Capítulo 36

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Eran al rededor de las 2:50pm cuando llegamos al restaurante de mi padre, entré como si fuera mi casa directo hasta la oficina donde ya me esperaba mi papá.

Los guardias que custodian la puerta anunciaron mi llegada y la de Azael. Nos dejaron pasar y dentro estaba mi papá junto con otras personas. Administradores, contadores etc.

- Hola papá...

Es tan raro decirle papá. Lo había dicho durante tantos años y es como si hoy, quisiera que esa palabra tuviera sentido.

- Mi niña, ¿Cómo has estado? - preguntó con efusividad

Nunca lo había visto tan alegre de verme. O quizás nunca he querido darme cuenta. Quizás debería de disfrutar de este momento, pero no hago más que esforzarme en arruinarlo y apenas llegamos.

- Debo soltarme, dejarme llevar. No engañarme a mi misma como mecanismo de defensa. No es como si mi padre fuera a morirse y yo no quiera sufrir. - pensé

- He estado muy bien y en serio lamento no haber hablado contigo antes - dije rápidamente.

Él se acercó a sostener mis manos entre las suyas mientras me miraba con dulzura. Un gesto sumamente reconfortante. Nunca había visto sus ojos celestes brillar tanto como ahora.

- Estás aquí y eso es lo que importa - dijo envolviendome en un abrazo.

Mis emociones me jugaron chueco porque de repente ya no tengo 19 años. Tengo 6 y estoy en la cena navideña en casa de mi abuela paterna. Todos están felices , pero no está mi papá. Mi madre me ha regañado toda la noche, me duelen ambos brazos y las piernas por tantos pellizcos que me ha dado. Hasta que antes de la media noche, entra triunfal por la puerta y me abraza. Aunque lo malo ya había pasado, me sentí segura. Cómo ahora.

-¿Por Qué recuerdo esto ahora? Ya ni me acordaba - pensé

-¿Y quién es este joven? - preguntó dirigiéndose a Azael.

Cierto.

- Soy Azael Remington, señor - dijo educadamente mientras estrechaban sus manos.

- Un placer Azael. Yo soy Isaac Ferrer, el padre de Alexis - nos observó durante unos segundos - Espero que se estén cuidando, yo sé que son otros tiempos... - se escuchó una risita.

-Ammm papá no, no estamos saliendo de esa manera. Él es solo un amigo - expliqué avergonzada

- ¿Así le dicen ahora? - preguntó confundido. Más risitas en la habitación.

Ay no.

- Papá, no. No es así

- Ya veo. Tenga cuidado joven, los chupetones en el cuello suelen ser muy peligrosos - dijo señalando la marca morada, ni siquiera roja. Morada en el cuello de Azael.

Mierda. No lo hice aproposito , ni siquiera me dí cuenta.

- Que atrevido Azael- dije riendo. Tratando de ocultar mi sorpresa y nerviosismo.

El rostro pálido de Azael ahora estaba completamente rojo, como jitomate. Todos en la habitación nos reímos, menos mi padre quien analizaba la situación.

- Que graciosa Alexis, sobre todo cuando tú fuiste quien se lo hizo - dijo en tono serio pero con un poco de burla en sus ojos.

- Papá...

- Aquí están las llaves de la casa - dijo tomando las llaves que estaban en su escritorio.

Al tomarlas mis dedos rozaron los suyos. Mis ojos verdes no se apartaron ni un segundo de sus ojos celestes, se veían tan tristes, tan cansados... Y de repente tan vacíos. Lo que tenía delante de mi era algo totalmente distinto, ante mis ojos mi padre estaba sobre una plancha de acero, si, como las que tienen en la morgue. Sus arrugas eran más notorias, mi cuerpo comenzó a sentir su baja temperatura.

Encantos OcultosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora