—Señor Leonardo, su padre al teléfono —avisa una de las sirvientas a la hora del desayuno, entregándome el aparato inalámbrico.
Lo recibo sin dejar de lado mi cereal.
—Hola, papá...
—No llegaré hasta después de unos cuantos días, así que estarás solo esta noche —dice sin más, informándome que pasaré Nochebuena sin compañía alguna en esta enorme casa, si es que puede llamarse así—. Agradécele a la ramera de tu madre.
—Está bien.
Después de todo, nada me sorprende. Además, como dice el refrán, mejor solo que mal acompañado. Sin embargo, he de admitir que, más allá de la mala compañía de mi padre, la soledad cala en los huesos.
En realidad, la ausencia que me duele es la de mi madre, quien, suponiendo que aquel número de teléfono desconocido sea ella, se la ha pasado llamándome los últimos días. Ni una vez me ha apetecido contestar; no creo que exista excusa que valga para irse y disfrutar de su libertad, dejándome a mi suerte en este infierno con paredes.
—¿Por qué no me has enviado tus calificaciones?
Trago, dejando de comer.
—Disculpa, enseguida lo hago. Pero no te preocupes; obtuve la máxima nota en todas las materias.
—¿Preocuparme yo? —se ríe. Puedo apostar que ha soltado el humo de un cigarro— El que se tendría que preocupar eres tú.
No digo nada. No hace falta que lo recuerde. Lo tengo claro.
—Ahora que lo pienso... cómprale algo lindo a tu novia.
—¿A mi novia? —frunzo el ceño— ¿Oriana?
Que yo sepa, mi padre no sabe de la existencia de cualquier otra "novia".
—Sí, cómprale un regalo a la pequeña de los Greco con tu tarjeta de crédito. Ya va siendo hora de que empiece el acercamiento entre ustedes —sentencia—. Me he enterado que han puesto a su hermano de vicepresidente en la empresa de su suegro, y a mí me gusta tener a las personas en la palma de mi mano para poder aplastarlas cuando lo necesite.
Claramente papá está algo desactualizado; ni se imaginará que ahora «la pequeña de los Greco» parece un machito.
Al escucharlo siento algo de ansiedad porque lo que planea es justamente todo lo contrario a lo que le prometí a ella. Oriana me matará, pero a mi padre no se le dice que no.
Veía venir esto.
—Entendido.
Sin más que ordenar, termina la llamada y yo mi desayuno. Luego enciendo el portátil para enviarle mis perfectas calificaciones al energúmeno y también, aprovecho y escribo "regalos de navidad para mi novia" en Google para tener ideas. Pero qué va; en internet solo salen cosas ridículas, cursis y baratas.
No me queda más opción que pensar por mí mismo. No es que nunca le haya regalado algo a una chica; es que Oriana es especial... y no es una chica normal, precisamente. Pero igual quiero darle algo que le guste, y bastante. Tal vez un piano; ella solía tocar dicho instrumento, pero enseguida recuerdo a mi tío contarme que, desde su horrible desempeño en aquella fiesta, más nunca quiso atender sus clases privadas ni dedicarle tiempo a la música.
Desde mi punto de vista es demasiado drama de su parte, por un simple momento vergonzoso.
Finalmente decido regalarle un perro, porque Oriana tiene pinta de ser parte de esa gente que prefiere mil veces a los animales antes que las personas. De hecho, creo que me lo ha dejado claro en varias oportunidades.
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Like a Boy
Teen FictionDentro de un círculo social elitista, los padres de Oriana y Leonardo planean su futuro matrimonio. Oriana no es una chica común, ya que, tras sufrir abuso sexual por parte de un amigo de la familia, ha dejado de vestir y actuar como se supone que...