo contra su oído. Se sentía como un niño pequeño que había cometido un error y ahora los adultos debían de hacerse cargo de él. Sobretodo porque estaban Seungmin y Changbin a ambos de sus lados, sin mirarse, solo mirándolo a él, y la mano de Changbin estaba en su hombro, dándole caricias de aliento a pesar de qué no tenía idea de qué había pasado. Se sentía un poco culpable, quizá no debería haberlo dejado solo, pero no había manera de que Minho consiguiera una pareja si estaba pegado a él como un chicle. Se dijo a sí mismo que simplemente estaría pendiente de él a cierta distancia, pero falló, y ahora se sentía demasiado conciente de sí mismo, como si hubiera fallado su misión.

Cuando la llamada por fin fue respondida, Minho se sintió aliviado y feliz, y al instante estúpido, dándose cuenta que en realidad no tenía nada que decir.

—¿Minho hyung? — la voz de Jisung sonaba soñolienta, como la sombra de un bostezo. Minho se sintió mal por haberlo despertado —. ¿Qué pasa, cariño?

Cariño. La palabra se le quedó dando vueltas en la cabeza como por horas. Se le oprimió el pecho, se sentía deprimido de una manera que no podía ni explicar. Solo quería...abrazar a alguien. Excepto que ese alguien no podía ser cualquier persona, y de hecho solo podía ser una: Jisung.

—Uhm...mhm... Jisung- yo... — balbuceó como un tonto, porque de repente no tenía nada que decir, solo quería verlo —. ¿Puedo- ir a casa de tu papá ahora? ¿No te molesta? — Rezaba para que Jisung no hubiera notado el hípido silencioso que había cortado su frase.

—¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué pasa?

—Nada...solo...quiero verte. — El silencio del otro lado de la línea pareció ser eterno.

—Escúchame...si te pasa algo, dímelo. Estoy preocupado. No llamarías a esta hora si no-

—Yo...me siento mal, eso es todo — afirmó, casi puchereando —. Ol-olvídalo. Iré a mi casa.

—Eso no fue lo que quise decir. Puedes venir.

—No, ya no hace falta. Yo-

—Estás en la casa de Seungmin, ¿verdad? Voy para allá.

La llamada terminó antes de que pudiera negarse, y dejó caer el celular en su regazo como si de hecho quemara. Su cuerpo entero se sintió muy cálido, sus mejillas se sonrojaron, sintió el impulso de hacer una rabieta, como un niño. No sabía por qué, se sentía muy extraño. Avergonzado, incómodo, sucio, sin ganas de estar allí.

—¿Y? ¿Qué te dijo?

—Él...viene.

—¿En serio? — cuestionó Seungmin —. Eso es genial. Oigan, mi amiga se siente mal y está arriba descando hace un rato, así que voy a verla — avisó, y cuando obtuvo una afirmación de parte de los dos amigos, se volteó y caminó a su cuarto.

Esta no era su idea de noche divertida, pero aún eran como las once y media, y aunque así no fuera, la vida no estaba terminada. Pensó en ello mientras subía para ver a su amiga, ríendo un poco.

Cuando ambos amigos fueron dejados solos, Changbin le dirigió a Minho una mirada inquisitiva.

—Minho.

—¿Qué pasa?

—¿Te gusta Jisung?

Minho negó con la cabeza, pero, como si fuera el mundo del revés, dijo, sin ápice de sonrisa:
—Creo que sí...

—¿Por qué nunca me contaste?

—No sabía cómo... Nisiquiera sabía cómo reaccionarías si de repente te dijera que soy gay.

Changbin soltó una carcajada ahogada, como si algo en aquello fuera muy gracioso.

—¿Realmente crees que me importa? Eres mi amigo, el mejor de todos, nunca te juzgaría por esas tonterías. De todas maneras, yo tampoco soy tan heterosexual que digamos.

—¿Qué? ¿Desde cuándo?, hasta has salido con chicas.

—¡Lo he hecho! Eso no quiere decir que no mire a chicos de vez en cuando- — Minho lo golpeó en el hombro.

—¡Eso tampoco me lo contaste tú, eh!

—¡Está bien! Pongámonos al día luego, pequeño bastardo.

Cuando Jisung escuchó el sonido de la voz débil y llorosa de Minho, supo que algo estaba mal. Debió saberlo, Minho era así: algo frágil. No era frágil por que no fuera musculoso, sino porque era demasiado bueno y gentil para predecir las intenciones de la gente. Jisung no quería armar un dilema: era Seungmin, era su fiesta. Seungmin hacía las fiestas más seguras y amistosas que se podían encontrar en el área: sin alcohol, sin drogas, sin un montón increíble de gente desconocida. Además, era su amigo y lo conocía, así que decidió no preocuparse, aunque se viera obligado a ignorar ese extraño sentimiento de codicia que le arañaba las costillas. Pero ahora estaba preocupado, así que cogió sus llaves y arrancó rumbo a la casa de Seungmin montado en su bicicleta, sin siquiera avisarle a su papá, pero dejándole una nota en la mesa por si acaso se levantaba. Su papá era un desastre: no se levantaría, e incluso si lo hacía, no se enojaría con él.

Cuando llegó, no se sorprendió al ver que Minho le estaba esperando a la salida junto a Changbin, tenía los ojitos rojos como si hubiera llorado. Jisung se acercó enseguida y lo estrechó entre sus brazos, casi levantándolo del suelo. Minho se aferró a todo su cuerpo como una sanguijuela, apresándolo contra sí mismo con sus manos alrededor de su nuca, acariciando sus cabellos, y con la cabeza hundida en su cuello. Jisung le acarició la cintura, sin importarle siquiera que Changbin los estuviera observando. No creía poder estar tan aliviado de estar en los brazos de alguien hasta aquel momento. Minho lucía como un cachorro aferrándose a su dueño después de pasar un mal susto al pensar que sería abandonado. Blendía su cabeza contra su cuello como un gatito, abriendo su boquita para tomar largas bocanadas de aire, y luego aspiraba el olor de Jisung. Se sentía tranquilo, y aunque aún angustiado, nada de eso importaba si Jisung estaba con él.

—Está todo bien. Ya estoy aquí. — Vió como, a las espaldas de Minho, se acercaba con paso lento una figura alta y delgada: Seungmin, de forma cautelosa. Pero tampoco le importó una mierda en ese momento, todo lo que podía ver era Minho. Su olor, la calidez de su cuerpo y la humedad que sus lágrimas dejaban en su camisa —. ¿Vámonos a casa?

—Sí, por favor.

Jisung se separó de su abrazo con Minho, pero se rehusó a soltar su mano, y no es como si él se hubiera resistido siquiera un poco. Saludó a Changbin con una sonrisa y a Seungmin con un apretón de manos desordenado.

—Esto se ve bien. En otra ocasión me quedaría.

—No te preocupes, saldremos de fiesta juntos pronto. Lo prometo — dijo Seungmin.

Terminadas las formalidades, se fueron de allí, agarrados de la mano.

Changbin se dirigió a Seungmin con la cara de un gato erizado.

—Ya me voy también. Solo vine por Minho.

Seungmin le sonrió de lado.

—¿Estás seguro que no quieres quedarte un rato más? — Changbin negó con la cabeza —. Buh, que aburrido.

—Idiota. — Seungmin rió con ganas —. De hecho vivo bastante lejos de aquí, solo vine porque Minho prometió que regresaríamos temprano.

Normalmente Changbin no lo contaría, no es como si Seungmin pudiera resolver su problema. Pero en realidad no se sentía bien largándose solo de allí, incluso si eso tenía planeado hacer luego de dejar a Minho en su casa. No era la primera vez que se iba solo a casa, te acostumbras cuando vives lejos de la escuela, pero la noche lo hacía un poco más...aterrador. No le inspiraban confianza las estaciones de trenes cuando estaban oscuras, mucho menos los trenes en sí. Así que creyó que solo era una forma de su subconciente de pedir ayuda, aunque sabía que no la obtendría. Subconciente tonto.

Le avergonzaba un poco admitir que tenía miedo, Changbin se consideraba bastante imponente. Pero aún habían millones de situaciones en el mundo de las cuales no podría salir en una pieza. Era un poco paranoico al respecto.

—¿Quieres que te lleve? Tengo auto.

Gatito ✨ HanknowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora