Al parecer Kai realmente estaba ocupado.
En su ausencia, aproveche para centrarme al máximo en la aldea y asegurarme de que todos estén bien.
Como la puesta de sol ya esta cerca decidí volver a casa.
Observé los raros juguetes de Kiki tirados por toda la parte delantera.
Negué con la cabeza y me agaché para recogerlos.
El grito de auxilio de una niña llamó mi atención.
Tiré todos los juguetes y la busqué con mi mirada.
—¿Hay algún problema? —Me acerqué preocupada.
—Algo le pasa a mi padre. —La niña lloró —. Él me dijo que venga a buscar ayuda. —Sorbió sus mocos.
—No te preocupes. —Sonreí para tranquilizarla —. ¡Padre! —llamé —. ¿Cómo es tu nombre querida?
—Kim Suri —dijo entre sollozos.
—¡Padre! —Corri hacia adentro —. ¡Una niña está buscando ayuda, se llama Kim Suri, debo irme! —informé antes de salir corriendo —. Ven. —Tomé a la niña entre mis brazos. Probablemente es un poco menor que Kiki —. ¿Me puedes guiar hacia tu casa? —respondió con un asentimiento.
Fui lo más rápido posible hacia donde la niña me indicaba.
Al entrar me encontré con el señor Kim delirando por la fiebre.
—Señor Kim ¿puede entenderme? —pregunté agachandome a su altura.
—Si... —susurró a duras penas.
—¿Anoche estaba en casa? —cuestioné desatando su kimono.
—La mayor parte del tiempo. —Tragó saliva sediento.
—¿Salió a hacer algo? —pregunté más preocupada.
—Escuché ruidos, creí que era el ganado. —Sus ojos se cerraron por unos segundos.
—¿Y qué era? —Busqué algún rastro de herida en su cuerpo.
—Parecía ser un pájaro, pero algo andaba mal... —Tomó aire —. Golpeaba su cuerpo contra el vidrio violentamente, parecía estar herido así que lo tome entre mis manos. —Me enseñó sus manos y abri los ojos sorprendida —. Me arrancó un dedo —finalizó.
Definitivamente esta contagiado.
—No se preocupe, nosotros tenemos la medicina para eso —lo calmé —. ¿Dónde se encuentra la cocina?
—Por allí. —La niña señaló una puerta corrediza.
—Ya vuelvo. —Me levanté apresurada y fui hasta la cocina.
Ya esta atardeciendo, la transformación se acelera cuando oscurece.
Tome un vaso y un cuchillo.
Siempre me dio asco la sangre.
Solté un quejido y cerré mis ojos para hacerme un corte superficial en la muñeca. Sentí la sangre deslizarse por mi piel.
¿Cuánto será lo necesario? Ese dato no me lo dieron.
Supongo que si quiero que actúe más rápido tendrá que ser una mayor cantidad, sabiendo que no hay mucho tiempo debo recolectar bastante sangre.
—¡Padre! —el grito de la niña llamó mi atención —. ¿Te encuentras bien, padre? —la preocupación destilaba de su voz —. ¡Señorita! —gritó corriendo hacia mi —. ¡Mi padre no reacciona! —Lloró con fuerzas.
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Hunter: Cazador; Spreen
Hayran KurguTara vivía felizmente en su aldea, hasta que una extraña criatura amenazó con la vida de todos y descubrió que los antiguos dichos eran reales. Para su suerte, un cazador, que ella también creía irreal, aparece para salvarla. Los aldeanos le dan pos...