𝟥𝟫. 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐢𝐚𝐥

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│ ┆ ✐; mundial.


     EL CELULAR DE MARTINA VIBRABA CON INSISTENCIA. Lo levantó brevemente y lo puso en silencio, mientras veía de reojo como nuevos mensajes aparecían de Lisandro. 

     El chico ya había llegado a Catar, junto a la Selección, y le mandaba mensajes y fotos acerca del lugar. 

     Aunque Mar tenía muchas ganas de ver los mensajes y responderle con el mismo entusiasmo que él, tenía que estar completamente concentrada en la reunión que tenía con su cliente, y su pareja no ayudaba. 

     —¿Eso es todo? —preguntó Martí, dejando a un lado la lapicera, lista para cerrar el cuaderno con los nuevos cambios.

     —Sí, todo lo demás me parece perfecto. 

     La rubia sonrió y ambos dieron por finalizada la llamada. Rápidamente, tomó el celular entre sus manos y entró al chat de su pareja. La pantalla se trababa brevemente ante la cantidad de notificaciones, y las descargas tomaban su tiempo. 

     Antes de que pudiese ver por completo la primera foto; en la cual aparecía el nombre de Lisandro y el de Cristian, quien se suponía era su compañero de habitación, le entró una llamada. 

     —¿Terminaste la reunión? —fue lo primero que preguntó el entrerriano, dejando notar la emoción en su voz. 

     Martí rio entre dientes. Había pasado de estarse mordiendo las uñas de los nervios, a estar saltando por las paredes de la emoción. 

     —Sí, gordo —afirmó, apagando la computadora—. Sos un impaciente de mierda. 

     —No, a ver. Yo cumplí con el horario, terminabas a las diez y media —exclamó—. Yo empecé a mandar diez y treinta y uno. Ustedes se pasaron del horario como por diez minutos. 

     La rubia negó con la cabeza, pero no negó nada. 

     —No pude ver ninguna de las fotos —confesó con una sonrisa. Sonrisa que creció al notar que ambos animales se correteaban de un lado a otro, en el enorme jardín de la casa—. ¿Pero te está gustando? 

     —Sí, bastante —respondió caminando por la habitación, terminando de chusmear todo lo que le faltó. Cajones, armario, el minibar—. No sabes el calor que hace. Parece un sauna. 

     —Pero no van a entrenar ahora, ¿o sí?

     —Creo que no, pero no estoy seguro. Están terminando de preparar las cosas; sobre todo Bianca, así que te podés imaginar...

     —Si Bianca está a cargo, lamento informarte que vas a tener que bajar en dos horas a entrenar —Martí rio cuando se escuchó una queja del otro lado. 

PAPER RINGS | Lisandro Martínez ²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora