𝟥𝟥. 𝐭𝐨𝐝𝐨 𝐨 𝐧𝐚𝐝𝐚

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│ ┆ ✐; todo o nada.


     AGUSTÍN ESTABA AFERRADO A LAS PIERNAS DE LISANDRO. Mirando a las personas que los rodeaban, las cuales caminaban con prisa a sus vuelos, esquivándolos por estorbar en el camino. 

     —Agus, déjalo —pidió Martí con gracia, al ver que aferraba sus dedos a la tela del pantalón. 

     —No me quiero ir —murmuró con tristeza—. Me quiero quedar un par de días más. Por favoooooor. 

     —¿Pero no querés ir a ver a mamá? —inquirió Licha. El hombre agradecía haberse puesto un cinturón porque a esta altura los tendría abajo, de tanta fuerza que ejercía Agus. 

     El menor se quedó en silencio, pensando lo que había dicho Lisandro. Claramente extrañaba a su mamá y abuela. Había pasado varios días sin verlas y, aunque también quería quedarse más tiempo con Martí, quería volver a su casa. 

     —Pero no te voy a volver a ver cuando arranque la temporada —se quejó levantando la cabeza, teniendo que llevar su cuello hasta atrás para poder llegar a verlo.

     —Tranquilo —exclamó el entrerriano—. Si para las vacaciones de invierno tenés buenas notas, hablo con tu mamá para que te vengas con la mía, ¿dale? 

     Licha ignoró la mirada que le estaba dando la rubia. Se arriesgaba mucho al decir aquello y que luego Amanda no quisiera llevarlo. La podría hacer quedar como la mala, cuando ella tenía todo el derecho de negarse al ser su madre. 

     —¡Sí! —festejó Agus. 

     Mar se colocó en cuclillas, acomodando la campera de Agustín, apartándolo de Lisandro. 

     —¿Tenés todo, no? —Agus asintió—. Te puse galles, facturas y chocolatada en la mochila. Si necesitas agua, pedile a la azafata. Cepíllate los dientes antes de irte a dormir.  

     Su hermano volvió a asentir y envolvió sus brazos en el cuello de su hermana. Mar le devolvió el abrazo, ejerciendo un poco de fuerza. Aunque su casa fue un desastre en estos últimos días, lo iba a extrañar bastante.

     El quilombo no, pero a él sí. 

     —¿Vas a volver a casa? —preguntó Agus, jugando un mechón rubio, que caía sobre la espalda de Mar. 

     —Voy a ir para tu cumple —prometió. 

     Agus se puso feliz al oír aquello. No faltaba tanto para su cumpleaños. Tenía que esperar a que febrero pasara y un par de días más, en marzo, sería su cumpleaños. 

     —Yo también quiero un abrazo —exclamó Licha, apartando a la rubia a un lado, para tener toda la atención del menor. 

     El castaño rodeó al mayor en un abrazo y, en un tono muy, muy bajo, dijo: —No te mandes otra cagada porque no te ayudo más. 

PAPER RINGS | Lisandro Martínez ²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora