Madrugada de navidad. Capítulo 28

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Navidad. Una fecha dónde todo el mundo está alegre. Festeja con su familia, ya no la tenía. Festeja con sus amigos, ellos sí tienen familia. Seré realista pero, por más que continúe mirando fijamente la puerta durante otras dos horas no lograré que alguien aparezca. Sentía una punzada en el pecho del lado izquierdo, al principio era leve así que no le di importancia y me desplomé sobre la cama. No lograba soltar ni una sola lágrima. Creo que he pasado por tanto que, ya estoy seca. Mi cabeza comenzó a dar vueltas lo que fomentó el dolor en mi pecho volviéndolo muy fuerte hasta llegar a ser insoportable. Me retorcí sobre la cama aferrándome a mis piernas mientras la primera lágrima resbalaba mojando una pequeña zona de mi mejilla. Mi cabeza recibió una punzada parecida a la que sentía en mi pecho pero aún más dolorosa. Solté un grito ahogado sintiendo que la soledad y la tristeza me consumían. Mi vista se nublaba y las punzadas eran cada vez más potentes como si alguien estuviera apuñalando las zonas donde se encontraba el dolor con una daga. Mis pensamientos viajaron a Samara y recuerdos de cuando éramos niñas inundaron mi mente, podía sentirlos derramarse por mi oreja. Se veía como un líquido turquesa y brillante, una mancha que se esparcía en la alfombra de mi cuarto. Podía sentir cómo comenzaba de desarmarme: primero los recuerdos, luego los sentimientos, luego mis órganos y, por último, mis extremidades. Mis ojos estaban al límite de desprenderse cuando el sonido del móvil resonó desde la sala hasta llegar a mi cuarto sacándome de mi trance. Me dirigí a por el móvil lentamente, las lágrimas dañaban mis ojos por lo que no podía hacer más que entreabrirlos. Al coger el móvil el brillo me segó aún más. Al acostumbrarme abrí la notificación, era una mención de alguien en Twitter:

"@KathReckless ¡Felicidades, Kath! #CienMilRocklets"

Esperen, ¿Qué? Esto de seguro estaban todos de coña. Entré rápidamente en mi canal y, no podía creerlo, era real, cien mil suscriptores. Corrí a Twitter nuevamente y escribí un Tweet al respecto.

"No me lo creo #CienMilRocklets. Gracias, pero no creo merecerlo, es decir, tengo solo un vídeo subido y no creo que sea tan bueno. Son el mejor regalo."

Me había sentido sola pero con la noticia comprendí que no lo estaba, nunca lo estuve. Ni ahora ni aquella vez. No quiero recordarlo, fue una etapa muy oscura de mi vida incluyendo psicólogos, desorden emocional, depresión entre otras tantas cosas. Pero eso fue hace dos años, ya estoy bien. Hoy no tuve una recaída o al menos de eso quiero convencerme. El sueño me estaba consumiendo a pesar de ser las cuatro de la mañana. Estaba acostumbrada a dormir tarde o no dormir pero desde que el reloj indicó el comienzo del día de navidad a la media noche yo permanecí pendiente de cualquier muestra de afecto a las que acostumbran rodearme pero al vivir sola nadie llega a un minuto de las doce para desearte feliz navidad y mucho menos traer tu regalo. No quiero volver a esos días oscuros, no quiero recordarlos más. Superé esa fase de mi vida pero, ¡aún me siento insegura, joder! Le temo a las burlas, al desprecio y a la soledad. Le temo a que nadie esté a mi lado. Temo volver a caer en las garras de mi propio miedo y encerrarme en la cárcel que armé en mi mente para huir de mi vida real hace tiempo. Ahora llevo todo relativamente bien, desde que tengo a Chelsea y Derek no he vuelto a ser la misma, por eso la mudanza al otro lado del mundo y separarme de ellos fue una tortura, temí que la historia se repitiera pero, desde el momento en el que abordé el avión noté que no sería así. Mangel y Rubius se encontraban allí y me salvaron de mí misma. No extraño mucho a mi familia, me refiero a mis padres. Sin embargo extraño a Samara, puede que sea una zorra psicópata pero ella siempre estuvo junto a mí, en las buenas y en las malas.

Escuché golpes en la puerta y mi corazón pegó un brinco de emoción pero la razón arruinó mi fiesta, ¿Quién tocaría MI puerta a las cuatro y media de la madrugada? De seguro había sido producto de mi torturada y exhausta mente. Me recosté en la cama con las manos depositadas ligeramente en mi estómago dejándolas descansar. Cerré los ojos levemente e intenté dirigir lo que sería mi sueño pero cuando casi tenía todo terminado la puerta volvió a sonar aún más fuerte que antes lo que sacó mi pensamiento de que lo estaba imaginando. Así como estaba, con la camisa extra grande de mi padre como pijama, abrí entusiasmada la puerta. Había imaginado a Rubius, a Willy, a Vegetta o hasta a Chelsea o Derek detrás de esa puerta pero al abrirla me encontré con dos desconocidos y mi ilusión cayó rápidamente.

— ¿Lydia? —dijo la chica de cabello rojizo, pecas y ojos color esmeralda debía de tener dieciséis o diecisiete años aproximadamente—. Cuanto has cambiado —la desconocida se abalanzó sobre mí envolviéndome con sus brazos.

— ¿Nos conocemos?

—Oh, claro, que tonta soy —rio para sí misma—. Te conocimos cuando eras tan solo una niña de cuatro años, para entonces nosotros teníamos seis, solíamos jugar y pasar largos ratos juntos los tres pero eras muy pequeña, no debes recordarlo.

— ¿Los tres?

—Soy Arriane y él es Holden —señaló al chico detrás de ella. Eran iguales su cabello rojizo, simpáticas pecas salpicando su cara y ojos esmeralda fijos tímidamente en el suelo—. Somos tus primos.

—No sabía que tenía primos —exclamé sorprendida dejándolos pasar y tomé asiento frente a ellos que estaban en el sofá.

—Somos hijos de John y Annie —respondió Holden con una suave y casi inaudible voz.

—No se parecen a ellos —no es que no estuviera alegre de tener primos, solo que no entendía como se presentaban tan de repente.

—No son nuestros padres biológicos —respondió Arriane con una blanca sonrisa iluminando su cara—. Somos gemelos, nos adoptaron cuando teníamos tres años y antes de mudarse a España.

—Pasamos dos años completos juntos como si fuéramos hermanos de toda la vida —concluyó Holden.

— ¿Por qué no me lo ha mencionado?

—No habla sobre la familia desde la muerte de Mamá —Arriane observaba detenidamente cada rincón de la sala hasta toparse con el corazón en la pared—. ¿Qué es eso? —se levantó de su asiento y fue en dirección al "mural" tocándolo con delicadeza. Holden no tardó en imitarla pero solo tomó el brazo de su hermana deteniendo su apreciación.

— ¡Arriane! ¿Qué te he dicho sobre ser descortés? —reprochó a la chica que lo miraba con indiferencia.

—Está bien, Holden, no me molesta —intenté calmar la situación algo cómica de la típica pelea de hermanos—. Es un corazón Ruberine, yo lo he pintado allí.

—Se nota que lo has hecho tú —comentó sin apartar la vista, ni su mano, del corazón—. Siempre has sido muy hábil en arte, es decir ¡mira esto! A pesar de estar hecho con aerosol y no pintura es la perfección.

—Arri a veces se entusiasma un poco con el arte —explicó Holden—. Su sueño es ser pintura.

— ¡Pintora! —exclamó Arriane.

—Es lo mismo —ambos reímos por lo bajo mientras Arri tomaba una foto de mi "Obra de arte"—. Yo por mi parte me especializo en la música.

—Son un par muy talentoso a nivel artístico, ¿verdad? —sonreí amablemente mirando a la pelirroja venir hacia mí.

—Deberías escucharlo en el piano —susurró en mi oído pero fue lo bastante fuerte como para que Holden armara un alboroto en modo de queja.

— ¡Cállate, Arriane! —exigió mientras se sonrojaba algo avergonzado. Parecía alguien muy tímido a la vez que simpático, todo un dilema.

—Oigan, es tarde ¿Qué les parece compartir mi habitación de invitados? —sugerí a lo cual ellos accedieron bostezando al mismo tiempo. Era como ver dos gotas de agua, sin diferencias físicas.

Preparé la cama con ayuda de Arri mientras Holden jugaba con mi consola y, luego de terminar de acomodar la habitación para ellos los dejé solos dándoles su espacio para que duerman tranquilos, igual que yo debía hacerlo. Ya no me sentía tan sola, volvía a estar rodeada de gente y era algo que me fascinaba mis ojos se cerraban lentamente cuando alguien entró de golpe en la habitación haciendo que me lleve un susto enorme. Al encender la luz distinguí a Holden junto a mi cama.

—Feliz navidad, Kath —besó mi frente y luego se fue ¿Kath? ¿me había llamado "Kath"?



MADURA «Rubius & Tú»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora