—Suficiente, suelta —me dice Oriana al no dejar de sostener su mano después de un par de segundos.
¿Esto era todo? Creí que engañarla sería difícil.
—¿Exactamente qué tengo que hacer? —pregunta.
—Simplemente háblale. Haz como si no te importase que estemos juntos. Ella piensa que no quieres ser su amiga por estar conmigo.
—Tiene razón.
—¿Por qué?
—No preguntes lo que ya sabes. Y mejor me salgo de aquí antes que los demás empiecen a imaginar idioteces.
—Bien.
Cuando cierra la puerta tras ella y quedo solo en el salón, libero la risa que estaba aguantando desde que cayó por inocente.
Haría todo por no casarse conmigo. Lo sé, lo vi en su mirada y en sus ojos iluminados. Debió ser muy feliz mientras escuchaba mis mentiras; lástima que su felicidad se esfumará cuando sepa que es un juego.
—Hola, linda —saludo a Isis cuando salgo al patio y la veo sentada en una de las mesas.
Tengo semanas besándole el puto trasero; le he dicho que me gusta, sido amable y todo eso pero sigue rechazándome como a un perro sarnoso.
Sí, sé que es lesbiana, pero hiere mi orgullo y se ha vuelto una cuestión personal.
—¿Aún no quieres hablarme?
Guarda lo que queda del sándwich que se estaba comiendo en la fiambrera y me responde con la boca un poco llena.
—Yo nunca... —termina de tragar. Hago una mueca en mi interior— he dicho que no te quiera hablar.
—No hace falta que lo digas; lo demuestras.
—Leonardo, me haces sentir mal. Es que no te llevas bien con mi amiga y, no quiero tener conflictos con ella...
—¿Llamas a Oriana tu amiga? Ella no es amiga de nadie. Nadie aquí la quiere.
—¡Yo la quiero! —exclama. Es tan evidente, que me siento un poco estúpido por no darme cuenta antes de leer su diario— ¿Por qué la tratan tan mal?
—¿Por qué eres la única que no se da cuenta cómo es? —pregunto en vez— Odiosa, amargada, prepotente, pretensiosa...
—¿Ves? Dices que te gusto pero ni siquiera tienes la decencia de evitar hablar mal de una persona que aprecio y considero una amiga.
Enarco una ceja.
¿Que aprecias, o que te gusta?
—Lo siento, disculpa —pongo una mano en su mejilla y acaricio con suavidad su labio inferior. La miro con intensidad—. Acepta ser mi chica, Isis. ¿Qué puedo hacer para convencerte que no haya hecho ya?
Pego nuestras frentes.
—¿Puedo besarte?
—Nos pueden ver.
—¿Entonces puedes ser mi novia?
—Falta poco para entrar a clase.
—Respóndeme...
—No lo sé, Leonardo. No me presiones.
—Solo dame una razón para entender por qué no quieres.
—Por... Oriana.
—¡A ella no le importa si eres mi novia!
—Yo creo que sí —sus ojos se abren como platos—. ¡Ay, ahí viene! ¡Vete!
ESTÁS LEYENDO
Like a Boy
Teen FictionDentro de un círculo social elitista, los padres de Oriana y Leonardo planean su futuro matrimonio. Oriana no es una chica común, ya que, tras sufrir abuso sexual por parte de un amigo de la familia, ha dejado de vestir y actuar como se supone que...