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—Hyung... — dijo Minho en un jadeo, mientras Jisung le besaba el cuello, atrapando completamente su atención.

—¿Qué pasa, bonito?

—¿Por qué estamos sentados?

Jisung movió lentamente sus manos de su cintura hasta ubicarlas sobre su trasero. Minho tuvo la audacia de lucir sorprendido, la mirada que le dirigieron sus redondos ojos de ciervo lo hicieron sentir salvaje. Alineó sus narices, sonriendo de lado.

—Así estás más cerca — susurró, inclinándose para rozar sus labios en su mejilla, estrujando entre sus dedos la piel de sus suaves nalgas —. Así te veo mejor.

—T-tonto... — dijo Minho, con la voz temblando —. Quieres avergonzarme.

—¿A quién llamas tonto, uh? — dijo Jisung, bajito, demasiado cerca de su rostro como para que pudiera evadir la hilera de mariposas desfilando en círculos dentro de su estómago. Su aliento olía a menta dulce, sus ojos eran intensos como el chocolate y su voz era como un calmante. Sacudió una de las manos envuelta en su cuello, nervioso —. ¿A tu hyung? Qué mal, pequeño — dijo, casi burlón, deslizando uno de sus dedos entre las nalgas de Minho, que avergonzado trató de esconderse en el cuello de Jisung, pero una mano lo sostuvo del cabello y tiró con cuidado de su cabeza hacia atrás, impidiéndoselo —. Hoy no, cariño. Quiero ver tu rostro.

—No... — se quejó Minho, con el rostro colorado. Jisung rió enternecido, estirándose para besar a Minho, eliminando sus quejas instantáneamente.

—Por favor — dijo Jisung, con ojitos de perro triste. Minho bufó —. Quiero ver tus expresiones, quiero poder besarte. No te escondas de mí, por favor.

—Basta... — gimió, pero al final accedió, asintiendo con la cabeza sin mirarlo a los ojos.

Jisung volvió a besarlo, como un completo adicto al sabor de sus labios. Su bálsamo era de un sabor que, si a Jisung le preguntaran, no podría identificar, pero de modo que sobre los labios de Minho sabían a un pedazo del cielo, ciertamente no le importaba. Lamió, mordió y gimió contra sus belfos entreabiertos para él. El mundo de repente estaba en pausa.

—Acuéstate en la cama, sobre tu espalda. — Minho obedeció, sin entender el continuo cambio de posición. Jisung le acarició el cabello como pidiendo disculpas, inclinándose sobre él —. Abre las piernas para mí, Honie. — Nuevamete obedeció, abriéndolas lentamente para dejar a Jisung colocarse entre ellas. Sonriéndole de forma calmante, le acarició la cadera —. Buen chico.

Jisung tomó el frasco de lubricante y lo vertió sobre sus dedos; cuando Minho vió venir el siguiente paso, alzó su mano en el aire con ademanes demandantes, pidiendo de forma muda agarrar la mano de Jisung, buscándola de forma insistente. Cuando finalmente Jisung extendió su propia mano hacia él, la tomó y entrelazó sus dedos firmemente, viéndolo a los ojos con una mirada que podría ablandar el corazón de un monstruo. Jisung le sonrió, inclinándose para besarle la mejilla, y se quedó cerca de él.

—Confía en mí — susurró, su mano desocupada se acercó al centro de Minho, tanteando la zona de forma superficial. Minho se aferró más al agarre de sus dedos —. Voy a entrar, ¿está bien?

Minho asintió apresuraramente, y Jisung comenzó a empujar contra su ajustado anillo de músculos, sintiendo cada uno de ellos envolver su dedo.

—Jisung... — dijo, se escuchaba como un llamado de auxilio. Su voz sonó perfecta pronunciando su nombre, pensó Jisung, nunca su nombre se le hizo tan bonito.

—Relájate, ¿sí? — Minho se obligó a hacerlo. Dios, era un miedoso y un histérico, pero esto lo acaloraba demasiado. No quería que le doliera, y no quería poner a Jisung nervioso.

Gatito ✨ HanknowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora