La persona misteriosa. Capítulo 16

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Regresamos al carro con toda la flojera del mundo. Alex y Mangel optaron por ir en taxi y encontrarnos en mi apartamento. Nos ubicamos nuevamente de la forma más extraña posible. Vegetta conducía como siempre, Chelsea de copiloto, Derek en la ventanilla izquierda, Rubius en el centro y Willy a la derecha. Yo después de muchas súplicas conseguí que Vegetta e permitiera viajar detrás pero solo si me sentaba sobre Derek. Ya cada uno en su lugar regresamos camino a mi apartamento donde Alex, Mangel y la persona misteriosa, que por cierto se cansó de esperar y tomó un taxi antes de que llegáramos, nos esperarían allí.

—Kath ¿tanto tiempo pasó? —dijo Derek rompiendo el silencio incómodo en el cual todos nos encontrábamos envueltos.

—No seas exagerado, niño, pasó un mes como mucho —reí sonoramente al igual que Derek.

—Ya te extrañaba, pelirrosa —me abrazó fuertemente lo cual yo imité.

—Yo también te extrañé, rubio —él me plantó un sonoro beso en la mejilla. Vegetta al escucharlo se puso alerta pero no tenía más remedio que aceptarlo, después de todo eran mis amigos y tenían la misma edad que yo. Creo que, en el fondo, eso deprimía a los chicos. Tal vez creerían que prefiero estar con chicos de mi edad cuando no es así.

Chelsea le tomaba fotos disimuladamente a Vegetta conduciendo, a Willy mirando por la ventanilla y a Rubén durmiendo.

—Oye, Chelsea, si continuas tomándole fotos mientras duerme en el auto no te quedará memoria en el móvil para tomárselas en nuestra pijamada de hoy —ella guardó el móvil rápidamente para luego abrir los ojos exageradamente.

— ¿Dijiste que hoy tendremos una pijamada? —asentí con la cabeza. Ella parecía que en cualquier momento iba a estallar de alegría— ¿con ellos? —preguntó señalando a los chicos. Me simpatizaba su acento argentino ya que a mí ya no se me notaba tanto.

—Eso he dicho —Willy quitó la vista de la ventanilla y la dirigió hacia mí—. Tranquilo, Guille, tú dormirás con Samu—.

—Yo con él no duermo, chaval —Vegetta se unió a nuestra conversación—. No me he olvidado que se ha pasado contigo.

—Pues si tu no duermes con él tendré que hacerlo yo —me encogí de hombros y Vegetta volteó un segundo para mirarme con total desaprobación.

—Hasta que prefiero dormir con él —se rindió el pobre tío que conducía. Willy no se atrevía a decir palabra, estaba anonadado.

—Di que lo amas —dije a Willy entrecerrando los ojos con mirada asesina. El negó firmemente con la cabeza. Tomé mi móvil y preparé el grabador de voz. Tomé una pequeña navaja que llevaba escondida en el zapato en caso de emergencia y lo amenacé con ella— te he dicho que digas que lo amas.

—Vale, vale —levantaba las manos como si fuera a asaltarlo. A todo esto Rubén ya había despertado y presenciaba todo en silencio. Encendí el grabador—. te amo, Vegetta —lo pausé nuevamente y esta vez apunté a Vegetta.

—Ahora dilo tú —no tuve que hacer mucho esfuerzo porque cumplió mi orden sin objeciones.

—Yo también te amo, Willy —mi evidencia de audio estaba completa y guardada en mi móvil como "Confesión Wigettil". Les mostré el audio a los chicos esperando su reacción. Derek, Chelsea, Rubius y yo reímos, mientras que Willy y Vegetta soltaron una leve risa nerviosa. No contaban con lo que planeaba hacer con ella.

— ¿Es mucho pedir que se besen? —dije en un forzado tono inocente. Willy abrió los ojos como nunca antes había visto.

—No abuses de tus privilegios —reclamó Vegetta—. Recuerda que mi novia eres tú —mis amigos abrieron los ojos y la boca desconcertados. Yo comencé a reír inconscientemente.

Llegamos por fin a mi apartamento y al bajar del carro nos topamos con Mangel y Alex quienes habían dicho llegar hace cinco minutos. Caminaba con Chelsea cogida del brazo para que no se abalanzase sobre mis amigos y los viole o algo así. Ya cerca del portal pude distinguir a una persona sentada frente al mismo. Entrecerré los ojos para intentar reconocerla pero solo me parecía familiar su largo y lacio cabello moreno, luego reconocí sus rasgos y no podía creer lo que veían mis ojos.

— ¿Samara? —confirmé mis sospechas al tenerla frente a mí—. ¡Samara!

— ¡Lydia! —mi hermana corrió a mi encuentro—. Ha pasado tanto tiempo.

—Dos años para ser exactas —le eché una mirada de desprecio— ¿Por qué no has venido para las fiestas en este tiempo?

—Oh, ya sabes —rascó su nuca nerviosamente—. La universidad me tiene de aquí para allá —sabía que mi hermana siempre había sido una zorra y siempre lo será, era preocupante tenerla aquí. Con veintitrés años sería realmente un peligro para mí.

—Ya, da igual —dije con desinterés—. ¿Dónde te quedarás? —obviamente no la dejaría quedarse en mi apartamento, nunca nos hemos llevado bien y los años que me han tocado compartir habitación con ella han sido los peores de mi vida.

—Pues, pensaba en quedarme aquí —observó mi expresión detenidamente—. Pero veo que no es lo que tienes planeado así que me iré a un hotel, con tu permiso —se abrió paso entre Chelsea y yo cruzando hecha una furia mirando al suelo. Chocó con Rubius en su retirada.

—Oye, ten más cuidado —Rubén quedó callado al contemplar a mi hermana y con mucha razón, llevaba un top que dejaba al descubierto su ombligo y una falda que con suerte cubría su trasero; tacones de aguja que llevaban por lo menos diez centímetros de tacón e iba más maquillada que un payaso. Una zorra con todas las letras—. Lo siento —tartamudeó.

—No pasa nada, guapo —sonrió con su falsa sonrisa de propaganda—. Soy Samara, la hermana de Lydia.

—Soy Rubén —tartamudeó nuevamente estrechando su mano. No iba a dejar que mi hermana molestara a mis amigos y mucho menos que los usara así que opté por interponerme.

—Oye, Samara —me coloqué frente a Rubius y tomándolo de la mano—. Creo que deberías irte o no conseguirás habitaciones en el hotel.

—Claro, adiós Rubén —se despidió de él con un beso en la mejilla y salió de allí moviendo sus caderas exageradamente. Los chicos estaban flipando al ver a mi asquerosa hermana.

—Me dejó su número —susurró Rubén para sí mismo pero logré oírlo.

—Más te vale pasar de ella —le advertí—. Es una zorra y no me gustaría que fueras otro más en su lista, ¿comprendes?

—Vale, ella no me interesa —me sonrió y rompió el papel que llevaba el número de Samara—. Tengo mi mirada en otra persona ahora —sonreí dulcemente y conectamos nuestras miradas. Me perdía en sus ojos, me encantaban desde donde comenzaba el color café hasta donde comenzaba el verde y se mezclaban ambos colores. Nos quedamos unos minutos así observando uno la mirada del otro.

— ¡Chicos! —Chelsea llamó nuestra atención terminando con el intercambio de miradas—. Ya deberíamos entrar ¿no?

—Oh sí, claro, tendremos la pijamada más genial de la historia —sonreí abiertamente y todos los demás gritaron un alargado "Sí".

MADURA «Rubius & Tú»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora