Capítulo 25.

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Narra Tara Suzuki.

¿Olvidé cerrar las persianas?

Suspiré sintiendo como los rayos dorados de sol invadían la oscura habitación.

Quise levantarme para cerrar las persianas, pero algo me lo impidió.

En ese momento me percaté de un cálido y fuerte cuerpo rodearme. Mi mente tardó unos segundos en recordar con quien estaba y lo que había pasado.

Un cosquilleo recorrió mi columna al recordar todo.

Kai esta durmiendo a mi lado y sin su máscara. Levanté mi mirada despacio como si lo que estuviera a punto de hacer fuera algo imprudente e incorrecto.

Él mismo me dio permiso de poder verlo de a partir de hoy ¿no?

Mis ojos se detuvieron en sus labios y pude sentir su respiración profunda y tranquila.

No quiero que este momento termine tan rápido.

Acurruque mi cuerpo más cerca y escondí mi cabeza en su pecho.

Después de tanta lucha interna, dudas y dolor, finalmente estamos juntos. No solo como el señor cazador y una aprendiz, sino también como dos corazones que finalmente se habían encontrado.

Kai se movió ligeramente, apretando su agarre como si, incluso en sueños, temiera que yo desapareciera.

Sonreí ante tal gesto y levanté mi mano para acariciar suavemente su mejilla. La piel de Kai, por una vez libre de la máscara que usualmente ocultaba su rostro, se sentía cálida bajo mi tacto y las puntas de mis dedos quemaban por la emoción de finalmente poder tocarlo.

Nadie va a poder apartarme de tu lado, Kai.

Aparté mi rostro de su pecho y finalmente me atreví a levantar la mirada hasta su cara.

Admiré con tanto deseo cada parte de él que sentí como salió de su profundo sueño.

—Buenos días —susurré mientras observaba sus rasgos marcados y filosos.

Su piel, blanca y suave, contrastaba con la oscuridad de sus cejas espesas que enmarcaban sus ojos de manera perfecta. Las pestañas largas y onduladas de Kai, parpadearon perezosamente mientras despertaba completamente. Sus labios, rosados y bien formados, ahora toman más protagonismo en su rostro. Su nariz recta le daba un aire de nobleza y fortaleza. Él es simplemente majestuoso.

La mirada de Kai se enfocó en mí, logrando hacerme estremecer, ahora que lo pienso sus angelicales pestañas contrastan enormemente con sus ojos feroces.

Kai es el hombre más hermoso que he visto en mi vida, pero no puedo ignorar el aura de peligro y ferocidad que emanaba de él. Incluso en la tranquilidad del amanecer, hay algo en su naturaleza de cazador que grita alerta. Es una contradicción fascinante: su apariencia es serena y atractiva, pero su esencia revela la implacable ferocidad de un guerrero.

Una pequeña, pero sincera sonrisa, pintó sus labios. Sus ojos y sus rasgos incluso se suavizaron al reconocerme. Eso instauró una calma y calidez en mi pecho.

El ser cazador no significa que es una persona que no puede tener sentimientos.

—Buenos días —respondió con la voz ronca por el sueño.

Volví a sonreír inevitablemente.

Tenerlo en frente de mi después de todo y que él no demuestre arrepentimiento es algo que nunca creí que pasaría.

La simple sencillez de compartir este momento hace que mi corazón salte feliz.

—¿Cómo dormiste? —pregunté intentando ocultar mi emoción.

—Mucho mejor que en mucho tiempo —admitió —. ¿Y tú? —Su mano se levantó para acariciar suavemente mi mejilla.

—Dormí demasiado bien —confesé acercando mi mejilla ansiando su tacto —. Gracias por eso —susurré.

Kai sonrió dulcemente.

—Voy a abrazarte —avisó con antelación antes de rodear mi cuerpo con sus brazos.

Es como si me estuviera pidiendo permiso con cada acción.

Nos quedamos abrazados, disfrutando de la calidez y la cercanía del otro.

Por el momento, decidimos ignorar nuestras obligaciones.

Lo único que quiero es seguir abrazada a Kai el resto del día, sintiendo su calidez y su pecho subir y bajar al compás de su respiración tranquila.

La mano de Kai se posó en mi espalda y sus dedos subieron y bajaron en una caricia suave.

Finalmente, cuando el sol ya estaba en lo alto del cielo, decidimos que era tiempo de levantarnos y cumplir con nuestras obligaciones.

Un suspiro de hartazgo salió de mis labios antes de levantarme.

Estiré mi cuerpo y volví a quejarme.

No quería que ese momento terminara.

—Hoy va a ser un buen día —informó Kai rodeando mi cintura con sus brazos.

Di un respingo en mi lugar sin esperarme tal acción.

Levanté la mirada y observé el rostro de Kai, que poseía una linda sonrisa.

—¿Tus ojos siempre son así de achinados? —consulté apretando sus mejillas.

Él negó con la cabeza.

—Es porque recién me despierto —informó con dificultad.

—Son lindos —halagué, suavizando el agarre en su rostro para convertirlo en una caricia.

Su sonrisa se ensacho levemente con complicidad.

—¿Sabes que es más lindo? —cuestionó elevando su cejas.

—No. —Solté su rostro sabiendo a donde iba a llevar esta conversación.

Él bufó.

—Algún día te lo enseñaré —aseguró dejando un pequeño beso en mi frente.

Es raro poder ver cada una de sus lindas expresiones. Sin embargo, no es una rareza para nada mala, mi pecho se siente cálido y mi corazón salta con emoción mientras admiro su rostro.

Quiero descubrir más acerca de él.

Hunter: Cazador; SpreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora