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Minho contó hasta tres y tocó el timbre, pensó que era inmune a la verguenza hasta aquel momento-al menos, fuera del sexo, porque el concepto de sexo en sí ya era vergonzoso para él-, pero en ese momento se sentía realmente cohibido, ordenando su cabello detrás de sus orejas aún cuando no se había desordenado, con tal de tener algo que hacer con sus manos mientras esperaba que alguien le abriera la puerta. Al final fue el padre de Jisung, su ex-padrastro, lo que sea.

—Minho, ¿vienes a ver a Jisung? — Minho asintió aparentando calma. De repente no sabía cómo mirar a este señor después de prácticamente habérsele declarado a su hijo-y quizá haber sido de algún modo correspondido, pero quién sabe-, que de algún modo se sentía mucho más trascendente que el resto de sus acciones poco inocentes concebidas —. Es bueno ver que se han hecho tan amigos, y que la ruptura con tu mamá no ha afectado su relación. — Minho asintió de forma amable.

—Nos hemos hecho muy unidos, supongo.

El padre de Jisung no parecía muy concentrado en sus palabras para aquel punto, porque estaba concentrado haciendo lo que sea que hacía antes. Vagamente le señaló una habitación.

—Jisung está en su cuarto, puedes ir a verlo.

Y Jisung en su cuarto estaba, cuando fue a verlo, y le abrió la puerta luego de unos cuantos toques. Enseguida lo vió, sintió un incontenible impulso de lanzarse a sus brazos, estrechar su cuerpo y no soltarlo durante durante un rato. Dios, Minho intentó reflexionar, ¿se podía ser adicto a una persona?, pero no podía evitarlo: Jisung se veía demasiado bonito: Tenía el cabello todo despeinado, y puesta una sudadera gris que lucía vieja y unos pantalones algo desteñidos que le quedaban anchos, y no llevaba zapatos. Cuando lo vió lució un poco en pánico, pero Minho estaba demasiado embobado para preguntarse por qué.

—¿P-por qué no me dijiste que vendrías? — Minho no se inmutó, una picazón se extendía por todo su cuerpo por las ganas de abrazarlo.

—Te dije ayer — dijo, con voz queda, entrando lentamente a su cuarto mientras cerraba la puerta detrás de sí mismo de forma disimulada.

—Osea...sí, pero no me dijiste a qué hora.

Se miraron a los ojos en el momento en que la puerta cerró tras las espaldas de Minho, sus manos detrás de su cuerpo. Al final, a Jisung no le importó que fuera una visita imprevista, su cuerpo se acercó a Minho sin que se lo ordenara, hipnotizado por la manera en la que sus grandes ojos de ciervo bajaban y subían del piso a sus ojos de forma nerviosa a la par que no podían dejar de observarlo con admiración, y sus manos se mantenían detrás de su cuerpo. Su vista se desvió a sus labios rosados.

—Te extrañé — dijo Minho, con voz diminuta, bajito. Movía sus dedos compulsivamente, con ganas de tener a Jisung entre ellos, respiró.

Su razonamiento apenas se sentía humano cerca de él.

Tomó una inhalación aguda cuando Jisung rodeó con sus brazos su cuerpo para entrelazar sus manos con las suyas. En el próximo segundo su espalda estaba recostada contra la madera de la puerta, y el rostro de Jisung estaba a centímetros del suyo. Apenas se sentía como un cambio de normal a especial, se sentía como si aquella fuera su nueva normalidad: se sentía natural, aliviante, como si finalmente pudiera respirar una vez que estuvo cerca de él, y podría respirar aún mejor si tan solo Jisung se acercara un poco más y lo besara, entonces finalmente sentiría su corazón latir con fuerza, como si de aquello sacara la energía suficiente para mantenerse latiendo después. Se permitió acalorarse un poco, no se sintió mal por ello, y acarició las manos de Jisung entre las suyas, solo para ver su tierna sonrisa mientras unían ambas de sus frentes.

Creyó que tenía que aceptar lo muy enamorado que estaba.

—También te extrañe, mucho — susurró, sonriendo, para este punto sus labios rozaban su comisura. Respiró fuerte como relincha un caballo, y abrió sus labios y los destensó, invitando a Jisung a besarlo.

Su invitación no tardó mucho en ser aceptada, y antes de que se diera cuenta su boca estaba envuelta con la de Jisung, que lo besaba de forma lenta y dura, como si quisiera en su cerebro guardar cada parte de su tacto, como quien dibuja un mapa, prestando atención, no pudo evitar que un gemido ahogado saliera de sus labios Pronto se colgó del cuello de Jisung, experimentando una conocida sensación de acoplarse al cuerpo cuerpo como pieza de un puzle. Le acarició la nuca, sintiendo el escaso bello que le crecía allí. El cuerpo de Jisung se estremeció bajo su toque, y bajó sus manos a sus caderas para agarrarlo como si se fuera a ir. En el momento en que se separaron, Jisung lució como si quisiera volver a besarlo, pero no lo hizo, en cambio se tomó su tiempo en admirar lo bonito que se veía Minho cuando tenía los labios rojos y llenos de saliva, y sus párpados caídos como si le pesaran: tan vulnerable...como una flor que arrastra la marea, lo fácil que es romperla si uno quiere.

—Hyung... — jadeó Minho, Jisung ladeó la cabeza para dejar besos sobre su oreja.

—No me digas así, o te juro que voy a follarte aquí mismo. — susurró. Minho cerró los ojos, conmocionado ante tal promesa. Se sintió débil, como si pudiera caerse de no ser por el fuerte agarre del cuerpo de Jisung. El menor le mordió el lóbulo de la oreja, jadeó temblorosamente.

Las manos de Jisung lo levantaron y lo apoyaron contra la pared, para que sus labios pudieran regresar al encuentro de los suyos. Se miraron a los ojos, al separarse, y ambos los tenían llorosos por lo abrumador de las sensaciones. Minho colocó sus manos en el pecho de Jisung, y de repente ambos comenzaron a reír de forma nerviosa.

—Creo que...deberíamos calmarnos — apenas dijo, agitado. Jisung asintió, a su pesar.

—Tienes razón, ¿qué clase de saludos son estos? — concordó, separándose de forma súbita. Debido a que nisiquiera le avisó, Minho estuvo a punto de caer al suelo, y golpeó su hombro de forma severa.

—Tonto. — Jisung le tomó de la mano para estabilizarlo, sonriendo en disculpa.

—. Lo siento, cariño.

Minho sonrió, sonrojado hasta las orejas.

—Podría acostumbrarme a que me llames así.

Habían adentrándose ya en la habitación, y se sentaron en la cama. El cuarto de Jisung era un desastre: ropa tirada y envoltorios de comida por todos lados, Minho solo tuvo que lanzarle una mirada recriminadora para que Jisung entendiera de qué iba, comenzando a recoger. Jisung se acerco a abrazarlo de la cintura por detrás.

—No tienes que hacer esto. Confía en mí, tengo orden en mi desorden. — Minho rió de forma ahogada.

—¿Orden en tu desorden? Parece que hubo una pelea de osos aquí. ¿Peleas con osos, Sung? — Le tomó de la mano de nuevo, como todo un adicto a su tacto, casi desplomándose de la risa, y se la estrechó de forma firme. Logró desvíar su atención del desastre lo suficiente, le acarició la carita y ladeó su cabeza—. Han...ya no más besos — advirtió, pero no se estaba alejando. Al contrario, cerraba ambos de sus ojos haciendo biscos como hipnotizado.

—El último — prometió, y unió sus bocas de forma simple y dulce. Apenas se movieron, pero tardaron minutos en separarse, sobreviviendo entre bocanadas y bocanadas de aire. Permanecieron cerca, ocupando persistentemente el espacio personal de otro.

—Jisung, ¿viste mi...? — El sonido de algo estrellándose contra el suelo se escuchó. Si Jisung empujó a Minho primero o viseversa, no tuvieron tiempo de fijarse antes de entrar en pánico.

Porque aquella era la voz del señor Han, aquel su rostro en el umbral de la puerta, mirándolos atónito, y el lapicero desarmado en el suelo.

Mierda.

una_gente2 Ponte a hacer tu maqueta. 😘

Y feliz año nuevo para todos.

Gatito ✨ HanknowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora