Capítulo 40

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En un edificio grande se filmaba un programa en donde solo pudieron participar Jisoo y Rosé al no tener compromisos como sus amigas.

La pasaron bien, no fue algo agotador y después de esto tendrían unos días libres, eran muy necesarios puesto que YG les comentó que posiblemente en unos meses tengan que hacer una gira, era una noticia emocionante, pero también tenían conocimiento de lo cansado que puede llegar a ser.

Ambas chicas caminaban muy juntas mientras conversaban de cualquier cosa, aun no era de conocimiento público de que ambas eran pareja, solo lo sabían sus manager y, por supuesto, la presidenta que les dio el visto bueno.

Estuvieron de acuerdo en mantenerlo en secreto hasta que sus cimientos como el nuevo grupo de Blackpink estén más reforzados, cualquier noticia puede perturbar sus esfuerzos y el público coreano no es que acepte tan fácil la relación entre idols, aunque siempre hay sus excepciones y habrá personas que se alegren por ellas.

—Chu—llamó Rosé.

—¿Si?—ese apodo siempre le saca una sonrisa a la mayor.

—Voy a ir al baño, espérame aquí—señaló el baño de los omegas.

—Esta bien.

Jisoo la vio asentir antes de marcharse, se apoyó en la pared y se puso a ver el celular. Tenía casi la batería llena y se dispuso a jugar mientras esperaba que su novia salga del baño.

Después irían directo a la casa, pero tuvo una mejor idea, ¿y si la invita a comer? Ya estaban afuera después de todo, sería un desperdicio no aprovechar el día tan bonito.

—¿Jisoo?

Se puso rígida al escuchar una voz que no pensó oír más, alzó su cabeza y ahí estaba él, el omega que alguna vez quiso, pero por obvias razones jamás pudo ser.

—Jung Haein...—fue apenas un susurro.

—Lo sabía, eras tú. Eres inconfundible—dijo con su típica sonrisa amable—. ¿Cómo has estado?

Lo escudriño con la mirada y los años lo hicieron más guapo, verlo a él era como regresar al colegio, era una época que jamás quiere recordar, no había nada bueno, miente, él fue uno de los motivos por el cual no abandonó sus estudios.

No había cambiado nada, seguía siendo ese mismo omega amable que todos los alfas querían, ella se incluía, pero su amabilidad fue muy dolorosa.

—Estoy bien, ahora soy una gran idol—sonrió de lado.

—Pensé que querías ser solamente actriz, pero me alegro de que no lo hayas hecho, cantas muy hermoso, esperaré con ansias tu solo—colocó las manos en los bolsillos.

Y ahí estaba de nuevo sus sinceras palabras, se rio hacia sus adentros, ¿qué tanta falta de afecto omega tuvo que tener para haberse enamorado de la amabilidad del hombre? Su yo de adolescente lo confundió todo, se inventó cuentos inexistentes en su cerebro, que idiota había sido.

—Créeme que al principio no quería, pero luego fui agarrando el gusto por cantar y bailar—no era lo que tenía planeado, pero resultó mejor de lo esperado—. ¿Y tú? ¿Estás trabajando en algún proyecto?

—Sí, espero tu apoyo... tienes algo ahí—estiró la mano hasta tocar uno de los cabellos de la alfa.

Ella no se movió, pensó que tal vez se iba a sentir nerviosa por ese gesto, pero a cambio no sintió nada. Gesticuló una sonrisa al saber el motivo, solo su omega, su predestinada, su Rosé era capaz de hacer que todas las células de su cuerpo se alteren aun si solo la ve de lejos.

Black and PinkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora