Capítulo 9

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Hago una mueca observando el tazón de sopa que tengo enfrente. ¿Por qué será que en esta jodida escuela nunca pueden servir de comer algo decente? Me llevo una cucharada a la boca, y mientras saboreo el caldo de verduras, mi vista capta algo inconscientemente.

Achico los ojos.

-¿Quién es esa que está con Oriana? -les pregunto a los chicos.

Está sentada hablando con una chica, lo cual es raro ya que nunca le habla a nadie a no ser que sea dentro del salón, y por obligación. O para insultar, pero en este caso se ve muy tranquila.

-¿Será su novia? -cuestiona Vitto.

-No está en la sección de nosotros. ¿Estudia contigo?

-¿Qué? -Román levanta la vista de su bandeja.

-Que si estudia contigo, la rubia de allá -repito señalando hacia la aludida con la cabeza.

Román voltea.

-¿Cuál? ¿La que está sentada con Oriana? -ruedo los ojos. ¿Así o más idiota?

Asiento.

-Sí, está en mi sección. Se llama Isis; la rata.

-¿La qué?

-La rata. Le decimos así por como tiene los dientes-se ríe.

Quedo pensativo.

Estoy tan cansado de Oriana. Admito que la cagué abofeteándola; pero joder, me disculpé. ¿Su respuesta? Ofensas y humillación. Me dejó en ridículo.

-¿Qué más sabes de ella?

-Es inteligente y... más nada. ¡Ah, bueno! Su madre trabaja limpiando aquí.

Sacudo la cabeza.

Debo dejar de darle tanta atención a todo lo relacionado con esa bruja y enfocarme en lo que me interesa. Con eso me refiero más que todo a tratar de inhalar menos cocaína. Sé que si no me controlo tarde o temprano comenzaré a mostrar evidencias de lo que consumo; tengo que hacer uso de la moderación para mantener mi buena fama de estudiante, aunque se me haga difícil a causa de mis problemas familiares y toda la presión que mi padre ejerce en mí.

Aún teniendo sometido a Dominic, en la tarde opté por quedarme después de clases en la biblioteca para realizar un extenso trabajo que nos habían asignado en Biología. Cuanto más tiempo pase fuera de casa mejor. Para no querer drogarme tengo que estar en paz, y por ende, lejos del tirano de mi progenitor.

Por pura casualidad horas más tarde, cuando me disponía a irme, veo a la tal Isis acomodando unos libros al final del pasillo. Contradiciendo lo que me dije a mí mismo durante el almuerzo, me acerco al estante y hago como si busco algo. Convenientemente la escalerilla con la que alcanzaba los entrepaños se tambalea y la chica cae al suelo de una forma bastante patética.

-¿Te golpeaste duro? -pregunto después de ayudarla a levantar.

Me cuesta mucho no soltar una carcajada, pues es evidente que sí. Tiene la cara sonrojada y está acomodando rápido su cabello, mirando a los lados si no la vió alguien más.

-Eh... no. Gracias -responde sin mirarme, pero luego sí se fija en mí y su expresión cambia-. Con permiso.

Me aparto y ella empieza a recoger los libros esparcidos en el suelo.

-Deja eso así -le recomiendo, mas hace oídos sordos-. Parece que se te torció un tobillo.

Está costándome ser amable. Parece que ha estado aprendiendo de la experta en ignorarme como si fuera mierda. De todas maneras insisto y la ayudo a acomodar.

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