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Incluso una vez que su papá ya se había ido, y escuchó la puerta principal de la casa cerrarse, Jisung se quedó muy quieto, perpendicular sobre las baldosas del suelo, a su lado estaba el lavaplatos como divagando junto a él, y sus oídos se agudizaron para poder escuchar los insignificantes ruidos que marcaban la diferencia dentro del silencio de su hogar. Se recostó sobre la encimera de la cocina, agarrándose la cabeza con ambas de sus manos para intentar procesar lo que estaba pasando, lo que había estado pasando todos esos días y que había insistido en no tomarle importancia ninguna. Ambos lo habían hecho, tan esmerados en continuar con su imprudente aventura que no buscaron excusas para detenerse. Jisung estaba agradecido de que no lo hubieran hecho, no se arrepentía de nada, pero justo en aquel momento su mano se movía agitadamente porque su cerebro estaba agitado, agitado imaginando cual debía ser su próximo paso.

Sintió un par de brazos abrazar su cintura por detrás. Respirando profundo, colocó sus manos sobre ellos, acariciándole a Minho los antebrazos con cariño.

—¿Por qué te ves preocupado? No pasó nada malo, todo salió bien — dijo, con voz que susurraba una sonrisa, pero algo en su agarre cambió en ese momento y sus brazos se volvieron más tensos debajo de los suyos —. Ah, en el caso de que lo que te preocupe sea yo. No te molestes, en realidad no tengo expectativas.

A Jisung no le gustó que sonara un poco triste, Minho triste era casi su peor pesadilla. Minho cuando no estaba feliz, y estaba enojado o consternado por algo. La única manera en la que le gustaba ver sus bonitas lágrimas era cuando se le escapaban debido al placer.

Negó, cortando ese hilo de pensamientos. Movió su mano hasta envolver con ella la de Minho, acariciando.

—¿A qué te refieres, cariño?

—Deja de llamarme así — dijo, sonando avergonzado. Jisung rió, separando sus manos por un instante para girarse. Su rostro quedó justo frente al de Jisung, sus narices alineadas como piezas de dominó sobre la mesa. Minho volvió a colocar las manos alrededor de la cintura de Jisung, y ese colocó una de las suyas sobre su hombro derecho, apretándolo de forma cálida.

—¿Por qué?

—Me hace sentir que somos pareja.

Jisung se quedó atónito, mirándole a los ojos. Ahora que lo tenía tan cerca, sus ojos oscuros y redondos lo miraban con anhelo, con sueños impregnados en cada una de las pequeñas luces que se reflejaban en su superficie. Aquellas luces como bajo su mando, como si debiera protegerlas, porque sin ellas no podría respirar. Levantó una mano para acariciar el cabello de Minho, observándolo perder fuerza en su cuello y dejarse caer sobre su palma. Acercó a su rostro el suyo.

—Podríamos serlo — susurró, Minho separó los párpados de forma antinatural, desconcertado.

—¿Qué?

—Podríamos serlo, podríamos ser pareja.

—Jisung, no es momento para bromas.

Jisung se acercó aún más a su rostro, esa distancia donde ya no podría ser clasificado como amor de amigos o hermanos, esa donde sus respiraciones empezaban a mezclarse. Para Jisung se sentía completamente correcta, la volvía a recordar como a un viejo cuento cada vez que volvía a alcanzarla; cada vez que regresaba a romper esa línea que los detenía de unirse como si intentaran fusionarse. El rostro sonrojado de Minho lo llenó de una pasión desconocida que no pensaba rechazar, se sentía demasiado bien para pensar en rechazarla.

—¿Te parece una broma, Minho hyung? — El mencionado se quedó atónito —. ¿No quieres ser mi novio? Te prometo que seré la mejor versión de mí mismo para ti.

Minho abandonó su cintura y envolvió su cuello con ambos de sus brazos, Jisung bajó en cambio sus manos a su cintura, para sentir la camisa de Minho adaptándose a su estrecha figura mientras acariciaba.

Gatito ✨ HanknowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora