Capítulo 7.

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Bufé al no obtener las respuestas que deseaba.

Hoy todos están en mi contra.

—Debe ser más comprensiva, solo nos preocupamos por su salud —Nana intento calmarme.

Formé un mohin con mi labio inferior.

—Pero... —balbucee —. Esta bien. —Suspiré rendida.

—Solo relájese, dulce niña. —Toco la punta de mi nariz con cariño.

—Solo me relajo. —Respiré hondo.

—¡Hermana! —el grito de Kiki me hizo saltar en mi lugar.

—No puedo relajarme —dije entre dientes.

La risa masculina y elegante de Kai me hizo frustrarme más.

—¡Soñé que saltaba en un dorayaki gigante! —contó Kiki feliz —. Y además... —Se resbaló con una almohadilla y terminó cayendo en el suelo —. Además era de chocolate —terminó adolorida.

—¿Quieres qué hagamos dorayakis? —propuse.

—¡Si! —Asintió feliz —. ¡Kai, deberías ayudarnos! —Corrió hacia él y estiró su kimono negro.

Mi ceño se frunció instintivamente.

Nunca antes le había pedido a alguien que nos ayudara, ni siquiera a nuestro padre.

—¿Sería correcto? —preguntó este agachandose hasta la altura de la pequeña.

—¡Si! —Saltó para rodear el cuello del cazador con sus bracitos.

Mi ceño se frunció aún más y crucé mis brazos molesta.

Un bufido se escapó de mis labios haciendo que los ojos de Kai me encuentren. Tal vez estos no sean muy visibles, pero la intensidad de su mirada te hace percatarte al instante.

—¿Algún problema, joven Tara? —preguntó con un leve rastro de diversión en sus palabras.

Me encantaría ver su estúpido rostro y tener una excusa para golpearlo.

—¿Yo? Para nada —Negué con una sonrisa fingida.

—¿Ah, si? —cuestionó en un tono que me causó escalofríos —. Porque sus pensamientos no dicen lo mismo, señorita.

¿¡Por qué mis que qué!?

—Bien, me das miedo, mantente alejado —dije en un tono bajo.

—¿Entonces olvidamos la promesa? Genial. —Asintió.

—¡Oye! —Lo señalé amenazadora —. Debes cumplir eso, sino entraré a tus aposentos mientras duermes y veré tu rostro —advertí.

—Esta bien. —Separó a Kiki —. Tranquila. —Levantó los brazos rendido.

—Eso creí. —Sonreí inocente.

—Realmente consienten tus caprichos aquí ¿verdad? —Irguió su cuerpo y se acercó a mi con Kiki detrás de él.

—Todo tiene una razón —expliqué tranquila —. Soy muy insistente y sé lo que quiero ¿entiendes, Kai? —Sin dejarme intimidar di un paso hacia él.

Debo levantar la cabeza porque su altura sobrepasa a cualquiera y su musculoso cuerpo realmente intimida.

—Eso es exactamente lo que diría una niña caprichosa. —Puedo imaginar su estúpida sonrisa.

Rodé los ojos y empujé su rostro hacia atrás.

—Vamos Kiki. —Extendi mi mano para que la agarre.

Hunter: Cazador; SpreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora