Capítulo 7

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Empujo a Leonardo con toda mi fuerza, haciéndolo chocar de espalda contra los casilleros.

Me acerco.

—¡¿Eso es lo que aprendes en tu casa?! —cuestiono de forma retórica, dándole otra cachetada.

Como robot lo abofeteo una y otra vez. Él trata de detenerme rodeando mis muñecas pero no lo hace, porque estoy tan frenetica que parezco una fiera; no porque me haya dolido mucho, sino por la rabia que siento al saber que se atrevió a golpearme.

—¡Detente! —me dice mientras continuamos luchando— ¡¿Eres estúpida?! ¡Nos van a escuchar!

Y su predicción se cumple al instante, cuando varios profesores salen de los salones a ver qué sucede, y atrás de ellos los estudiantes.

—¡¿Qué pasa aquí?! —pregunta enojadísima la sor que da Física —¡Sepárenlos!

Sin alejarme veo por el rabillo del ojo a algunos sacando el celular para grabar, y también a dos profesores acercándose para hacerle caso a la obstinada religiosa, cada uno me agarra un brazo.

—No me toquen, por favor... —les exigo respetuosamente, con la respiración inestable a causa del disgusto. Una vez que me tranquilizo lo hacen.

—¡Todo el mundo, vuelva a clase! —grita la mujer, luego se vuelve hacia nosotros— ¡¿Me pueden explicar que significa esta escena?!

—¡Ella empezó!

—¡No es verdad!

—¡Vamos ya para la Dirección!

El mismo que en ocasiones he oído insultar a los demás por "gallinas", palidece, mientras que yo solo me resigno a lo que pasará. Debido a mi negro historial, lo más probable es que me suspendan, o en el caso más grave, que me expulsen. Mamá se volvería un grano en mi trasero, pero creo que sería lo mejor para acabar con este infierno de una vez por todas.

—Usted de nuevo, señorita Greco —me saluda el Padre Giovanni al verme pasar a su oficina—. Lamentablemente no me sorprende su visita; pero de ti, Leonardo, de verdad que sí.

Viro los ojos disimuladamente. No sé qué tipo de brujería practica para que los adultos, en especial los de la escuela, se crean la fachada de estudiante perfecto que se monta. Estudiante perfecto, un pepino. Podrá tener las mejores calificaciones, pero su comportamiento, su verdadero comportamiento, es una completa mierda.

—Padre, le aseguro que es un malentendido —defiende—. Esta loca--

—Leonardo —le advierte el Director.

—Disculpe. Oriana... me atacó cuando me acerqué a saludarla. Mire —señala los parches enrojecidos de sus mejillas.

—No, no fue a saludarme. Fue para molestarme —aclaro—. Él me abordó, y sí, lo abofeteé, ¡cuando él lo hizo primero!

Hubiese deseado que me quedara alguna marca como a él para probarlo.

—¡Eres una vil mentirosa! No le puede creer, Padre. Observe como dejó mi cara, ¡no sé por qué me odia tanto!

—No es necesario gritar, chicos. Tienen que arreglar sus diferencias, sean de la naturaleza que sean.

—Mejor expúlseme —propongo—. Así todos quedamos felices —sobre todo yo.

—No expulsaré a nadie, Oriana. Tienes que poner de tu parte y mejorar, tanto tus notas como tu forma de ser. No puedes lastimar a Leonardo, ni a ningún otro solo porque te cae mal.

—¿Está diciendo que no me cree? —pregunto, aunque está más que claro.

—Bueno, Leonardo nunca ha dado ningún tipo de problema. En cambio tú...

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