Capítulo 4

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Arrojo mi celular a la cama frustrado. He estado horas intentando llamar a mi tío, solo logrando que responda la maldita operadora.

Abro mi laptop; es increíble que tenga que recurrir a este medio para informarme sobre un tema que involucra a un miembro de mi propia familia. Quiero saber si a Marco lo meterán a prisión o saldrá ileso de las múltiples demandas que tiene. Papá no dice mucho al respecto, tampoco le gusta que mamá y yo veamos noticias sobre ello en la televisión; menos mal que hasta el momento no se le ha ocurrido revisar mi historial de internet, porque estaría en problemas.

Leo varios artículos de páginas diferentes; todas dicen técnicamente lo mismo, aunque nada luce muy convincente. Tienen pruebas contra Marco, pero no son contundentes y por ende nada es seguro. De cualquier forma, el hecho de que mi tío no me responda las llamadas no me parece buen presagio.

Siendo honesto, no me importa si esas mujeres dicen la verdad y mi tío las violó, pero espero que lo declaren inocente y libre de todo cargo, no por él sino por mí y mamá, que seremos quienes van a pagar los platos rotos con papá.

Solo quien vive con una persona como él puede comprender la zozobra que reina en esta casa. Mis temores con respecto a papá terminarán de disiparse con el tiempo; soy un hombre y puedo soportarlo, pero mamá... ha sufrido demasiado.

Y yo tengo que ser fuerte por los dos.

—¿Estás estudiando, cariño? ¿Puedo pasar?

Volteo a ver a mamá, que asoma la cabeza en la puerta de mi habitación. Cierro el portátil.

—Claro mamá, pasa. Ya terminé. Qué raro que todavía estás despierta...

Han pasado un par de horas desde la cena, en la que solo comimos ella y yo. Papá aún no ha llegado, a veces llega muy tarde y hay ocasiones en las que se ausenta por días. Amo cuando eso sucede.

—Aún no tengo sueño —me dice sonriendo de lado, tomando asiento en mi cama. Mamá es muy delgada y delicada. Miro sus ojos cansados. Emocionalmente, es tan débil como luce por fuera y eso me preocupa—. Se me ocurrió venir a conversar contigo, hace tiempo no lo hago. Lo siento, hijo.

Sacudo la cabeza. No tiene porque disculparse. Si a veces pienso que mi vida es una mierda, en realidad la de mi madre es aún peor.

—No te preocupes —levantándome del escritorio, me recuesto junto a mamá en la cama. La abrazo apoyando la cabeza en su pecho, para escuchar sus latidos y oler su perfume maternal— ¿De qué quieres hablar?

Pasa sus dedos por mi cabello. Cierro los ojos, es tan relajante. Adoro a mi madre.

—No sé... ¿cómo estuvo la escuela?

De forma inconsciente recuerdo a Oriana, pero no hablo sobre ella con nadie.

—Normal, como siempre.

—¿No tienes novia, o alguna chica que te guste?

Levanto la mirada para observar el rostro de mamá. Me sorprende que haga ese tipo de preguntas puesto que ella sabe el destino que me espera.

—¿De qué sirve que tenga?

—No quiero que te cases con alguien que no te agrada, ni que cierres tu corazón, Leonardo. Lamento no poder hacer mucho con respecto a las decisiones que hace Enrico sobre tu vida.

Tranquila, sé que él te usa como a una marioneta, pienso, pero me quedo callado porque eso la haría sentir mal.

—Te preocupas por nada, mamá. Oriana me agrada y yo también a ella —miento.

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