La profesora Pascuali desvía la mirada con incomodidad. Acabo de tener un vómito de sinceridad, pero no lo lamento.
—Eso... no lo puedes asegurar —arqueo una ceja—. Bueno, muchachos... Seguiremos en la próxima clase. ¡Hasta luego!
Cual rata escapando la mujer recoge sus pertenencias y sale del aula. Tomo mi mochila dispuesta a marcharme también, pero a pocos pasos de llegar a la puerta toman mi brazo con brusquedad.
Me libero de inmediato.
—No vuelvas a tocarme —suelto al ver quien hizo que girara; Leonardo Ferraro.
—Retráctate —exige.
—¿Perdón?
Sorbe su nariz de una forma ruidosa y lo veo con asco.
—¡Que retires tus palabras!
Ah, le dolió escuchar la verdad.
—No —respondo sin más.
—¡Mi tío no es un violador! ¡Discúlpate por lo que acabas de decir!
Actúa raro, como loco. Normalmente no le prestaría atención, pero amanecí con ganas de ser franca.
—Si no lo fuera no lo estuvieran acusando.
—¡El hecho de que esté siendo juzgado no significa que sea culpable! —argumenta.
—Pues hasta que se demuestre su inocencia —que no va a suceder, pienso— es un violador.
Quizá no tenga el valor de contarle a nadie lo que su tío me hizo, pero no me da miedo decir mi opinión sobre él.
—¡Oh...! —exclaman los idiotas que nos rodean con el fin de provocar una discusión mayor.
—¡¿Qué?! ¡¿Te crees perfecta, maldita lame coños?!
Junto a los demás suelto una carcajada.
—Prefiero ser lesbiana que compartir genes con un violador —digo cuando dejo de reír, echando más leña al fuego.
—¡No solo eres lesbiana, sino también marimacha! ¡¿No te ves en el espejo?! ¡Mira tu cabello, pareces un hombre!
Los espectadores incrementan el volumen de su risa. Esta vez sacudo la cabeza, sintiendo lástima por lo patético que es Leonardo.
Eligo dejarlo con la palabra en la boca y marcharme.
Jamás he conocido alguien más estúpido.
Falto a la próxima asignatura pero llego a las demás, aunque tarde.
Durante el resto del día, al caminar noté como todos murmuraban y se reían por lo bajo. ¿Me hacen sentir mal? No, esto no es el jardín de niños. Pueden pensar lo que les de la gana; su opinión no me genera ningún tipo de interés, nunca lo ha hecho ni lo hará. Sus burlas me dan igual.
El siguiente mes pasa de la misma forma. Pero eso no es todo...
Estupida, fenómeno, adefesio, basura, vergüenza de la sociedad.
Son algunas de las palabras nuevas que leo escritas en mi pupitre cuando entro al salón luego de pasar las primeras horas de clase en la azotea del edificio.
Pintar grafitis sobre y dirigidos a mí se convirtió tendencia aquí. Los hacen en mi puesto, en los baños, y también en las mesas del comedor y del patio. Las burlas han aumentado y a veces estudiantes que ni siquiera conozco me gritan insultos.
La causa de ello es Leonardo y la absurda influencia que tiene.
Empieza a volverse molesto porque odio ser el centro de atención, pero no lo demuestro porque; primero, no les daré el gusto, y segundo, mi indiferencia les molesta. Además, pensándolo bien esto me podría ayudar, ya que si la noticia de que soy lesbiana llega a oídos de los Ferraro romperán el compromiso. Que Leonardo me haya insultado en público es buen comienzo.
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Like a Boy
Teen FictionDentro de un círculo social elitista, los padres de Oriana y Leonardo planean su futuro matrimonio. Oriana no es una chica común, ya que, tras sufrir abuso sexual por parte de un amigo de la familia, ha dejado de vestir y actuar como se supone que...