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Minho creyó derrumbarse una vez que se corrió; pero no se derrumbó antes que Jisung, cuyo cuerpo pareció quedarse sin fuerza ninguna y agarrado de sus caderas se dejó caer en la cama, tirando de su cuerpo con el suyo hasta que ambos quedaron recostados en la cama, con el cabello pegado a la frente por el sudor, y los muslos pegajosos de semen. La mano de Jisung no se fue de su cuerpo, sino que lo atrajo hacia él firmemente por la cintura. Minho suspiró, sintiéndose embobado en su triste y sin sentido felicidad.

Aquello debía de ser el verdadero cielo, pensó Minho, lo sentía en el aire. Lo sentía en el aroma de Jisung, la fragancia del aire cerca, muy cerca suyo. Lo sentía en la calidez de su propio cuerpo, de sus piernas entrelazadas, de su mano en su espalda baja. Lo sentía en la felicidad tan fuerte como una droga enredándose en sus neuronas hasta atarlas a ese punto de la cabeza donde sólo existía Jisung. En el sabor de Jisung, de su piel y sus labios, aún cosquilleando sobre su lengua, y el tacto pasivo de sus labios sobre su piel en aquel momento. Lo sentía en el mudo sonido de aire acondicionado, que lo desconectaba del mundo, y en la respiración calmada de Jisung que apenas podía escuchar mientras le acariciaba el cabello. Lo sentía en cada uno de sus sentidos, aquello debía ser el cielo, pues no se imaginaba una experiencia más gloriosa y complaciente que estar en los brazos de Jisung. Se sentía mimado, como un niño malacostumbrado, quizá porque de repente se le ocurrió que aquel Jisung no era realmente para él.

Minho no sabía para quién era, pero sin duda no para él.

—Minho — llamó Jisung, con voz ronca, pero él no reaccionó fácilmente —. Cariño, tengo que ir a buscar algo para limpiarnos un poco.

Minho se encontraba medio adormecido, y asintió sin mucho pensarlo; pero antes de que pudiera siquiera moverse, se arrepintió y levantó la cabeza para mirarlo directamente, con las mejillas rojas.

—¿Cómo...me llamaste?

—¿Cómo te llamé?

—Eso estoy preguntando, ¿cómo acabas de llamarme?

Jisung pareció pensarlo durante unos segundos, y luego de que pareciera finalmente comprender qué le estaban preguntando, el rojo en las mejillas de Minho no parecía siquiera un chiste en comparación con el de las suyas. De repente lucía acalorado, como si estuviese buscando respuestas dentro de su cabeza a la misma velocidad con la que su corazón latía.

—Tengo que ir...

—No te vas, respóndeme — dijo Minho, con una sonrisa que nisiquiera tenía la intención de poner en su rostro, su voz sonó un poco más aguda que de costumbre. Se acomodó sobre Jisung desordenadamente para mirarlo a la cara, con sus manos a los costados de la cabeza —. ¿Cómo me llamaste?

No sabía si le daba gracia o ternura que Jisung estuviera tan tímido de repente, y sus manos se aferraron a su cintura como si de allí pudiera agarrarse para no morir de la verguenza.

—Cariño... eso dije. ¡Pero te juro que no estaba pensando! Lo dije sin pensar. — Jisung no estuvo seguro si eso mejoró algo o lo empeoró todo, pero la pequeña y cristalina risa de Minho fue suficiente para calmarlo.

—No estoy enojado, Jisung. Por favor quita esa cara de niño regañado. No puedo — Minho carcajeó un poco más, rió tanto que en algún punto Jisung comenzó a reír también—. Eres tierno. — Lo apuntó vagamente con el dedo para tocarle con él la nariz, y Jisung unió su propio dedo al de Minho, conectándolos entre sí como si eso fuera un toque extremadamente especial luego de que unieran firmemente muchas otras partes de sus cuerpos.

Pero extrañamente, lo fue, como si entre las puntas de sus dedos índices corrieran toneladas y toneladas de amor y confianza que no pueden ser comunicados a través de palabras, ni de algún otro tipo de mundano contacto físico. Minho tomó un amplio suspiro de valentía, e hizo lo que Jisung ya había hecho para él antes: Se inclinó, con los ojitos cerrados para no hacerle caso a los nervios, y apartó el pelo de Jisung de su rostro para dejarle un pequeño beso en la frente, que le arrancó a su hermanastro la risa más accidental y hermosa que Minho había escuchado nunca jamás de alguna persona sobre la tierra, y entonces se quedó callado, como si disfrutara de las sensaciones de su propio cuerpo.

Gatito ✨ HanknowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora