Capítulo 1.

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Narra Tara Suzuki.

Muchas veces nos advirtieron que no salgamos de noche.

De pequeña siempre el Jefe de la aldea me asustaba contando historias de terror de acontecimientos vividos en la noche.

Siempre me burle de eso, nunca creí en esas ridículas historias. Creía que era para manipular a los niños y que no salieran porque los adultos se divertían de noche.

Ahora se que todo este tiempo me equivoque.

Siempre nos dijeron la verdad.

—¡Hermana! —el chillido de mi pequeña me sacó del trance.

—¡Ey! —grité para llamar la atención del demonio —. ¡Ey! —grite más fuerte sintiendo como mi garganta ardía.

La daga en mi mano temblaba.

Vi como el asqueroso monstruo sacó su lengua larga como la de una serpiente y relamió el rostro de mi hermana.

Demonios... sangre... ¡sangre!

Mi cabeza proceso todo muy rápido y sin dudarlo corte la palma de mi mano para que sintiera el olor oxidado.

Apreté mi mano en un puño dejando caer gotas de fresca sangre en el piso.

Cuando se acerque le cortare la cabeza.

Eso era lo que decían los cuentos... debe funcionar ¿verdad?

El demonio dio vuelta su cabeza para centrar su atención en mi.

Tomé aire lista para atacarlo cuando llegue a mi rango de alcance.

Irguió su cuerpo en dos patas y se acercó mostrando sus dientes puntiagudos. Una mordida de esos arrancarian mi carne como si nada.

Observé rápidamente sus orbes rojas, era lo único que destacaba en sus ojos ya que el resto era completamente negro.

Bien, ven aquí.

Empuñe mi daga lista para atacarlo.

Agradezco que el Jefe me haya obligado a tomar clases de nuestra arte marcial. Como futura heredera debo saber cada costumbre de nuestros antepasados.

El demonio dio un salto listo para atacarme.

A duras penas lo esquive y enterré mi daga en su cuello. La arrastre hacia un lado cortando gran parte de su garganta.

Un líquido negro y espeso salió de esa herida.

—¡Hermana! —gritó Kiki asustada.

—¡Corre, Kiki! —ordené alejándome del demonio para acercarme a ella —. Busca a nuestro padre y dile que hay un demonio acechando la aldea, yo te esperare aqui. —Apreté su hombro dándole seguridad —. Hazlo —ordené con firmeza haciendo que salga corriendo en dirección de nuestra mansión.

No puedo dejar al monstruo rondar libremente por aquí. El ganado corre peligro.

Fijé toda mi atención en él viendo como su herida estaba casi cerrada.

¿Cómo es posible?

Cuando me miró enojado y estaba preparándose para abalanzarse encima de mi supe que tenia que correr.

Moví mis pies a gran velocidad adentrándome al bosque. Tal vez pueda perderlo entre los árboles.

Mi rebelde pelo negro azota mi rostro debido a lo lacio y largo que es.

—¡Ayuda! —grité cuando sentí que el demonio me pisaba los talones —. ¡Ayúdenme! —repetí con más desesperación.

Sus uñas se clavaron en mi tobillo haciéndome caer.

Hunter: Cazador; SpreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora