Jisung se encorvó sobre él como se encorva una bestia para devorar a su presa, besando suavemente sobre la piel del pecho de Minho. Su caliente y forzosa respiración golpeaba contra él, su nariz fría frotábale entre los pectorales, y como es usual su cerebro se hundía. Jisung era casi como un perro peludo y cariñoso frotándose contra su amo, se le ocurrió a Minho; cuando, como ahora, permanecía con la cabeza agachada lamiéndole el torso, pellizcando su piel suavemente entre sus dientes.
Al levantarse, lo miró primero al rostro, luego sus ojos se aferraron firmemente a una parte en específico de su pecho. Minho curvó los dedos de los pies con anticipación, removiéndolos. Mordió su labio para mantener la calma cuando Jisung acercó la mano para rozarle con la palma el pezón derecho, como para probar, luega la retiró, así podría tranquilamente continuar admirando ambos de los círculitos rozados sobre sus pectorales, como cumbres de amplias y bajas montañas.
Minho bajó sus manos para taparlos por inercia, intimidado por la intensa mirada de Jisung, pero ambas de sus manos fueron tomadas y apartadas con autoridad. Como si fuera un regaño, Jisung se acercó a lamer uno de sus pezones con fervor, envolviéndolo con su lengua y levemente succionando. Minho gimió, por inercia acercando sus manos para intentar intervenir.
Jisung tomó ambas de sus manos sin soltarlas en esta ocasión, se levantó y le miró a los ojos, dejando un beso en uno de sus dorsos. Su mirada lucía cálida, pero pronto severa, y pronto una mezcla de los dos. A Minho esa mirada le gustaba bastante, porque era comprensiva pero exigente, y era todo con lo que Minho, siendo Minho, podía lidiar.
—Ponlas aquí — dijo, ubicándolas sobre su cabeza, y acercándose para un beso rápido —, y no las muevas, o te castigaré.
Era un poco ridículo, pero la promesa hizo que las piernas de Minho comenzaran a temblar. Tuvo la certeza de que si se levantara, no podría dar muchos pasos sin que sus rodillas se doblaran y terminara tropezando. Afortunadamente no tenía intención alguna de levantarse, y aunque avergonzado asintió.
No tardó Jisung en inclinarse a frotar la punta de su nariz contra su aréola. Barrió con su lengua húmeda sobre su botoncito como lame un niño una paleta para que se le quede la lengua roja o azul.
—Uhm... — gimió Minho, con su usual tono que suena casi como un sollozo. La cabeza de Jisung dió vueltas, tuvo aún la audacia de reír suavemente contra su piel
—He estado obsesionado con estos dos desde que los vi, no voy a mentirte — habló Jisung entre lamidas y mordidas, como si la verguenza no existiera en absoluto—. No puedo explicarte lo duro que me ponen. No puedo evitar pensar en molestarte un poco con ellos cada vez que los veo— explicó, sin consideración alguna por su inmerso estado mental. Minho gimió incluso por gusto, sintiendo que la cabeza le daba vueltas. La sobreestimulación comenzaba a jugarle una mala pasada, oh, ardía un poquito de lo bien que se sentía, era demasiado, y cuando Jisung tomó uno de sus pezones entre sus dientes y tiró de él, el sollozo entre sus labios se le escapó sin su consentimiento, luego respiró, víctima de las mordidas de Jisung antes de poder siquiera recuperarse. A este punto se había convertido en un completo desastre de lloriqueos, hasta que algunas lágrimas inundaron ambos de sus ojitos. La pausa de Jisung fue para él un respiro, y al mismo tiempo una tortura. No podía creer que enserio quisiera más, mierda, incluso si dolía un poco, no podía parar. Trató de relajarse, reflexionó —. Quiero molestarte, porque cuando lo hago siempre sueltas esos soniditos tan adorables, y te retuerces. Podría verte todo el día...— añadió, en un ronco susurro contra su oído. Minho sintió todo su cuerpo ardiendo, su polla erguirse de un tirón, presionó fuertemente los dedos contra su hombro, hundiéndolos en su piel hasta sentir la dureza del hueso.
Inclinóse Jisung para besarlo de forma cariñosa y apasionada, sintiéndo la superficie suave de su boca adaptarse a la suya sin oponer resisencia alguna. Minho ciertamente no era un chico de iniciativas, y aquello era algo que ambos finalmente habían entendido: le gustaba quedarse tranquilo y recibir, y obedecer indicaciones limitadas por su propia determinación, como un verdadero príncipe de almohadas. Sus labios lo acogieron obedientemente dejándolo llevar el ritmo como él quisiera. Soy tuyo, gritaba su cuerpo, y la manera en la que se doblaba debajo del suyo y sus manos abrazaban suavemente las suyas mientras las sostenía. Soltaba ligeros soniditos entre besos, cuando las cosquillas en su lengua lo terminaban por sobreestimular, y casi temblando, curvaba los dedos de los pies y apretaba las manos de Jisung con un agudo ruidito ahogado.
Jisung se tomó su tiempo para separarse, como si estuviera atado a Minho y de hecho le costara trabajo. Una vez lo hizo le sonrió, vió su rostro perdido en el placer: sus párpados débiles y su sonrisa tonta de labios hinchados. Sin poder evitarlo, sonrió, y regresó a besarlo de nuevo, esta vez con cariño, y dirigió sus besos desde su comisura hasta su oído, desabrochando su pantalón de forma disimulada mientras tanto.
—Me vuelves loco — susurró, adentrando superficialmente su mano dentro de su ropa para acariciarle la cadera, sintiendo el hueso de su pelvis presionar contra su mano. La piel cálida y desnuda le abrazó el corazón —. Eres tan lindo, como una princesa.
—E-eso no es cierto — replicó, movido por la verguenza. La ambigua comparación le llenó el estómago de mariposas.
—¿No? — preguntó, en un susurro. Minho sintió escalofríos —. Si tú lo dices, cariño.
El apodo le nubló el cerebro. Subió sus manos para rodear el cuello de Jisung, cerrando las piernas para facilitarle su trabajo de quitarle el resto de su ropa.
—Quítate...la camisa. — dijo Minho.
—Tus deseos son órdenes, cariño — dijo, y cruzó sus brazos para agarrar los costados de su pulóver, tirando de él hacía arriba hasta retirarlo de su cuerpo, luego lo dejó tirado a un lado sin darle importancia.
Sus brazos se apoyaron a los costados de la cabeza de Minho, una de sus piernas se metió entre las suyas, y frotó su muslo contra su pene erecto. Minho gimió bajito, dejando que Jisung simulara embestidas, estimulando su sensible piel desnuda con la tela aspera de sus shorts. Buscó a tientas su mano en la cama, y cuando la encontró, hizo un berrinche mudo para que Jisung la dejase agarrarla. Muriendo de ternura y amor, Jisung agarró fuertemente la mano de Minho y la apretó para transmitirle seguridad.
—Jisung... — gimió.
—Precioso, ¿no me dejarás escuchar mi apodo favorito? — Minho asintió, completamente fuera de sí, ansioso por obtener todo lo que Jisung pudiera darle. Movió su cabeza frenéticamente con diminitos asentimientos.
—Hyung... Jisung hyung.
Jisung se acercó para dejar un sonoro beso en su mejilla, se quedó allí, acariciándole el rostro con sus labios. Minho rió de forma dulce, como un niño.
Se estiró hasta su mesita de noche sin soltar en ningún momento la mano de Jisung, abriendo el cajón para agarrar un frasco de...¿crema? Minho sospechó de su verdadero contenido solo una vez que Jisung lo dirigió hacia él.
—Es lubricante, lo compré hace...semanas... — Minho le lanzó una mirada tan desilusionada-enojada que Jisung pensó que de hecho estaba celoso-el frasco no estaba vacío, pero tampoco lleno-. Soltó una suave risa, acariciando la mano que aún sostenía, acercándosela al rostro para besarle el dorso —. Es para masturbarme, sabes... Es más cómodo, ¿okey?
Minho decidió que si no se estaba acostando con alguien más, cualquier justificación era válida, y complacido con la explicación, extendió sus brazos para recibir un abrazo. Jisung se acercó y enterró su cara en su cuello, manteniendo su cuerpo lo más cerca del suyo que le fue posible, sintiendo el olor cálido de su piel y el olor fresco de su cabello, como a flores y vainilla. Estrechó su cintura entre sus brazos, dejando su cabeza caer como drogado de lo mucho que disfrutaba estar cerca de Minho.
Jisung se sentó sobre la cama y atrajo a Minho a sentarse sobre él. Minho estaba tan metido dentro de su pequeña-gran- obsesión por Jisung, que le pareció muy paciente y comprensivo de su parte esperar a que se sentara antes de volver a ocupar el espacio más cercano a su cuerpo que pudiera, rellenando sus sentidos de Jisung. Movió sus manitos de arriba a abajo por sus brazos, y le rodeó los hombros con los suyos, olfateándole el cabello. Le hizo cosquillas en la oreja con la nariz, como un gatito. Jisung rió, abrazando su cintura, el frasco de lubricante descansando junto a ellos.
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Gatito ✨ Hanknow
Fiksi PenggemarHan Jisung tenía dieciséis años y creía que su hyung Lee Minho parecía un gatito. ✨Contenido +18 explícito. Se recomienda discreción.