Capítulo 15

94 10 2
                                    

«Padre Nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu nombre...».

Me remuevo en mi asiento por enésima vez, intentando encontrar una posición lo suficiente cómoda para dormir. Gruño cuando, nuevamente, no lo consigo.

Es domingo 17 de diciembre; el día de la famosa fiesta de Navidad. Vamos los del estúpido grupo que Leonardo formó en un autobús camino al lugar en donde será, y un CD que reza el rosario de forma repetitiva es la banda sonora del viaje. Debería haber sido de solo unos cuarenta minutos, pero se ha extendido a más de dos horas porque la monja que ha venido a supervisar le ha ordenado al conductor ir a la velocidad de una bicicleta averiada.

—Si quieres, te puedes apoyar en mi hombro...

Por si ya no tuviese suficiente para desear que esto acabe, a mi lado está sentada la pesada de Isis.

—No, gracias —le respondo mientras trato inútilmente de "acostarme" de lado y dándole la espalda, reclinando al máximo posible el asiento.

—Para eso se hubiese quedado en su casa... ¡póngase derecha ya, Greco!

Ante tal grito me incorporo a regañadientes. Tengo que admitir que la anciana me intimida.

—Y... ¿qué has estado haciendo?

Me cruzo de brazos, sin dejar de ver por la ventana.

—En realidad, nada. ¿Y tú? —le pregunto de vuelta a Isis.

Después de todo, me siento en deuda con ella después de juntarla con Leonardo. Bueno, no los junté exactamente; pero estoy consciente que de alguna manera participé en ello.

—Bueno, Leo —pongo los ojos en blanco al escuchar el tema de conversación que va a sacar— me ha invitado estos últimos días a pasar la tarde en su casa.

—Ah... ¿entonces ya conociste a su padre? —aprovecho la oportunidad para averiguar si Leonardo mintió o me dijo la verdad.

—No. Es que está de viaje de trabajo; y su mamá creo que también, no estoy segura.

Asiento. Dijo la verdad.

—¿Y cuándo vuelven?

—No lo sé... ¿por qué preguntas? —cuestiona extrañada.

—Por nada —me apresuro en contestar cayendo en cuenta que puedo estar siendo muy evidente—. Solo me da algo de curiosidad qué tan en serio va su relación...

Dios, ¿de verdad estoy diciendo esto? 

—Leonardo dice que va muy en serio. Yo no sé qué pensar... —se queda callada un segundo— ¿te puedo contar un secreto?

Me encojo de hombros dándole paso.

Cierra los ojos y suspira antes de volverlos abrir, mientras sonríe de una forma rara. Todos sus gestos en conjunto me indican que tal vez está a punto de decir algo que la avergüenza.

—Es que estando juntos y solos en su casa, se ha dado la oportunidad de—

Arqueo las cejas —¿Te acostaste con él?

Por obvias razones susurro muy bajito la pregunta, y no sé por qué, pero siento la necesidad de que me responda con un rotundo «no».

No, sí sé por qué; no quiero enterarme de que él la presionó para hacerlo. No podría vivir conmigo misma si eso ocurre.

—¡No! —aclara alzando un poco la voz— No, solo nos hemos besado... pero es lo que él quiere, al parecer.

—¿Pero tú quieres?

Like a BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora