Nuevos Amigos. Capítulo 3

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Escuché la voz de Mangel gritándome en un tono bastante elevado para mi gusto y estado somnoliento.

—Vamos mujer, ya tenemos que bajar —me incorporé rápidamente quitándome los audífonos.

Rubius estaba esperándonos a un lado nuestro. Mangel se movió para atrás permitiéndome pasar, reí mientras caminaba hasta llegar junto a Rubius.

— ¿Te has quedado dormida escuchando tu música de chica hipster? —preguntó el castaño por lo cual yo reí nuevamente.

—Créeme que la música hipster va muy bien conmigo —Rubius comenzó a reírse exageradamente a lo que terminó por contagiarme.

—Ya, tíos callaos un momento que vais a hacer que nos corran del avión por la fuerza —se quejó Mangel.

Todos reímos ante la idea y bajamos. Me parecían buenas personas pero no quiero hacer amigos aquí, no vaya a ser que luego desee quedarme o algo por el estilo. Necesito volver a Argentina como sea.

— ¿Quieres que te llevemos a alguna parte, Lydia? —preguntó Rubius con una sonrisa en su rostro.

—Oh no, mi tío vendrá a recogerme. Además no me lo permitiría, ya me estoy aprovechando demasiado de ustedes —intenté sonar amable.

—No eres ninguna molestia, pequeña —Mangel me sonrió por lo cual yo hice lo mismo.

—Claro, también toma esto —me entregó un pequeño papel con sus números—. Por si algún día necesitas ayuda o solo quieres divertirte —me lanzó una mirada pervertida a lo que yo reí—. No, ya en serio, cualquier cosa que necesites no dudes en llamar, pequeña.

—Oh, claro que lo haré. Ya no podrán librarse de mí —sonreí dulcemente—. Pero si me siguen llamando "pequeña" les arrancaré los ojos con una cuchara —todo iba tan bien, ¿por qué tenía que saltar mi jodido lado psicópata? De todos modos rieron fuertemente y me revolvieron el cabello.

—Vale Mangel, este algodón de azúcar no tiene nada de dulce —soltó Rubius en un intento de metáfora.

—Pensándolo mejor "pequeña" está bien —admití comparándolo con el meloso nombre que Rubius había inventado. Todos reímos sonoramente.

— ¿Cómo se te ha ocurrido pintarte el cabello de tal color? —miré a Mangel divertida al entender lo que preguntaba.

—Mangel, es rosa permanente —reí al notar la expresión de espanto que ambos llevaban ahora en la cara.

—Estás loca, Algodón —comentó Rubius sonriente mientras negaba con la cabeza.

—Odio ese apodo —comenté—. Da igual, mi tío ha llegado —dije señalando el nada extravagante carro color beige. No paso ni medio segundo para que mi tío tocase la bocina frente a nosotros.

—Recuerda que tienes nuestros números, Algodón —dijo Rubius mientras se despedía con la mano.

—Pero sólo llámame a mí, éste gilipollas no responderá si está jugando videojuegos —exclamó Mangel ganándose un lindo golpe por parte de su amigo.

Reí para mis adentros desde el interior del carro el cual comenzaba a ponerse en marcha. Esto no sería tan malo después de todo.



MADURA «Rubius & Tú»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora