𝟢𝟦. 𝐩𝐚𝐥𝐨 𝐬𝐚𝐧𝐭𝐨

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│ ┆ ✐; palo santo.


     LISANDRO ESTABA JUGANDO HORRIBLE, y él mismo parecía percatarse de ello. Se podía notar en su rostro la evidente molestia ante lo mal que estaba yendo el partido. 

     Martina alcanzó a ver como una puteada se escapaba de entre los labios de Licha. La rubia observó de reojo a la madre del chico, esperando ver alguna reacción, pero al parecer no se había percatado de que su hijo soltaba malas palabras cada dos por tres. 

     —Si Lisandro sigue así lo van a terminar sacando —habló Silvina a la hija de su mejor amiga. 

     Amanda no había podido ir aquella mañana a causa de que uno de sus empleados había avisado, la noche anterior, que había levantado fiebre, una hora después de llegar a su casa; por lo que debió sustituirlo y dejar a Martina bajo el cuidado de Silvina. 

     —Lo van a sacar ahora —afirmó Mar, viendo a lo lejos como el entrenador le hablaba a uno de los chicos de la banca. 

     Y tal como ambas pensaban, ocurrió. 

     Lisandro, si antes estaba enojado, ahora parecía que estaría dispuesto a darle una patada a la primera persona que le hablase. Salió de la cancha y, de pésima manera, se sentó en la banca, bajo las ordenes de su entrenador. 

     El partido iba 5 a 1, a favor del equipo visitante. 

     La rubia ya se encontraba aburrida. Únicamente se presentaba a los partidos, y entrenamientos, a causa de Lisandro; por lo que su atención comenzaba a desviarse a cualquier cosa que tuviese alrededor. 

     El celeste claro cayó sobre la cara de culo de Licha. Mar captaba todas expresiones que el chico creaba, mientras observaba lo que ocurría en el transcurso del partido. 

     La pierna del entrerriano se movía de arriba abajo, en un tic ansioso al ver como transcurría el partido. Se podía notar a leguas las ganas que tenía de entrar a la cancha y demostrar de lo que era capaz, con tan solo ver lo que hacía su compañero en su lugar. 

     El grito y la celebración de otro gol, por parte del equipo contrario, fue el límite de Lisandro, haciendo que llevase las manos hasta su cara. 


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PAPER RINGS | Lisandro Martínez ²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora