𝟦𝟣. 𝐭𝐨𝐫𝐭𝐢𝐭𝐚𝐬 𝐧𝐞𝐠𝐫𝐚𝐬

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│ ┆ ✐; tortitas negras.


     Amanda terminaba de colocar la última bandeja con facturas, en la vitrina de su panadería. Ya no solía encargarse del lugar tanto como antes, teniendo tiendas en distintos lugares, pero aún así le gustaba encargarse de vez en cuando de la preparación. 

     —¡Hola, buenos días! —saludó, dándole la espalda a la puerta. Ajustó su uniforme y volteó para mirar al primer cliente del día—. ¡Li! —saludó contenta al, ahora, prometido de su hija. 

     La noticia con la que había llegado anoche había puesto feliz a todos; sumando que Argentina sea campeón del mundo, el ambiente era éxtasis puro. 

     —¿Qué vas a querer, corazón? 

     Lisandro le sonrió. Amanda nunca le dejaría de hablar como cuando era chico. 

     —Una docena de facturas, por favor. 

     —¿De cuáles queres? 

     —Dame 4 tortitas negras y el resto complétalo como quieras. 

     La mamá de su prometida lo miró con los ojos entrecerrados, y exclamó: —¿Te mandó Martí? 

     Licha rio y negó con la cabeza: —Sigue durmiendo todavía. 

     Mientras Amanda preparaba su pedido, y trataba de recordar qué otras le gustaban a su hija y Lisandro, preguntó: —¿Hace cuánto lo tenías pensado?

      —Hace bastante; —respondió, sabiendo a lo que se refería— pero en uno de los ratos libres que tenía en Catar, paseando con papá, fue como la señal que necesitaba. Le pedí ayuda a Juli para elegir el anillo y... sabía que, cuando volviésemos acá, se lo iba a pedir. 

     Amanda terminó de cerrar el paquete, y lo envolvió con una cinta hasta cerrarla con un moño.

     —¿Y por qué acá?

     Lisandro sonrió y aceptó el paquete ya listo para llevarse. 

     —Eso queda entre ella y yo. 

     Amanda asintió, inconforme con la respuesta, pero no lo diría. 

     —Solo te pido una cosa, Li —Los ojos marrones de Lisandro miraron los celestes de la que era su segunda mamá—. Hacela feliz. No quiero verla nunca más triste, menos a causa de su relación otra vez. 

     —No va a volver a pasar —La seriedad en su voz, le hizo creer que Amanda que hablaba en serio—. De chico era bastante boludo, y ella no se merecía eso. No voy a cometer el mismo error dos veces, ni ningún otro. Yo existo para hacerla feliz y la voy a hacer feliz hasta el día en que me muera. 

PAPER RINGS | Lisandro Martínez ²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora