𝟤𝟧. 𝐋𝐢𝐜𝐡𝐚 𝐯𝐚 𝐚 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐫 𝐛𝐢𝐞𝐧

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│ ┆ ✐; Licha va a estar bien.


     AGUSTÍN OBSERVABA EN SILENCIO A SU MAMÁ. La mujer tenía ambas manos en su rostro, cubriendo su nariz y boca con ambas manos. 

     Llevaban un buen rato así. 

     Era la una de la tarde, del veinticinco de diciembre. Jacob se había ido a la una de la mañana, tras acomodar sus pertenencias y llamar a un taxi. Mar lo había despedido en la puerta de la casa, disculpándose nuevamente por su elección. 

      Antes de alejarse de la casa para llegar al taxi, ambos se vieron por última vez. Las expresiones tristes en sus rostros se habían formado, sin siquiera querer cubrirlas para pretender que estaban bien. 

     Mar sabía que era la decisión correcta. Sabía que debió hacerlo hace bastante tiempo atrás. Sabía que no había sido correcto mantener a Jacob con ella, solo por la costumbre de estar con él. Incluso, inconscientemente había permanecido allí, esperando una acción del coreano que la hiciera querer irse. 

     Sin embargo, jamás hubiese esperado que Jacob fuese a pedirle matrimonio; especialmente cuando no llevaban tanto tiempo juntos. 

     El verlo marcharse había sido un golpe a la realidad. Había observado como el taxi se alejaba de su casa, mientras los fuegos artificiales seguían explotando en lo alto de la noche. De las casas continúas se podía oír la música, los ladridos y aullidos de los perros, las risas y gritos de las familias reunidas. 

     Y, aún con toda la felicidad que podían traer las fiestas, en su casa había un silencio absoluto. Ninguno de las dos familias había tenido la valentía de entrar a la casa para ver qué ocurría. Había transcurrido una hora y nada. 

     Todos querían saber qué ocurría dentro. Pero Lisandro se estaba muriendo internamente por entrar y averiguar por si mismo. 

     —¿Qué pasó? ¿A dónde fue Jacob? —inquirió Agus a su mamá y abuela, quien estaba del otro lado de la mesa. 

     Amanda y su madre compartieron una mirada, pensando qué podrían responderle al más pequeño de la casa. 

     —¿Martí se va a levantar? Es casi la hora de almorzar —se quejó Agustín. 

     No había visto a su hermana mayor desde que Jacob y ella entraron a la casa. Era un poco más de la una y ni siquiera lo habían dejado acercarse a la habitación de su hermana para despertarla. 

     Quería aprovechar el poco tiempo que le quedaba a Lisandro en Gualeguay, antes de que tuviese que regresar a Alemania para el próximo partido. Según le había dicho el entrerriano, se quedaría hasta el veintiséis a la mañana, y ya era veinticinco. 

PAPER RINGS | Lisandro Martínez ²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora