Capítulo 13.

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Si no había encontrado la motivación para quedarme el resto del día encerrada, definitivamente lo hice después de ese pequeño altercado con Kai.

No tengo la suficiente valentía de verle el rostro después de lo que hice.

Tonta, tonta, tonta.

¿Cómo se supone que debo interactuar con él después de eso? Fui muy imprudente.

Solo empeoro más las cosas.

¡Tonta!

Bufé y volví a dar otra vuelta entre mis cómodas frazadas.

Ya es de madrugada y, por si fuera poco, no puedo conciliar el sueño.

Cerré los ojos con fuerza y me dispuse a contar.

1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9...

Oí la puerta corrediza deslizarse con sumo cuidado.

Esta claro que la persona no es un intruso, ya que no alertó a nadie.

Dudo que sea Kiki porque ella es todo menos discreta, mi papá es muy torpe y ni siquiera Nana suele entrar sin permiso, a no ser de que sea una emergencia.

Eso solo deja...

Una parte de mi tiene la esperanza de que sea él.

¿Eso está bien?

Intenté calmar mi respiración e imitar olímpicamente mi faceta durmiente.

No pude escuchar pasos acercarse, eso me confirmó que el intruso es Kai.

Esos dedos tan familiares rozaron mi rostro suavemente.

Se sienten exactamente como en los sueños que tengo cada noche. O en lo que yo creí que era producto de mi imaginación.

Los dedos recorrieron los puntos altos de mi rostro y bajaron hasta mis labios. Se detuvieron justo antes de rozarlos.

Sé con cada parte de mi ser que el dueño de esos dedos es Kai y le permito enormemente continuar.

—Estas despierta —susurró roncamente.

Tragué saliva y abrí mis ojos.

—Si —declaré.

Una mano obstruye mi visión sin tocarme.

—No mires —pidió manteniendo su tono de voz bajo.

—¿Por qué? —Levanté mi mano para rozar la suya con inocencia y curiosidad.

Aún deseo entrelazar nuestros dedos.

—No llevo mi máscara conmigo —confesó.

—No voy a verte si no lo deseas —lo tranquilicé —. Puedes confiar en mí. —Coloqué mi mano sobre la suya y la baje cubriendo completamente mis ojos.

—¿Por qué te comportas de esta forma? —cuestionó.

—¿A qué te refieres? —Moví levemente mi dedo pulgar sobre su mano.

Tenerlo cerca es hipnotizante.

—Tendrías que gritarme y hecharme, no ponerte... a mi merced —dijo con dificultad.

—No estoy a tu merced —intenté negar algo que claramente es cierto.

Desconozco de donde salió esta parte de mi.

Mi yo de hace unas semanas jamás permitiría esto.

—¿No lo estas? —inquirió desafiante.

Moví mi mano libre hasta su brazo y lo acaricié progresivamente. Primero con las puntas de mis dedos y luego me anime a rodear completamente su brazo musculado.

Hunter: Cazador; SpreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora