Capítulo 17.

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Hoy es el día de la Luna Roja, más conocida como Luna Sangrienta por nuestra aldea.

Los aldeanos suelen festejar este día, ya que es el único en el que podemos estar afuera cuando oscurece. Eso significa que hacen un festival a media noche para agradecerle a la Luna este regalo.

De pequeña estos festivales eran mis favoritos. Los bailes, la comida, los fuegos artificiales, absolutamente todo era mágico para mí.

Actualmente tengo que encargarme de que las cosas salgan bien, así que no suelo disfrutarlos ciegamente como antes.

Suri, la pequeña que ayude aquella vez, vino a visitarme y pude presentarle a Kiki, se hicieron amigas al instante. Eso me dejó más tranquila, ya que Kiki encontró compañía para el festival.

Por otro lado, hay algo que me preocupa.

Mi padre se ve ansioso y nervioso en extremo. Además, no vi a Kai en todo el día.

Al principio creí que era porque yo simplemente estaba muy ocupada y no coincidíamos, pero ahora viendo que todo esta listo y el sol desapareció me doy cuenta que tal vez no es una simple coincidencia.

—¿Y Kai? —le pregunté finalmente a mi padre —. ¿No va a disfrutar del festival con la aldea?

—Es... complicado —finalizó mi padre en un suspiro.

—¿Él está bien? —consulté con dudas.

—No lo sé —admitió.

Mi ceño se frunció.

—¿Se encuentra aquí siquiera? —dije más preocupada.

—Esta en su alcoba, no te preocupes. —Mi padre me sonrió —. Él me dijo que te haga saber que disfrutes esta noche —transmitió.

¿Y por qué no me lo dice él mismo?

Asentí intentando tranquilizar a mi padre.

—¡Señorita Tara, baile con nosotros! —Un aldeano tomó mis manos y me llevó con los demás.

Sonreí intentando olvidar a Kai y disfrutar el momento.

Bailamos un largo rato, hasta que mi cuerpo no dio más.

Unas señoras me invitaron a comer los dulces tradicionales que prepararon.

Al sentir el dulce sabor en mi paladar recordé como Kai disfrutó de los dorayakis aquella vez.

Miré en dirección a la casa con pena.

Él también es parte de esta aldea ahora, debería estar compartiendo este momento con nosotros.

—¡Miren la Luna! —exclamó Kiki.

—¡Woah! —Todos se reunieron en el centro para admirarla con detalle.

Suspiré y apreté la pequeña caja con dulces en su interior.

¿Sería correcto llevarle esto a Kai?

Lo que no es correcto es que él esté escuchando desde la soledad de su alcoba como nosotros nos estamos divirtiendo. Eso es cruel.

Decidida me escabulli entre la gente.

Caminé con cuidado hasta la puerta principal y entré sin llamar la atención.

Cerré la puerta detrás de mi y caminé hasta el pasillo de los aposentos.

Por suerte, no hay nadie dentro de casa. Si me vieran ingresar con el calzado, me matarían.

Observé la puerta de la alcoba de Kai que yacía cerrada como siempre. Me acerqué y toqué levemente.

Hunter: Cazador; SpreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora