Regalos. Capítulo 31

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—Ven, hermosa —Willy golpeó suavemente sus piernas invitándome a sentarme en ellas. Sonreí dulcemente y me dirigí hacia él. Aceptando su propuesta, obedecí tomando asiento en esa zona. Este me abrazó y colocó su cabeza en mi hombro.

—Creo que alguien quiere matarme, amor —le dije sonriendo mientras observábamos a Vegetta lleno de celos.

—Tú no te muevas —murmuró divertido. Vegetta se levantó de su asiento acercándose a nosotros.

—Chiqui, ¿podemos hablar? —preguntó conteniendo sus celos.

—Hombre, claro —Willy tuvo la intención de levantarse pero Vegetta se lo impidió.

—Hablaba con Lydia —observaba divertida la escena mientras mi amigo no sabía cómo reaccionar. Samu tomó mi mano alejándome de la gente.

— ¿Qué pasa, Vegettita?—pregunté intentando reprimir mis ganas de reír. Éste se encogió de hombros.

—No lo sé, solo quería molestar a Willy—sonrió de lado.

— ¡No le hagas eso!—lo regañé—. Él te quiere mucho.

—Ya, sólo estoy tonteando —reímos al mismo tiempo—. ¿Cómo sabes que me quiere tanto?

—Ambos irradiáis alegría cuando estáis juntos —sonreí cariñosamente y luego lo miré a los ojos—. Vegetta, tenéis algo en serio especial.

—Lo sé —me abrazó como agradecimiento aunque tampoco entendía por qué.

Regresamos a nuestros lugares incluyendo mi cercanía con Willy, quien apenas pudo me preguntó sobre lo que habíamos conversado con Vegetta. Obviamente no dije mucho sobre eso. Rubius apareció gritando "hora de los regalos". Me zafé del agarre de Willy y corrí a mi habitación donde estaba la caja que contenía todos los obsequios. Con ayuda de Alex, quien casualmente pasó frente a mi cuarto, logré llevarlo a la sala. Todos tenían mis regalos en las manos. El que más llamó mi atención fue la enorme caja que tenía Vegetta en sus manos además de que absolutamente todos los regalos estaban envueltos en papel de regalo verde y morado

— ¡Pido primero! —gritó Mangel entusiasta. Se acercó a mí con una caja algo extraña y relativamente pequeña—. Espero te guste —respondí un "lo mismo digo" entregando su regalo. Contamos hasta tres y ambos lo abrimos al mismo tiempo. Mangel saltó de felicidad al ver la funda para su móvil con forma de hamburguesa y yo hice lo mismo al ver mi funda para el móvil de patatas fritas.

— ¡Deja de pensar igual que yo! —reclamamos al mismo tiempo para luego echarnos a reír. Coloqué mi regalo en el móvil y Alex se acercó a mí con dos paquetes rectangulares envueltos en el papel de regalo.

—No me lo agradezcas, sé que soy maravilloso —reímos e intercambiamos regalos—. ¡Tío, un teclado! Mirad como mola —se lo enseñó a los demás quienes aplaudieron sarcásticamente. Al abrir los míos me encontré con dos libros: Wigetta, un viaje mágico y Wigetta y el báculo dorado. Salté de emoción.

—Venga, que eso podría habérselo regalado yo —se quejó Willy aunque todos pasamos de él. Le agradecí a Alex y Matt junto con Solange fueron los siguientes. Matt llevaba una caja pequeña y Solange una especie de prenda de vestir. Entregué sus regalos y ellos los abrieron emocionados. Matt se sorprendió al encontrar una camiseta muy chula y Solange casi derrama lágrimas al ver su nueva caja de maquillaje. El regalo de mi amigo eran unas gafas hipster que molaban bastante y el de Solange un vestido super cuqui amarillo con la imagen de pikachu. Me coloqué las gafas mientras Willy se acercaba con su obsequio. Era una caja muy pequeña y delicada.

—No sé si te gustará aunque espero que sí, lo regalo con amor y... —los chicos interrumpieron su discurso con un "Ya cállate, Willy" le entregué el mío y él lo tomó con felicidad en sus ojos. Abrió el regalo y abrazó el oso fuertemente al verlo—. Es muy mono, ¿tiene nombre?

—Hombre, mientras no le pongas "trotuman" —dije riendo—. Llámalo como quieras.

—Me lo pensaré —sonrió. Abrí mi regalo entusiasmada. La pequeña caja de terciopelo contenía un hermoso brazalete con dijes, uno tenía el icono de Twitter, otro un avión, otro un joystick, otro un corazón y otro la letra "A"—. Cada dije nos representa: Nos conocimos en Twitter, volaste a España y nos reencontramos, ese día jugamos Call of Duty en tu consola, el corazón es porque te amo mucho y la "A" es por Amistad.

—Vaya, Willy. Te lo has currado, gracias —lo abracé y besé su mejilla.

—Abran paso que llega "el regalo" —dijo Vegetta con la enorme caja en las manos—. Ya me darás las gracias —me guiñó un ojo y me entregó el objeto al igual que yo le di el mío. Al abrirlo Vegetta flipó, no esperaba encontrarse con el peluche que coincidía con el de Willy—. Mira que cosita más cuqui y achuchable —dijo con vocecita tierna—. Le pondré "Willy" —el chino no tardo en protestar.

— ¿Qué dices, Vegetta? —rio nervioso.

—Que si tío, mira cómo se parece a ti —bromeó Vegetta—. Es tan mono como tú —Willy no tardó en ruborizarse.

—Entonces al mío le pondré "Vegetta" —se defendió.

—Genial, ahora yo tengo a mi "Willy" y tú a tu "Vegetta" —todos reímos ante la reacción de Willy pero pasamos de él nuevamente. Enfoqué mi atención en abrir mi regalo.

— ¿Un dron? —exclamé sorprendida.

— Nada, de gratis —bromeó—. Bueno, gratis no, que me ha costado un huevo conseguirlo.

—Y es un dron Vegettil además —le seguí el juego.

—Llámame "Drongetta" —dijo todo entusiasmado.

—Es que es tonto —bromeó Willy.

— ¿Alguien ha visto a Rubius? —pregunté provocando que todos lo buscaran con la mirada. De repente la puerta principal se abre dejando ver a Rubius con una caja en las manos la cual casi se le cae al verme.

— ¿Qué habéis hecho con mi Kath? —gritó dejando la caja a un lado y examinándome—. ¡La habéis convertido en una hipster!

—Rubius, deja de hacer tanto alboroto —dije paciente—. Se quitan y ya.

—Pues hazlo —me desafió.

—Oblígame —contraataqué.

—Ahí vamos de nuevo —protestó Holden.

— ¡Que va! Anda, déjalas —se rindió—. Toma tu regalo, Kath.

Me acerqué a la caja y al abrirla me encontré con un hermoso gato blanco y gris muy peludo. Lo tomé suavemente dejándolo fuera de la caja pero al instante que lo dejé en el suelo volvió a mi suplicándome que lo coja nuevamente con pequeños maullidos. Acaricié su pelaje mientras él se acurrucaba en mis brazos.

—Oh, Rubius —exclamé—. Es precioso.

—Es un "bosque de Noruega" —explicó—. Lo hallé perdido, solo y con frío en la nieve cerca de mi casa en Noruega, al verlo tan indefenso pensé que a ti te gustaría.

—Lo adoro —admití observando cómo el pequeño animal reposaba tranquilamente en mis brazos.

— ¿Tienes pensado algún nombre? —preguntó Alex admirando al pequeño gato.

—Siempre me han gustado las Crónicas de Narnia —expliqué—. Le pondré Aslan.

—Hala! chaval, flipas con ese nombre —a Vegetta siempre le han gustado los nombres raros.

—Aslan —miré al pequeño gato—. Bienvenido.

MADURA «Rubius & Tú»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora